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El narrador, ensayista, cronista y periodista Juan Villoro (Ciudad de México, 1956), uno de los “grandes” de la actual literatura latinoamericana, creó en marzo de 2011 una cuenta de Twitter y durante los dos años siguientes reclutó decenas de miles de seguidores (hoy suman más de trescientos mil). No es de extrañar, dado el nivel de ingenio y de agudeza de sus tuits, a medio camino entre la greguería, el epigrama y el aforismo. Villoro ha sido traductor del acaso más grande aforista de todos los tiempos, Georg Christoph Lichtenberg, una tarea de la que, no cabe duda, supo sacar provecho. En cuanto a sus propios libros, cabría decir algo parecido a lo que él cuenta que le dijo un amigo después de ver una obra de Oscar Wilde: “¡Están llenos de tuits!”. Debido a la decepción que le causaron los infatigables pleitos y “los torrentes de odio y de persecución” que las redes generan, ya hace algunos años que Villoro redujo drásticamente su actividad en Twitter, limitándola a compartir noticias y enlaces. De un tiempo a esta parte, sin embargo, manda un tuit semanal a un periódico gratuito titulado La Capital. Del caudal de los viejos tuits de su cuenta y de los que envía a La Capital hemos seleccionado unos cuantos, entre ellos algunos relativos al propio Twitter y a los comportamientos que induce. Ninguno tiene desperdicio.
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La abuelas eran grandes tuiteras. “Piensa mal y acertarás”, decía la mía. La modernidad es vieja: Twitter permite que seas tu propia abuela.
Lo bueno de la basura orgánica es que es reciclable. Lo malo de los intelectuales orgánicos es que también son reciclables.
En la Liga española, muchos luchan contra el descenso y dos luchan por el triunfo. Un retrato del país.
Los mexicanos nos distinguimos por las pérdidas. Si extravías tu pasaporte, no pones en riesgo tu nacionalidad: la confirmas.
Picasso era tan millonario que tenía cuadros suyos.
El amor soporta más la crítica que la curiosidad. Nada lo debilita tanto como una pregunta.
Después de ver una obra de Oscar Wilde, un amigo me dijo: "¡Está llena de tuits!".
Las ostras que se lastiman con la arena producen perlas. El arte es igual: las heridas producen más obras que las becas.
Lo mejor de los viajes: de pronto te interesa lo que no te interesa.
Twitter te pregunta si estás seguro de que quieres borrar pero no te pregunta si estás seguro de que quieres escribir. Debería ser al revés.
Paul Éluard: "El mundo es azul como una naranja".
Ser editor es, casi siempre, una manera culta de no leer.
La lectura no se enseña: se contagia.
En su velocidad, la red social sirve más para el consenso crítico que para el favorable. A la mente le toma más tiempo aceptar que condenar.
Hablamos griego sin saberlo. Periódico es "efemérides", cuenta es "logaritmo"; salida, "éxodo". "Político íntegro" se dice "oxímoron".
Cumplir 39 años es mucho más grave que cumplir 40. Creerte viejo es peor que ser viejo.
Una regla de oro en la crítica literaria: no hables de las declaraciones del autor ni del texto de contraportada. Atrévete a leer el libro.
Hablamos griego sin saberlo. Periódico es "efemérides", cuenta es "logaritmo"; salida, "éxodo". "Político íntegro" se dice "oxímoron".
— Juan Villoro (@JuanVilloro56) 24 juillet 2012
En Twitter la carroña está más presente que el alpiste. Su emblema no debería ser un pajarito sino un zopilote.
El tiempo es noble. Cuando se vuelve interesado se convierte en timing.
La computadora aísla en forma tan satisfactoria que salir a la calle no parece un regreso a la realidad sino a un sistema operativo caducado.
Marina Tsvietáieva: "La jirafa es un cuello. Cada monstruo es una parte de sí mismo".
A veces es difícil distinguir a un escritor maldito de un rockstar sin público.
Las redes sociales no fomentan el exhibicionismo: nos permiten ser impúdicos con la inocencia de una tribu que no conoce la ropa.
Los cubanos tienen tal facilidad de palabra que toman clases de oratoria para utilizar silencios.
Un tímido puede ser un exhibicionista que espera su oportunidad.
La burocracia es el único enigma que jamás se vuelve interesante.
Las redes sociales no fomentan el exhibicionismo: nos permiten ser impúdicos con la inocencia de una tribu que no conoce la ropa.
— Juan Villoro (@JuanVilloro56) 25 janvier 2012
La única prueba de que lo que escribes vale la pena: de pronto piensas que lo escribió otro. El mérito siempre es ajeno.
Hay escritores que buscan lectores ya hechos y escritores que inventan otra forma de leer.
Twitter tiene que ver más con la neurología que con la escritura: cuando te das cuenta de una ocurrencia, ya la mandaste.
La naturaleza logra mejores obras que el arte, pero sólo lo sabemos gracias al arte.
Si al perder tenemos tanto entusiasmo, ¿qué pasará cuando ganemos?
El principal género literario de México es la solicitud de beca.
No hay mayor enigma que la persona que está a tu lado.
Toda persona es Alguien. Cuando la reconocen o la premian se convierte en Algo.
Oscar Wilde sigue teniendo razón: los periódicos demuestran que sólo ocurre lo ilegible.
El olvido es la única virtud que no se puede perfeccionar. Urge una pedagogía para borrar recuerdos.
La computadora aísla en forma tan satisfactoria que salir a la calle no parece un regreso a la realidad sino a un sistema operativo caducado.
Me fui a confesar. El sacerdote no me dio la absolución: sospecha que copié mi alma de Wikipedia.
Fui rodeado por top-models que regalaban tragos. ¿Me descubrían al fin? Nada de eso: era Fashion Day. Ahora los milagros son promocionales.
La cultura judeocristiana hace que, si nos sentimos incómodos, no le echemos la culpa a la silla sino a nuestra postura.
Nada se ha devaluado tanto como las expectativas. Es algo muy grave. Cuando no puedes creer en lo intangible, la crisis en verdad es real.
El Clembuterol aumenta la masa muscular sin mejorarla. En la página 200, la mayoría de las novelas enseñan el Clembuterol.
El complejo de Edipo es complejo: ¿no es extraño amar a la mujer que quiere que comas verduras?
Lichtenberg anticipó Twitter: "Esas son razones espermáticas [...] Pequeñas pero importantes para muchos".
La ciudad es el cielo del metro.
Qué horrible sería estar de acuerdo contigo mismo.
El drama del libre albedrío: lo que descartas también te gusta.
En Twitter la eternidad es breve. Si desapareces un mes, al regresar no sientes que vuelves sino que resucitas.
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Es editor, crítico literario y articulista.
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