FERNANDO LÓPEZ / BAILAOR Y FILÓSOFO
“La pluma sigue estando vedada en el flamenco”
Esteban Ordóñez Madrid , 27/06/2017
Fernando López.
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Fernando López es bailaor, coreógrafo, filósofo y homosexual. Actuará en Flamenco Diverso, el festival LGTB que se celebrará en junio en Madrid, y lo hará por derecho estético y activista. Escribió el libro De puertas para adentro. Disidencia sexual y disconformidad de género en la tradición flamenca. A partir de su investigación, está creando su propio idioma de baile, desprovisto de ataduras de género, “buscando la brecha de fragilidad en el gesto o la lentitud”.
En su libro, habla de la construcción del género a través de la corporeidad del baile flamenco, ¿cuáles son los códigos habituales?
Hay una ética del movimiento normativo y en ella siempre hay permisos y prohibiciones. En el caso del hombre, salvo en los cantes de fiesta como la bulería, en los que vemos cierta liberación, existen zonas corporales prohibidas que no se mueven y suelen relacionarse con las articulaciones. Las caderas, en parte la nuca o las manos siguen el código que estableció Vicente Escudero: los dedos juntos, las manos hacia adentro… La dinámica del movimiento es muy diferente a la de la mujer. Es contenida, aunque sea explosiva nunca va hacia el campo de la seducción y de la exageración e intenta por todos los medios no subrayar demasiado el movimiento. Se usan formas rectilíneas, menos onduladas. Los movimientos siguen una línea más bidimensional que en el caso de la mujer, que trabaja más la ondulación.
La barrera del gusto debe ser una de las más complicadas de superar. Hay instaurado un gusto que, como decía Judith Butler, pasa por natural y puede sentirse como tal cuando realmente es construido. Pero si el público lo siente…
Butler dice que es construido, pero que deconstruirlo no es nada fácil. Para los propios creadores, romper con eso es muy difícil. En flamenco lo que sigue vendiendo es una imagen muy habitada de estereotipos: la bailaora salvaje y agitanada y el bailaor macho torero. Romper con eso es un riesgo que la mayoría de los programadores no están dispuestos a asumir. Sigue habiendo programadores para los que la pluma es algo vedado. Directamente, no te contratan. A bailaores que tienen mucha pluma no los cogen por eso.
Antonio Mairena fue una figura de gran simbolismo en la historia del flamenco, marcó época, creó escuela, sin embargo, en su legado no aparece el tema de su homosexualidad que usted sí menciona.
Me pareció muy interesante tratarlo desde una perspectiva que no se había tocado más que de manera anecdótica en algunos libros: aparecía, pero como si no hubiese tenido ninguna importancia en su vida y en su arte. Partiendo de la hipótesis de que Mairena era homosexual, quise ver qué signos de su cuerpo me hablarían de cómo lo vivía. En su cuerpo había algo protegido. Cuando cantaba proyectaba la voz al exterior y era bastante expresivo, pero cuando bailaba mostraba un cuerpo contraído, con dificultad de abrirse al espacio, al público, cerraba los ojos, usaba gestos muy mínimos, como si tuviera miedo de sacar la pluma si exageraba el gesto.
También reflexiona sobre cómo el virtuosismo ha servido también para ocultar cierta identidad de género en el baile.
Más que para ocultar, para compensar. El virtuosismo creo que es una estratagema psicológica para garantizarnos que recibiremos cierta aceptación y que impondremos un aplauso. Hay algo impositivo en la técnica y el virtuosismo porque, de alguna manera, impones cierto asombro y no permites al espectador entrar en tu intimidad; te salvaguardas de exponer tu fragilidad y ese tipo de valores que estéticamente han estado excluidos del flamenco.
¿El baile flamenco también puede servir como acto político?
La danza en general vehicula siempre un discurso porque el cuerpo está lleno de códigos sociales culturales y, según los uses, dices una cosa u otra. Asumir ese papel político es extremadamente complicado por el riesgo de caer en un arte panfletario al que le falte una dimensión estética propia o que no transmita ningún tipo de sentimiento. A mí me interesa el arte que hibrida esas dos dimensiones: intentar que el concepto se haga carne. Es difícil, pero se puede hacer.
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Esteban Ordóñez
Es periodista. Creador del blog Manjar de hormiga. Colabora en El estado mental y Negratinta, entre otros.
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