El empleo cae cuatro veces más entre los europeos con baja cualificación
Solo a un 63,6% de las personas europeas con bajo nivel formativo participar de forma activa en el mercado laboral, frente al 80% de las personas con nivel educativo medio y el 88,8% de los que disponen de un alto nivel formativo
Carlos H. de Frutos 14/09/2017
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Las nuevas dinámicas generadas en la estructuración del mercado laboral durante la última década se han consolidado como uno de los efectos más determinantes la crisis económica en Europa. Esta transformación del trabajo, unida a la incidencia del desarrollo tecnológico en los sistemas de producción, tiene como resultado un escenario laboral en el que el nivel de cualificación del capital humano se erige como la pieza angular del empleo del siglo XXI.
La consolidación de la precarización, que se está cronificando en la gran mayoría de los Estados miembro de la Unión Europea, implica perpetuar la actual desigualdad de oportunidades y la exclusión social de los trabajadores más vulnerables, aquellos con escasa cualificación. Asimismo, a nivel macroeconómico, la subutilización de los recursos humanos amenaza con lastrar el crecimiento potencial de la economía europea.
El informe Investing in skills pays off: the economic and social cost of low-skilled adults in the EU, publicado por el European Center for the Development of Vocational Training (Cedefop), analiza las características de este fenómeno de infracualificación, así como las consecuencias del mismo sobre el mercado laboral europeo y las posibles medidas a poner en marcha a fin de tratar de paliar sus efectos sobre la competitividad de la Unión Europea. El informe considera supuestos que analizan la cualificación del trabajador más allá del mero nivel de estudios, parámetro que tradicionalmente se establece como prioritario en este sentido. Así, el grado de desvinculación del mercado de trabajo debido al desempleo de larga duración, la obsolescencia de destrezas y titulaciones o las barreras impuestas por las demandas del mercado son otros de los factores involucrados en la exclusión del mercado laboral.
El nivel de formación se ha incrementado sustancialmente en Europa durante las últimas décadas, especialmente entre las generaciones más jóvenes que aprovecharon el desarrollo del sistema educativo precrisis. Así, en 2015 el porcentaje de adultos con baja cualificación disminuyó hasta el 23,5%. Sin embargo, a pesar de la existencia de esta tendencia a largo plazo, más de 1 de cada 4 europeos de entre 25 y 64 años –unos 64 millones de personas-- tienen aún una baja cualificación. De esta forma, solo a un 63,6% de las personas europeas con este nivel de cualificación participa de forma activa en el mercado laboral, frente al 80% de las personas con nivel educativo medio y el 88,8% de los que disponen de un alto nivel formativo.
En el aspecto educativo, el informe también presenta datos sobre el ratio empleabilidad dentro de la UE. El promedio de desempleados con un bajo nivel de estudios en los países miembro de la Unión Europea alcanza el 16,3%, cifra que contrasta con el 5,2% de parados entre las personas con títulos superiores. Durante los años de la crisis, la tasa de empleo dentro de este grupo poblacional ha disminuido cerca de un 4% de media en la Europa comunitaria entre 2007 y 2015, cuatro veces más que la de las personas con alto nivel educativo. La tasa de desempleo, por su parte, ha aumentado en más de 7 puntos porcentuales durante este período de crisis entre este grupo.
El nivel de formación no afecta únicamente al número de personas empleadas, sino que las condiciones laborales de dichos empleos también se ven afectadas por estos parámetros, dándose entre los trabajadores menos cualificados situaciones de precariedad de forma mucho más frecuente que en el caso de personas con alto nivel de formación, que, además de tener contratos más altos y estables, son más proclives a trabajar por cuenta propia.
En España, el mercado laboral presenta una situación muy alejada de la europea en cuanto a cifras y estructuración del empleo. La estructura productiva del país está ampliamente condicionada por el papel que nuestra economía ha desarrollado dentro del marco de producción europea desde principios de los años 90. Un papel basado en la especialización en actividades de servicios de bajo nivel añadido y una industria caracterizada por el predominio de las labores fabriles sobre las profesionales y técnicas. Esta problemática ha generado una situación de déficit en la empleabilidad de profesionales especializados en trabajos abstractos que requieren un alto nivel de cualificación. Esto ha provocado una mayor incidencia de fenómenos de polarización del empleo que la que muestran nuestros socios comunitarios. Ejemplo de ello es la sobrecualificación que se empieza a vislumbrar como una condición intrínseca al propio modelo de trabajo en España.
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Espacio de información realizado con la colaboración del Observatorio Social de “la Caixa”.