El Billete
Coto privado
Se acabaron los problemas y las inquietudes. Por fin, el horizonte está despejado y el Gobierno asegurado para rato. El Nuevo Plan Nacional de Carreteras es el gran golpe contra el paro
Luciano G. Egido 18/07/2017
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¡Aleluya! ¡Aleluya! Loado sea el Señor, en las alturas. La gran idea, la gran solución, la salida definitiva de la crisis, el proyecto mágico, la felicidad al alcance de la mano, la euforia justificada, los críticos amordazados. ¡Qué listos somos! Se acabaron los problemas y las inquietudes. Por fin, el horizonte está despejado y el Gobierno asegurado para rato. El Nuevo Plan Nacional de Carreteras, el gran golpe contra el paro, miles de peones con el trabajo fijo para años, contentos los inversores privados, que se llevarán la gran tajada del negocio, porque habrá dinero para todos los grandes empresarios, y miles de automovilistas podrán alcanzar los doscientos por hora, nunca mejor dicho, sobre ruedas, el tráfico será más fluido y las vacaciones más cómodas, ni atascos ni caravanas, la industria del automóvil también saldrá ganando y los fines de semana tendrán otro atractivo más, y los hoteleros se frotarán las manos de gusto y las cafeterías en ruta harán su agosto, durante todo el año. Los paraísos fiscales engrosarán sus recursos, hasta la plétora, pues los empresarios de la operación tendrán más dinero para sacar fuera de España y para domiciliar sus empresas más allá de nuestras fronteras, porque tendrán la ley de su parte y los dividendos garantizados. Y ayudaremos a construir Europa utilizando los préstamos del Banco Europeo de Inversión. Probablemente, como ha ocurrido otras veces (en el Plan Nacional de Carreteras y Autovías, de 1986, presupuestado en 800.000 millones de pesetas, se gastaron 4 billones), los presupuestos de obras se quedarán cortos y habrá que echar mano de los Presupuestos del Estado, sin tocar un ápice los beneficios del negocio. Y, si a pesar de todo, como también ha ocurrido otras veces, la inversión no es tan rentable como lo previsto, el Estado, a través de los impuestos, proveerá. A esto, Jorge Wagensberg lo llama “cleptocracia”, que, después de haber definido el liberalismo, el socialismo y la socialdemocracia, define como “iniciativa pública, para beneficio privado”. Y, a los mulos de carga, lo estricto para que sigan tirando del carro y no se mueran de hambre, a la vera de las grandes autopistas del futuro.
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Luciano G. Egido
Es escritor y periodista. Autor de numerosas novelas y ensayos por los que ha obtenido diversos premios.
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