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1.

"¿Por qué debería leer su libro?".

Miren, no, hace tiempo que me negué a hacer de monito de feria (del libro). Los libros son autoexplicativos: quien los lee entiende todo de ellos: sus razones, sus ascendientes, sus conexiones y sus objetivos. Además, llevan un montón de información en la contra y en las solapas, que los editores preparan con profesionalidad y talento. Los escritores somos personas, no chimpancés que atrapan cacahuetes. Cómprelo o no lo compre, pero no me joda pidiéndome que le enumere sus virtudes como si fuera un comercial de aspiradoras: no tengo la menor idea de por qué debería usted leer mi libro, eso debería averiguarlo usted. Tampoco sé de qué va mi libro, ni a quién va dirigido. Ayer respondí a un chileno que me preguntó si mi libro era sólo para españoles: "No, es para cualquier persona alfabetizada que entienda el español. Incluso puede ser para alguien no alfabetizado, si tiene a un alfabetizado al lado que se lo lea en voz alta".

Dicho todo lo cual, converso con amabilidad y recibo encantado, sonriente y todo lo divertido que sé ser a todos los lectores que se acercan a cambiar impresiones, pero no hago cabriolas. Somos adultos, comportémonos como tales.

2.

Leo a muchos historiadores españoles y, salvando a un grupo talentoso y sobresaliente, domina en ellos una prosa pastosa que roza la ilegibilidad. Conozco en persona a unos cuantos historiadores que se quejan de que sus libros no encuentran receptores fuera de los pasillos académicos, que no consiguen llegar al público, y yo me callo, porque no puedo expresarles mi asombro de que se quejen por no conseguir algo por lo que no se esfuerzan lo más mínimo. Nadie diría que aspiran a tener un lector, con esa prosa hermenéutica, ese gusto por el neologismo innecesario y esa posición de predicador de púlpito que expulsa a cualquier persona que no tenga un interés demencial en el asunto que tratan (es decir, que, como yo, están tan interesados en esa materia, que están dispuestos a sufrir ese pastiche academiqués aunque se les vayan cayendo los ojos en cada línea). Para tener lectores, primero hay que demostrar que se quiere tener lectores. Es como si un restaurante que sólo sirviera caucho y madera requemada se quejase de no tener comensales. Coño, prueba a servir comida, a ver si alguien se anima a comerla.

3.

Eres más antiguo que la cultura juvenil.

4.

«Porque la Virgen de los humildes, aun siendo cierto que trabaja más tiempo para los poderosos que para los pobres, ayuda a que los golpeados imaginen la vida un poco menos miserable. Y eso, nos guste más o menos, hay que respetarlo.» (citado de: http://blogs.publico.es/juan-carlos-monedero/2017/05/28/ay-va-la-virgen/)

Sólo se me ocurre una apostilla a la altura: hostia puta.

Monedero, a un paso de la ufología. Apariciones marianas, ya le salen.

5.

Acabo de ganarle una discusión a mi hijo. La primera en meses.

 6.

Estoy muy cansado de los apocalipsis cotidianos. Me gustaría que el mundo se acabase sin tanto aspaviento y gente señalando con el dedo.

 7.

Si me nombran director de El Mundo, me quedaré de pie en el despacho, porque sentarme para que me destituyan cinco minutos después no merece la pena. Cederé mi silla a una señora mayor diciéndole: tranquila, si yo me bajo ya.

 8.

Uno se levanta de la cama normal. Un poco cansado, porque ha dormido poco. Un poco dolorido, porque la espalda no deja de fastidiar. Un poco agobiado, porque tiene un día de mucho curro por delante. Pero, en general, uno se levanta feliz y normal. Vaya, con la convicción de que uno es un ser humano normal que quiere a su familia y a sus amigos, que es querido, que se ríe de las cosas que hacen risa, se entristece con las cosas tristes y trata de ser un poco mejor en el trabajo, equivocarse un poco menos que la víspera. Uno encara el día desde esa normalidad legañosa que le hace suponerse un miembro presentable de la especie humana. Hay armonía en el despertar. Pero luego se hace un café y abre el facebook, y a los cinco minutos descubre que es un machista, un apologista de la violencia, un ignorante, un imbécil, un listillo, un responsable de que la humanidad sufra, un bueno para nada. Gracias, facebook, por ponernos en nuestro sitio. Imagínate que llegamos a las seis de la tarde con esa idea virginal de las siete de la mañana, cuando creíamos ser unos tíos cualesquiera. Qué caos se armaría.

