Josep Borrell / Autor de ‘Los idus de octubre’
“La socialdemocracia europea ha sido incapaz de captar y transformar el dolor social”
Felipe Nieto 13/05/2017
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Josep Borrell (La Pobla de Segur, Lleida, 1947) ha desplegado el pasado lunes 8 de mayo en Madrid una actividad frenética presentando públicamente su nuevo libro (Los idus de octubre. Reflexiones sobre la crisis de la socialdemocracia y el futuro del PSOE. Los Libros de La Catarata. Madrid, 2017), por la mañana ante la prensa, en el Centro Cultural Blanquerna, y por la tarde, en un acto multitudinario, en el Círculo de Bellas Artes, donde estuvo acompañado por la periodista Soledad Gallego-Díaz, el abogado Manuel de la Rocha Rubí y la profesora Mariola Urrea.
En el continuo ir y venir del autor, acosado por numerosos medios de comunicación, consecuencia a partes iguales de la expectación que suscita siempre el personaje y del asunto que aborda en el día en que va a empezar oficialmente la campaña de elecciones primarias de su partido, CTXT pudo realizarle esta entrevista para profundizar en los debates actuales de los socialistas europeos.
Borrell presenta un libro para el combate político inmediato. Ha sido escrito con gran premura, apenas seis días de redacción, y es, en buena medida, fruto de la “indignación” suscitada por los infundios propalados por el secretario del Grupo Parlamentario Socialista, diputado por Málaga, Miguel Ángel Heredia, cuando acusaba a Pedro Sánchez de haber suscrito un pacto de investidura con el partido Podemos y con los grupos independentistas catalanes, lo que dio en llamarse la Operación Frankenstein. La “milonga de Heredia”, en palabras de Borrell –y es verdad que llamarla “posverdad”, como se acostumbra a decir ahora, sería dignificar indebidamente la bajeza de tal operación– espolea a Borrell a realizar un trabajo intelectual que, sin embargo, va más allá de los últimos avatares del PSOE, culminados en lo que libremente llama Los idus de octubre. El autor reflexiona sobre el trasfondo político que da sentido a los hechos, la crisis de larga data del socialismo español, los cambios en nuestro escenario político con la aparición de nuevos actores y el contexto más general, la también larga y todavía no acabada crisis de la socialdemocracia europea. A partir de ahí nuestro entrevistado podrá extraer las consecuencias para la acción política en el futuro que se avecina.
“Lo primero que tiene que hacer el PSOE es decirse la verdad”, afirma Borrell. “No nos hemos dicho la verdad. El Comité Federal no dijo la verdad. Nadie se atrevió a pronunciar la palabra ‘abstención’, ni antes ni en la reunión… Lo ha reconocido el presidente de la Gestora (Javier Fernández) el 14 de enero: ‘La mayoría de los dirigentes sabíamos después del 3 de junio (de 2016) qué es lo que teníamos que hacer. Pero no sabíamos cómo ganar el Congreso después’. Sobre eso, en segundo lugar, se ha producido la mentira… Un partido no puede tolerar la mentira, como ha pasado con Le Pen en Francia. La falsedad debe ser desterrada. La Operación Frankenstein es la muestra de cómo se utiliza la mentira”.
Habla usted también de “autocrítica”.
Desde luego, la autocrítica es imprescindible. Hablo en el libro de la mía, en primer lugar, como participante en algunos hechos… Tiene que haber autocrítica en el partido, y en la socialdemocracia, por su incapacidad para captar y transformar el dolor social que la crisis ha causado… por no saber atraer a más gente a su seno, a los jóvenes, como se ve en la caída del voto en los gráficos que ofrezco en el libro. Ahora, en estas elecciones primarias, el único candidato que hace autocrítica es Pedro Sánchez, una autocrítica de la situación de la socialdemocracia, de dónde está y de cómo ha llegado a donde está.
En Los idus… Borrell, en efecto, ofrece una extensa y pormenorizada cronología de la historia del PSOE en los últimos años, desde lo que considera el arranque de la crisis en el partido en mayo de 2010. Los gráficos que aparecen como anexos del capítulo II muestran claramente la caída del voto socialista en sucesivas elecciones, europeas, nacionales o autonómicas, una sangría continua de votos de un mismo partido pero con dirigentes y candidatos diferentes al frente en cada comicio.
¿Qué se elige en el PSOE el 21 de mayo?
Elegimos en unas elecciones que habría que llamar ‘primarias internas’ a un nuevo secretario general del partido, no a un candidato a la presidencia del Gobierno. Eso debe venir después y ya se verá quién es el candidato y cómo se elige.
¿Cómo debe ser el partido socialista a partir de ese momento?
