García en el país favorito de la divina providencia
Capítulo V. En el Club
Guillem Martínez 6/08/2017
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RESUMEN DE LO PUBLICADO: La persona que el diario ha enviado a pasarle un soplo a García sobre las urnas para un referéndum unilateral no es otro que el Capitán Estadella, conspicuo periodista constitucionalista.
Ya en la mesa, un Capitán Estadella muy afable empezó una conversación de besugos.
-Sé que en el pasado hemos tenido nuestros más y nuestros menos pero, francamente, me alegra volver a verle --Estadella no me veía, sino que no dejaba de mirar, con ojos de majara, a un grupo de chicas con microshorts que estaban mirando las pantallas de sus respectivos ordenadores mientras le daban a sendas pipas--. Disculpe, ¿coworking dice que se llama?
Como hombre de mundo que era, cambié de tema.
-¿Y qué le trae por aquí, Estadella, currando en agosto? Le hacía puliéndose en Jamaica el importe del Premio Onésimo Redondo de Periodismo con Valores Constitucionales.
-Rayos, ¿ya se ha fallado? -Estadella se llevó la mano al móvil.
-Estadella, ¿por qué le manda el diario? -Atajé- ¿Qué quiere decirme que no me pudiera soplar por teléfono?
Estadella tomó un buchito de café.
-No me manda el diario, joven.
En lo que pretendía ser un gesto hacia la creación de intriga, Estadella tomó otro buchito de café. Y otro. Y otro. Y otro café. Y un cortado. Y un americano doble. Y sólo cuando se supo dueño de su suspense, agregó:
-Me envía el CNI. Por cierto, ¿este local no huele raro?
-Es el ambientador Johnson & Johnson, que se han pasado con el cloro. ¿Qué diablos quiere el CNI de mi?
-Hace tiempo que no nos vemos, hablemos antes, hombre. Póngame al día. ¿Cómo le va la vida? ¿La familia, bien?
-De coña. Ahora somos cuatro y medio en un piso.
-Siempre supe que usted era un semental. ¿El trabajo bien?
Estadella fue preguntando estupideces de esa guisa hasta que, como quién no quiere la cosa, dejó ir una pregunta extraña.
-¿Y Dios? ¿Sabe algo de Dios?
-Nada, como todo el mundo. ¿Al CNI le interesa mi punto de vista sobre Dios?
-El CNI es una institución de su tiempo, abierta y moderna. Como Letizia. Pero no, no le importa mucho. Lo que le interesa es que Dios haya anunciado una visita a España y que no haya venido.
-Hablen con el Dalai Lama.
-Ya lo hemos hecho. Hablaba tibetano, esa lengua con ganchitos, y fue un lío. Un Guardia Civil que vino con nosotros a la India nos pidió que se lo dejáramos a solas un par de días, y que acabaría hablando castellano de Valladolid. Pero hablemos de usted. ¿No le parece raro que Dios no cumpla su palabra? A nosotros, sí.
Iba a hacer un chiste con Primo Levi, pero recordé con quién estaba hablando y el refrán que acaba con la alocución echar flores a los cerdos. Estadella prosiguió.
Iba a hacer un chiste con Primo Levi, pero recordé con quién estaba hablando y el refrán que acaba con la alocución echar flores a los cerdos
-Nos estamos planteando la posibilidad de que Dios, en efecto, ya haya venido. Y que, de alguna manera, por su natural bondad, por intoxicación informativa, o por malas compañías, esté apoyando la causa catalana.
-No me joda, Estadella.
-No le jodo. Recuerde el Misterio de Ulldecona. ¿Qué dijo la Virgen a aquel rojo separatista?
-No es un rojo separatista. El pollo está por la liberación del suelo hasta el núcleo terráqueo, y tiene 234 causas por evasión de todo lo que ha mangado en su trayectoria política, que inició con su Primera Comunión. Y sí, la Virgen pidió que le dieran a los españoles un gec d'hòsties. Pero otra virgen anterior, recuerde, pidió a un ministro que le diera a los catalanes por el culo con una...
-Sí, sí. Lo recuerdo. Pero Dios, en su sabiduría, nunca se contradice. ¿Qué mensaje de los facilitados por la Virgen prima entonces? ¿El primero, cuando pidió a Kichi la venezolización de Cádiz?, ¿el segundo, cuando apostó por el orden y la armonía constitucionales?, ¿el tercero, cuando la Virgen emitió un misterio por el que, a presión y temperatura normales, debería haber sido inhabilitada por el TC? Imagínese que prima el tercero. Imagínese, por tanto, que Dios estuviera secuestrado por una organización separatista.
Imagínese, por tanto, que Dios estuviera secuestrado por una organización separatista
El CNI está como una chota, pensé.
-¿Y qué pinto yo en todo esto?
-Nada. Lo que le he dicho son líneas de investigación. Tenemos otras miles. Ya nos conoce.
Pero lo que dijo a continuación Estadella me golpeó con tanta fuerza el pecho que me atraganté y escupí el último sorbo de café. Tal vez, incluso, el primero.