 9.

Hoy he recibido 63 emails (y aún le queda más de una hora al día), voy contestando algunos importantes, pero el que más ilusión me ha hecho, el que cambiaría por todos los demás, es uno encabezado: "Transferencia realizada a su favor".

 10.

Y he contestado a otro mail de una amiga que me pedía consejo sobre aceptar o no una invitación: "Pídeles pasta. Que pasen vergüenza ellos al negártela, no tú al pedirla".

Estoy de un pecuniario que ni el Tío Gilito.

 11.

Me han invitado a Urueña, conocida como Villa del Libro, porque es un pueblo de Valladolid con más librerías que habitantes, un poco como Hay-on-Wye en Gales. Nos enseñaron que Castilla era tierra de santos en éxtasis y de fieros conquistadores, y en realidad es tierra de hobbits bibliófilos.

 12.

Hay casi unanimidad progresista en cerrar filas con los taxistas frente a Uber y Cabify. He buscado, sin embargo, declaraciones de Pablo Iglesias o artículos e intervenciones de Ignacio Escolar dando la razón a la industria cultural cuando la piratería digital arrasó su modelo de negocio y echó a la calle a miles de trabajadores, pero no he encontrado nada.

Taxistas, toda la razón. Músicos, actores, escritores: que se jodan.

Hay piratas buenos y piratas malos.

 13.

Anoche, mi amiga Maria Del Pilar Gonzalez nos llevó a Agustín Fernández Mallo, a Marta Fernández y a mí a cenar a un peruano de su barrio, después de la charla que Agustín y yo dimos en la Casa del Lector de Madrid. Allí estaba Santiago Roncagliolo, lo que nos indicó que estábamos en un peruano irreprochable, y es la primera vez que la presencia de un escritor en un restaurante es indicativa de su calidad. Le dimos al ceviche cosa mala, y un poco al vino. Fue una cena inesperada, deliciosa y de lo más divertida, que me sentó genial en estos días de agotamiento. Los planes improvisados, en una noche en la que mi único propósito era encerrarte a leer, acaban siendo la materia de los mejores recuerdos.

 14.

Estoy a tres entrevistas de tomarme como un insulto la pregunta de si me esperaba el éxito de mi libro.

 15.

Como tengo tantos bloqueados, a veces os veo hablar solos en los hilos, y es muy divertido. Veo que respondéis a alguien que no está, casi siempre de mal rollo. No veo lo que os ponen, pero me lo supongo, y me reafirmo en mis campañas de bloqueos masivos.

 16.

Me gustaron muchas cosas de la charla de ayer en Madrid, pero la que más es que no hablé nada de La España vacía. Menos mal, porque, de seguir así, tendría que decirle a mi libro eso de que tal vez necesitemos darnos un tiempo y conocer a otros libros.

 17.

Esta semana me he reprimido tres veces cuando estaba a punto de colgar aquí unas cosas. Dos artículos y una entrevista de amigos míos que iba a compartir por impulso y he borrado en el último momento porque no quería que nadie les insultara por aquí. O que dejasen comentaritos chuscos, chistecillos, alusiones o mierdas varias. Y me jode cortarme, pero me da una rabia cuando celebro aquí algo que dice un amigo y vienen a echarle basurilla encima... Me molesta muchísimo más que si me lo dicen a mí. Pero una barbaridad más.

 18.

¿Por qué la gente que da "saludos cordiales" es la que menos cordialidad transmite?

 19.

El hallazgo del año para mí es el champú de barba. La llevo esponjosa y perfumada. Me dan ganas de parar a gente por la calle y decirle: huélame la barba, señora.

 20.

Soy muy aficionado a leer las placas romboidales que indican el paso de personajes históricos por tal domicilio de Madrid. Hoy he tenido un misreading con una: he leido aquí vivió D. Mengano, gran impostor de... En realidad, ponía gran impulsor, lo que ha sido decepcionante. Un gran impostor, sin duda, amerita una placa.