Tiene que ser un partido renovado, de abajo arriba, en sus estructuras organizativas, en sus programas. Un partido abierto a los militantes y a la sociedad. Ahora el partido está segregado de la sociedad, no implicado, gran parte de los militantes son cargos públicos. Sucede en Francia, de los 80.000 militantes la mitad son cargos y la otra mitad aspira a serlo. No está representada la sociedad civil… Como en Francia, se ha producido una gran hemorragia en todos los sentidos. Me preocupa más la pérdida de militantes que de votos, aunque una cosa lleva a la otra. Me preocupa mucho la caída del voto joven, de la población inferior a 40 años, elección tras elección. Hay que ofrecer perspectivas, oportunidades, a los jóvenes… No podemos seguir siendo un partido endogámico, jerarquizado, oligárquico. ¿Quién se va a afiliar en esas condiciones? Hay que ofrecer cauces de participación… Un partido participativo, representativo, en el que los representantes sean representativos de lo que acuerden y decidan los militantes, donde estos sean consultados, como sucede en el partido socialdemócrata alemán, SPD. En estas primarias tenemos que hablar de cómo funciona el partido, de cómo queremos que funcione. Una tarea fundamental del nuevo secretario general será seleccionar el personal político, en función del mérito, no a través de redes clientelares, como viene siendo habitual.
El PSOE está segregado de la sociedad, gran parte de los militantes son cargos públicos. Sucede en Francia, de los 80.000 militantes la mitad son cargos y la otra mitad aspira a serlo. No está representada la sociedad civil
Habla usted de “socializar la política”.
Pues sí, hoy no socializamos nuestra política y no atraemos, sobre todo a los jóvenes. Hubo un tiempo en que la política del partido se socializaba a través de las Casas del Pueblo, de la lectura pública de El Socialista, por ejemplo. Eso ha decaído… aunque hoy, con los medios tecnológicos sería mucho más posible, más fácil… Véase a Macron, en unos pocos meses ha alcanzado los 450.000 supporters… frente a los 80.000 del Partido Socialista. Yo quiero que los ciudadanos, sean médicos, profesores, o de cualquier profesión, que no quieren ser cargos públicos, que no quieren ser concejales o diputados, tengan la posibilidad de participar, opinar, intervenir en el programa y en las decisiones del partido, al menos las más importantes. Se ha hecho un partido de profesionales de la política, de cuadros. La tarea de todos es hacer un partido participativo en la toma de decisiones. Hay algunas cuestiones trascendentales, estratégicas, que el partido debe consultar a los afiliados. Como se hace en otras partes. El SPD sometió a votación de los militantes, antes de su firma, el pacto para un gobierno de gran coalición alcanzado con la CDU de Angela Merkel. Mayoritariamente los militantes lo aprobaron. ¿Está podemizado el SPD? ¿Es eso un partido asambleario? Para mayor escándalo, 15 diputados socialdemócratas votaron en contra del acuerdo, porque utilizaron una cosa que se llama “cláusula de conciencia”. Eso es algo que en España sería imposible. En Alemania no pasó nada.
¿Cuáles serían a su juicio los asuntos más urgentes que tendría que abordar el Partido Socialista?
El PSOE tiene ante sí tres debates: el modelo de Estado, la política de alianzas y la posición del partido en Europa. El modelo de Estado por el que opta el Partido Socialista es el federal. La Declaración de Granada, aprobada por el partido en 2013, propone la reforma constitucional para llegar a “una estructura territorial de carácter federal”. Ese modelo permite el engarce de Cataluña, desde la perspectiva de un reconocimiento específico. La cuestión catalana es una cuestión central, un partido debe tener respuesta para ella. Ha habido una gran escandalera con Pedro Sánchez, al considerar que el Estado español puede ser plurinacional… En mi libro cito un artículo firmado por Felipe González y Carme Chacón donde se afirma que el reconocimiento de Cataluña como nación es la mejor base para asegurar nuestro futuro. Entonces, ¿qué pasa, valen las cosas dependiendo quien las diga? La cuestión catalana está en el origen de la Operación Frankenstein, fíjese si es decisiva. No soy nacionalista catalán, ni nacionalista español, pero esta cuestión tiene que solucionarse. España es una realidad plurinacional, hay que aceptarlo, sin que eso suponga fragmentación de la soberanía, que es única. El programa de Pedro Sánchez lo deja claro. Nada se rompe con ese reconocimiento, ni España, ni el partido.
España es una realidad plurinacional, hay que aceptarlo, sin que eso suponga fragmentación de la soberanía, que es única. El programa de Pedro Sánchez lo deja claro
¿Y la política de alianzas?
Hay muchas soluciones, según países y partidos. Las grandes coaliciones con la derecha, casos de Alemania y Holanda, han sido perjudiciales para la socialdemocracia. No ha sacado beneficio a su participación en los éxitos del Gobierno y su papel de oposición a un gobierno en el que participaba se ha visto desdibujado. Los resultados electorales lo demuestran. Así que en España habría que buscar aliados más a la izquierda. Lo que no vale es decir “con Podemos no hablamos… con los independentista ni hablar…”. ¿Cómo que no? La política está para hablar, que no quiere decir estar de acuerdo en todo ni aceptar condiciones de imposible cumplimiento.
¿Por qué España no es políticamente como Portugal, Sr. Borrell?