-Pero tanto si lo que le he dicho es cierto al final como si no, hay una cosa clara. Detrás de todo esto sólo puede haber una persona, Puigdecabanes.
Cuando me recompuse, tomé la palabra con toda la flema de la que fui capaz.
-¿Q-q-q-qué sabe de Puigdecabanes?
-Sabemos todo lo que ha explicado en sus artículos de investigación. Por los que, por cierto, le felicito. Es usted un periodista de raza. Pero también tenemos otros datos propios, facilitados por nuestro agente en New York, a riesgo de su propia vida.
-La hostia -dije. No me lo puedo creer.
-Sabemos que lo de la mansión submarina es una trola. O, como decimos los periodistas, una nota de color. Pero también sabemos que todo lo demás es cierto. Nuestro agente nos lo ha confirmado. También que Puigdecabanes ha adquirido las urnas para un referéndum unilateral.
-¿Dónde? ¿En Walapop?
-No, en Corea del Norte. Han tardado un huevo en hacerlas porque los norcoreanos no sabían qué coño era un urna. Pero ya las han fabricado. Es más, fueron traídas, sin montar, a las costas catalanas en un submarino de Puigdecabanes. Ahora están almacenadas, a buen recaudo, en algún punto de la españolísima Cataluña.
A esa altura de la conversación ya tenía la cabeza hundida entre mis manos. Desde ahí abajo, Estadella escuchó mi voz:
-¿Cómo dice que se llama su agente en New York?
-No se lo he dicho. Pero se llama Martínez.
Me hice una composición de lugar. El tal Martínez debía de ser otro periodista lampante. Compartía piso con cuatro seres. Quizás cuatro y medio. Trabajaría de coach, vería ratones en las esquinas, y le había echado huevos y, desde algún piso de Vallecas, estaba haciendo informes al CNI para ganarse cuatro duros. Me cagué en Martínez, pero no tanto como me estaba cagando en García.
-¿Y qué pinto yo en todo esto?
-Esto es lo mejor. Martínez nos ha informado de que, desde el 1 de Agosto, Puigdecabanes está en Cataluña, de incógnito. Se pondrá en contacto con usted, fijo. Al fin y al cabo, usted es la única persona con la que habla. Cuando eso suceda, nos lo dice. Y se saca una pasta.
"Se saca una pasta" fue lo único que consiguió que recuperara la espalda erguida. Aún así, decidí ser cauto. Con el CNI, si uno es pobre, no se hacen nunca buenos negocios.
-Igual Puigdecabanes pasa de mi. El tío es listo. No querrá exponerse.
-Lo dudo. Pero si eso es así, tranquilo, que tenemos plan B. Mire esta foto.
Estadella me dio una fotografía. No me lo podía creer. Era el señor Chang.
-¿Q-q-q-quién es este pollo?
-Buen intento, pero no se haga el sueco. Es Míster Chang, el principal esbirro de Puigdecabanes. Usted mismo le dedicó 30 artículos. Por cierto, las alas de su sombrero cortante no son de titanio sino, como nos explicó Martínez, de acero. De Vizcaya. Míster Chang hace meses que está instalado en Barcelona. Tiene un restaurant. Pero es una tapadera. Por lo visto, cría ratones. Valoramos la posibilidad de que esté trabajando en algún tipo de arma biológica.
Empezaba a odiar a Martínez.
-El plan es sencillo. Usted se deja querer por Puigdecabanes y, si le llama, nos lo dice. Si no le llama, pues indague en lo de Míster Chang. Acabe con lo de las urnas. Y, si en el periplo, se entera de algo de Dios que confirme nuestras sospechas, nos lo dice.
Lo que dijo a continuación Estadella fue, empero, aún más sorprendente. Tanto como su voz, que se tornó pastosa y taciturna:
-Pero hablemos de sus ojos. Me está taladrando los míos con los rayos de su mirada, provocando en mi cerebro la sensación de mundos conectados entre sí. Y sus labios, mírelos. Venga, bésame, ladrón.
Justo en ese momento, unos individuos con traje negro y gafas negras estaban enseñando sus placas a la chica Bond de recepción. Posteriormente, se me acercaron
Llevábamos tanto tiempo en el club de cannabis que, en efecto, a Estadella le había subido el flow. Afortunadamente, en ese preciso instante se quedó ceporro como un bebé.
Frente a un Estadella dormido estuve pensando en mis nuevos y muchos problemas. Que no tardarían en acrecentarse. Justo en ese momento, unos individuos con traje negro y gafas negras estaban enseñando sus placas a la chica Bond de recepción. Posteriormente, se me acercaron. Si no fuera porque acababa de hablar con el CNI, diría que eran el CNI. Uno de ellos abrió la boca de la cara. DIjo, en perfecto catalán, una palabra:
-¿García?
A lo que luego agregó:
-Somos de la BURRA.
-¿Lo qué?
-El Buró Unificat de Recerques Autònomiques. El CNI catalán, vamos. ¿Podemos hablar?
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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