La colchonería
“Macarra, rojiblanco y goleador”
Diego Costa dejó el Atleti por voluntad propia. Ahora, parece resuelto a regresar
Rubén Uría 3/08/2017
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El maestro Pancho Varona le puso verso y banda sonora al hombre que nada más irse del Atlético de Madrid, entendió que había dejado la que siempre debía ser su casa: "Diego Costa, macarra, rojiblanco y goleador". Como en el caso de Simeone, Diego siempre ha sido consciente de que el Atleti, pertenezca o no al club, es su casa. Dicen los que conocen los pasillos del Calderón como los de su casa, beban en fuentes oficialistas u oficiosas que, en el mismo momento en que Costa firmó por el Chelsea, ya estaba pensando en regresar. En la Premier ha coleccionado goles y jaleos, partidos épicos y juego sucio, actuaciones colosales y cruces de cables habituales. Estandarte colchonero de las tres efes que canta Loquillo y caracterizaban a John Wayne, feo, fuerte y formal, Costa es uno de esos delanteros de los que dicen que es un animal y que, en el fondo, es un sentimental. No hay hincha atlético que no le venere y no hay aficionado del resto del mundo que no le tenga consideración de ariete no grato. Goleador y pendenciero, fuerza de la naturaleza para lo bueno y lo malo, Costa es adrenalina pura en el área. Guste más o menos, Diego es un volcán en constante erupción y un terremoto 7.5 en la escala del cholismo.
En su día, se fue al Chelsea por dinero, después de rendir como un titán por 36 millones, aunque en la caja del Atlético apenas quedaron 19. Nadie le obligó a irse, nadie le puso una pistola en el pecho y dejó el Atleti, donde era feliz, por voluntad propia. Un par de años después, no hay atlético que no le haya echado de menos. Visceral, en toda la extensión de la palabra, Costa, coleccionista de goles y problemas, ciclón incontrolable, dejó un vacío enorme en el Atlético. En un club que presumía hace unos años de fichar grandes delanteros, sus sustitutos han estado a años luz de La Bestia. Mandzukic, guerrero aceptable pero seco en la segunda vuelta, no cuajó. Jackson fue una ruina deportiva – que no económica-, Vietto estuvo por debajo de las expectativas, Gameiro sigue sin despegar después de un traspaso suculento, Correa es un gran talento que aún no acaba de explotar y Torres, emblema del club, bastante hace con asumir, dignamente, un rol que, por sentido común, no le corresponde. Costa, bullanguero, peleón y pura dinamita, añorado por el público del Atleti, siempre ha sido el dueño moral del nueve. Y él lo sabe.
En un club que presumía hace unos años de fichar grandes delanteros, sus sustitutos han estado a años luz de La Bestia
Costa se pasó el verano pasado esperando. Unos dicen que hubo oferta formal del Atleti y otros que hubo interés, pero nada concreto. Unos aceptaron que el fichaje era imposible porque el Chelsea se negó a negociar y otros, con más experiencia en asuntos internos colchoneros, se lamentaron de que el Atlético, que siempre apela a que “los jugadores juegan donde quieren jugar”, no fuera capaz de aplicárselo a Costa. El verano transcurrió, y entre que Diego no forzó a tope (no tenía por qué) y el Atlético no fue eficaz, el club decidió contratar a Gameiro. Fue un golpe para Diego, una decepción para el Cholo y una maldición para el seguidor atlético. Este verano, tras su desencuentro con Conte y ese sorprendente mensaje por WhattsApp donde se le anunciaba que no contaban con él, lo de Costa y el Atleti ha vuelto a tomar cuerpo. El deseo de Simeone es público. Quiere a Costa, luego a Costa y después a Costa. Y Costa quiere ir al Atleti, luego al Atleti y después al Atleti. Ofertas le sobran: el AC Milan, con dinero fresco, está ahí, a la expectativa, roneando a Mendes.
Costa parece resuelto a ponerle letra y música a su regreso al Atlético. Hoy su abogado ha dado el último paso para presionar al Chelsea y dejarle en libertad. Ha activado el “transfer request” para airear su deseo y darle oficialidad a su ansiedad: volver a vestir la rojiblanca. Antes de esto, Costa ha dicho en público que le gustaría volver, se ha grabado vídeos con la camiseta del Atleti y se ha dejado ver en Madrid con sus compañeros, cuando no ha cenado o comido con el hombre que le llevó a tocar el cielo, el Cholo. Más no puede hacer. Porque, hasta la fecha, ha hecho todas esas cosas que se aplauden cuando alguien quiere jugar en tu equipo y se criminalizan cuando quiere irse de él. El tiempo pasa, la negociación se alarga, el Chelsea aún no se ablanda del todo y, a pesar de que todo juega a favor del Atleti, los hinchas están hartos de la sala de espera. Quieren acción. Hablando en plata: Costa está como loco por la música y el Atlético, al que siempre pone las pilas Simeone, en el campo y en el despacho, está obligado a poner dinero, porque no bastará con Sugus de piña.
Costa ha dicho en público que le gustaría volver, se ha grabado vídeos con la camiseta del Atleti y se ha dejado ver en Madrid con sus compañeros
Más allá de lo financiero, lo deportivo no entraña ninguna duda. Si Costa vuelve en forma, si se parece mínimamente al delantero que forjó Simeone, el Atleti habrá conseguido recuperar al delantero que jamás debió perder. En lo tangible, Costa son goles. En lo intangible, mucho más: Costa es una tanqueta programada para cualquier guerra, una baliza capaz de bajar cualquier melón, un velocista único de galopadas de cincuenta metros y una migraña constante para cualquier defensa. Nada más llegar al Atlético de Madrid, Simeone, la única autoridad moral de ese club, dejó claro su objetivo número uno: “Quiero que este sea un equipo molesto”. Costa es justo eso: un delantero molesto. La pieza vital para combatir, otra vez pero con más armas, a los todopoderosos Madrid y Barça. ¿Acabará Costa en el Atleti al final o se entrometerá otro club poniendo más dinero? ¿Pondrá el dinero el Atlético de Madrid o hará falta que Costa se tenga que pasear por las calles de Londres con una bufanda del Frente Atlético? ¿Será capaz el Atlético de fichar las dos peticiones expresas de Simeone, Vitolo y Costa, después de una sanción por la que nadie ha dado la cara? La respuesta tiene dos letras, pero la palabra es una sola.
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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