Si hubiera un Pablo Iglesias portugués no estaría gobernando la izquierda. ¿Sólo por eso? Hay momentos en que las personas juegan un papel decisivo. Portugal tiene la suerte de tener al actual primer ministro, Antonio Costa –lo conozco bien porque fue vicepresidente del Parlamento Europeo cuando yo era presidente–, un buen político, capacitado, fogueado. Enfrente tiene partidos que han preferido dar el gobierno a los socialistas y condicionarles desde la oposición antes de que siguiera la derecha en el poder. Y porque los líderes de estos movimientos lo han entendido así. Con un Pablo Iglesias portugués gobernaría la derecha, como en España. Las filias y las fobias cuentan en la vida, y en la política. Es cierto que Portugal llevaba mucho tiempo a punto de madurar la idea de un gobierno en minoría, mientras que en España tamaña idea a la mayoría de los medios de comunicación les parece un sacrilegio, y más a los medios económicos que empiezan a hablar enseguida de inestabilidad… Pero en Portugal el Gobierno funciona, y ha pasado todos los exámenes de la Unión Europea y los portugueses han compaginado austeridad con políticas sociales. A lo mejor hubiéramos podido hacer algo así nosotros.
Un inciso en la actualidad, señor Borrell. Su opinión sobre la moción de censura que se propone presentar Podemos.
Bueno, abunda en lo que he dicho antes. No tiene ni pies ni cabeza. Le diría al señor Iglesias, hace cuatro días tuvo usted la posibilidad de apoyar un gobierno que no fuera del PP. Dejen de tomar el Congreso de los Diputados como un plató de televisión, dejémonos de shows…
Sobre los socialistas y Europa…
El Partido Socialista tiene que fijar su posición en Europa. La pertenencia a Europa está puesta en cuestión en muchas partes, hay que ver qué consecuencias tiene. El partido lo tiene que tener en cuenta. Estamos en una Europa en la que la socialdemocracia no ha dejado de perder influencia desde hace más de 20 años, se ha pasado del 40% de votantes al 20% o menos en algunos países. Esta Europa que hoy la socialdemocracia no gobierna nos viene imponiendo políticas, aceptadas muchas veces, que han difuminado nuestras genuinas posiciones. Esto debe ser sometido a revisión. El programa del candidato Pedro Sánchez ofrece propuestas diferentes en este sentido.
¿Puede ofrecernos los aspectos más destacados a su juicio de ese programa?
Bueno, es público, puede leerse y está abierto a las aportaciones de los interesados. A mí me parece el mejor porque, como dije antes, empieza con la autocrítica, el reconocimiento de errores del pasado y en general de la socialdemocracia europea. El programa hace frente a los grandes retos de nuestro tiempo, las grandes transformaciones, otra Gran transformación, como la estudiada por (Karl) Polanyi (en su obra publicada en Nueva York en 1944). El programa de Sánchez habla de cosas de las que los otros programas no hablan. Así, la transformación del sistema energético, la transición ecológica, la digital, con sus importantes impactos en el empleo y en la renta. Es un programa muy elaborado, con muchas ideas… Desarrolla también la idea de la renta básica universal… A Sánchez se le podrá acusar de cosas, pero no de no plantear ideas alternativas.
El programa de Sánchez habla de la la transformación del sistema energético, la transición ecológica, la digital... Es un programa muy elaborado, con muchas ideas… Desarrolla también la idea de la renta básica universal
¿Cree que la Comisión Gestora del partido está siendo neutral en estas elecciones?
Quiero creer que sí, que va a ser así. Pero… mire, en Francia, por ejemplo, en el proceso de primarias no interviene ningún órgano del partido, se crea un órgano ad hoc, una comisión independiente, la Alta Autoridad, una suerte de Junta Electoral. Ahora es la hora de los afiliados, la hora de dejar que elijan libremente. La estructura orgánica del partido debería abstenerse de influir en los afiliados. Los avales son públicos, el voto es secreto.
Por último, señor Borrell. En su libro cita una recomendación de Lionel Jospin a toda la socialdemocracia, actuar con “realismo y audacia”.
Hay que ser realistas, porque nada se construye sobre la ficción. Promesas de subir las pensiones porque vamos a sacar muchos millones de la lucha contra el fraude fiscal pueden quedar en un fiasco. Audacia es no conformarse con lo que dirán en Bruselas, aceptar que se enfaden los poderes fácticos, no temer al “no se puede”. Hay que tratar de decir “se puede”, sin brindis al sol. El populismo hoy no es opción de gobierno, es un estado de ánimo, no sirve para hacer un programa de gobierno. Pero la izquierda no debe ser acomodaticia, tiene que cuestionar las cosas, tratar de cambiarlas, proponerse cosas factibles aunque no se alcancen de inmediato.
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Felipe Nieto. Historiador, profesor en la UNED de Historia del Mundo Actual.
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Felipe Nieto
Es doctor en historia, autor de La aventura comunista de Jorge Semprún: exilio, clandestinidad y ruptura, (XXVI premio Comillas), Barcelona, Tusquets, 2014.
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