Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

Una selección de las ocurrencias volcadas en Facebook por Sergio del Molino a lo largo de la semana. Sin meditar, sin releer, casi sin corregir. No se extrañen de que una cita contradiga a la siguiente. Se intenta que lo frívolo y lo banal ganen a lo serio, y lo literario a lo político, pero no siempre se consigue

1.

Si mi hijo lee de adulto a Javier Marías será gracias a que se entusiasmó de niño con Gloria Fuertes. Nunca al revés.

2.

La Agencia Tributaria ha mejorado un montón desde que casi todo se puede hacer por internet. Hay instituciones que ganan muchísimo en cuanto suprimen el trato con los humanos que la forman. 

3.

En una época oscura de mi vida, tuve que validar comentarios de los lectores en un periódico. Eran malos tiempos y tenía que elegir entre eso, ser sicario o traficar con órganos. Creí, erróneamente, que validar comentarios era lo más digno y lo menos horrible.

El formulario de los comentarios estaba encabezado por la invitación genérica: "Tú opinión nos importa". Todas las mañanas, un loco cuyo nick ya tenía controlado intentaba colar veinte comentarios racistas, nazis y repugnantes que yo enviaba sistemáticamente a la papelera. Al cabo de un rato, mandaba un comentario: "Mentira, no os interesa nada mi opinión, censores de mierda, sólo sabéis censurar".

Y a mí me daban ganas de echarme a llorar y de preguntar a la Camorra si seguía en pie la oferta de sicario que me habían hecho.

4.

"Es triste pedir, pero más triste es robar", decían los mendigos clásicos del metro. Qué mentira más grande. ¿Cómo va a ser robar más triste que pedir? La filmografía sobre ladrones ocupa archivos enteros, mientras que la filmografía sobre mendigos se reduce a un título y medio del neorrealismo.

5.

Cada día me carga más el prestigio intelectual que tiene el desprecio.

6.

Debería hacerme la maleta (vuelvo a viajar mañana, a la bella Sicilia) y/o escribir un artículo, pero ya casi he desistido de ambas cosas.

7.

Daniel y yo hemos visto hoy Capitán Calzoncillos, una aguda sátira que actualiza los presupuestos de Foucault sobre el carácter penitenciario de las instituciones educativas, enmarcado en un contexto de referencias pop, con reinterpretaciones posirónicas de los mitos de superhéroes.

8.

Sobre el aprecio ajeno. En el aeropuerto nos recogen los voluntarios del festival. En el vuelo de Roma venimos un actor italiano y yo. Vamos a hoteles distintos. A él le dejan primero. Es un hotel fantástico, lo que me hace sospechar que mi hotel será una mierda. Me iba diciendo: ya verás, el actor a dormir ancho, y yo a la pensión La Liendre. Y dudo y maldigo a mis anfitriones hasta que el chófer me deja en la puerta de un Hilton no menos molón que el del actor. Así, sí, me digo, porque la forma de demostrarte aprecio en estos sitios es con las estrellas del hotel. Y entonces pienso en lo que le tiene que joder al actor que un escritorucho reciba un trato análogo al suyo. Y luego me desnudo y me duermo una siesta pensando en lo mezquinos que nos vuelven estos viajes y en lo cómoda que es la cama.

9.

Llaman por megafonía del aeropuerto a la pasajera Bellucci. Y uno se hace ilusiones, claro. 

10.

En el tren, tres chicas veinteañeras hablando a gritos a mi lado. En rigor, no estaba pegando oreja, sus palabras ocupaban todo el espacio sonoro:

--Me echaría novio, pero me gustan muy raros.

--Dime cómo y te presento uno seguro. Venga.

--Pues me gustan los chicos altos, guapos, morenos, que estén bien de cuerpo, no gordos ni flacos, que sean listos, que me diviertan sin ser payasos, que sean elegantes.

--Vale, tengo un amigo que te va a encantar.

Y yo he pensado: venga ya, no puedes ser amiga de Hugh Grant en Bridget Jones. 

11.

Conclusión: la vida imita a Telecinco.

12.

Ser joven es aburridísimo. 

13.

Las citas solemnes de Bertolt Brecht (tanto las reales como las apócrifas) ganan bastante cuando te imaginas a su autor pronunciándolas mientras abrillanta uno de los coches de lujo de su colección.