Tribuna
La lógica de la ocupación
Sin negociación no hay salida. Y la negociación de la integración de Cataluña en España exige la exclusión del poder judicial y la participación de las Cortes, el Parlament y el cuerpo electoral de esta nacionalidad
Javier Pérez Royo 29/09/2017
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“No me pregunte cómo empezó la Primera Guerra Mundial”, responde escuetamente la historiadora Margaret MacMillan al periodista que la estaba entrevistando, reafirmando con ello lo que se ha convertido en una suerte de lugar común en la historiografía reciente sobre la Primera Guerra Mundial. Nadie quería la guerra, ningún gobierno de ningún país tomó decisiones conscientemente en esa dirección, pero todos dieron pasos que acabaron conduciendo a ella de manera inexorable.
Ningún país está libre de avanzar inadvertidamente hacia la catástrofe. La mayor parte de los conflictos de una cierta entidad empiezan porque nadie piensa que se van a desarrollar de la forma en que lo acaban haciendo y que van a tener las consecuencias que acaban teniendo. ¿Se habría iniciado la invasión de Irak si el presidente Bush hubiera sabido que la invasión iba a ser lo que ha sido? ¿Habría convocado Camerón el referéndum del Brexit?
Obviamente, no se pueden comparar las relaciones entre Cataluña y el Estado español con ninguna de las situaciones a las que acabo de hacer referencia. Pero, a nuestra escala, la catástrofe que puede producirse es formidable. Y también hemos avanzado hacia ella inadvertidamente. Cuando José Luis Rodríguez Zapatero dijo en un mitin que aprobaría cualquier Estatuto que hubiera validado el Parlament, cuando se firmó el “Pacto del Tinell”, cuando el PP decidió no participar en el debate sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña, descabalgando a Josep Piqué, cuando el Parlament aprobó un Proyecto de Estatuto de Autonomía que era una “carta a los Reyes Magos”, cuando tras ser corregido profundamente dicho Proyecto de Estatuto por el Congreso de los Diputados y ser aprobado en referéndum, el PP decidió recurrirlo ante el Tribunal Constitucional y maniobró de manera torticera para conseguir su objetivo, cuando el Tribunal Constitucional se dejó arrastrar por el PP adonde nunca debería haberse dejado arrastrar y dictó la sentencia que dictó...
La enumeración no es exhaustiva, sino simplemente ejemplificativa. A nadie se le ocurrió que haciendo lo que estaban haciendo podíamos acabar en el 1-0. Estoy seguro de que, si no todos, casi todos los que participaron en los actos que he enumerado no harían lo que hicieron si pudieran dar marcha atrás. Pero lo hicieron y aquí estamos. Como decía Kierkegaard, la historia se entiende hacia atrás pero hay que hacerla hacia delante. Esa es la gran dificultad.
Ahora estamos donde estamos. Hay cosas que ya no podemos evitar, pero hay otras en las que todavía estamos a tiempo.
la lógica de la ocupación se está imponiendo de una manera insidiosa. Nadie habla expresamente de ella, pero se están dando pasos en esa dirección
La más importante, en mi opinión, es evitar la “ocupación de Cataluña”. Con una Cataluña ocupada no puede haber democracia en España. Todavía estamos a tiempo de evitar que se produzca dicho disparate, que sería suicida. Pero no disponemos de mucho, porque la lógica de la ocupación se está imponiendo de una manera insidiosa. Nadie habla expresamente de ella, pero se están dando pasos en esa dirección. Desde los ministerios del Interior, Justicia y Economía y desde la Fiscalía General se están adoptando decisiones, que están siendo avaladas por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y la Audiencia Nacional, que, si no se corrigen, van a conducir inevitablemente a la ocupación de Cataluña y a dirigir políticamente la comunidad sin la legitimación democrática de los ciudadanos de dicha “nacionalidad”, si utilizamos el término del artículo 2 de la Constitución, o de dicha “Nación”, si atendemos a lo que se consideran a sí mismos los ciudadanos de Cataluña.
Los procesos judiciales, una vez que se ponen en marcha, son muy difíciles, cuando no imposibles de detener. Inhabilitar políticamente al nacionalismo catalán, que es lo que supondrían los procesos contra los alcaldes, que inevitablemente se tendrían que extender a todos los concejales, que se reafirmarían en la postura de sus alcaldes, a los miembros del Govern y altos cargos de la Generalitat, iniciar procesos por sedición y rebelión contra los presidentes de la ANC y ÒMNIUM, únicamente puede conducir a la ocupación de Cataluña con un alto grado de coacción física.
En la lógica de la ocupación se sabe cómo se entra, pero no cómo se sale. Exactamente igual que ocurre en la lógica del golpe de Estado. Ya nos ha pasado con el recurso contra el Estatuto de Autonomía. Se dio un golpe de Estado, quebrando la Constitución Territorial de 1978, como si lo que el Tribunal Constitucional estuviera haciendo es dictar una sentencia más de las miles que ha dictado. Desde ese momento Cataluña está sin Constitución y ahora no sabemos cómo podemos salir del laberinto en que nos hemos metido.
Si nos seguimos deslizando por el camino por el que vamos, acabaremos con Cataluña “ocupada” y con una España en la que será imposible la democracia.
Sin negociación no hay salida. Y la negociación de la integración de Cataluña en España exige la exclusión del poder judicial. Los jueces están constitucionalmente inhabilitados para participar en una negociación. No pueden hacerlo por mandato constitucional. Únicamente órganos legitimados democráticamente de manera directa pueden negociar. Y una negociación genuina no puede tener lugar con la espada de Damocles de un eventual recurso al juez, sea constitucional u ordinario. Son las Cortes Generales, el Parlament de Cataluña y el cuerpo electoral de esta nacionalidad los únicos que pueden participar en la negociación y decisión acerca de la integración de Cataluña en España.
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Javier Pérez Royo
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3 comentario(s)
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Manuel
Me parece un articulo muy razonable. Para eso debería haber un interlocutor valido, que salga de las urnas de unas elecciones autonómicas que no tenga la carga de ilegalidad y desafío de Puigdemont. Y lo ideal sería tambien un referendum estatal para verificar a quien se le da voz en esas negociaciones por parte del estado
Hace 7 años
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Victor
A mi me parece no solo este articulo, sino todos los de esta serie bastante razonables. No veo el disparate por ningún sitio.
Hace 7 años
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Inmaculada
También afirma Margaret MacMillan lo siguiente: "Si se hubieran unido todos los obreros de Europa, no habría habido guerra, pero el nacionalismo demostró ser una fuerza mayor”. Y dice igualmente que el problema fue que los líderes no supieron mantener la paz. Diría que votar consultas ilegales amordazando a la oposición dentro de un parlamento e incumpliendo sus normas no es precisamente un gesto de buena voluntad. O sea, desde el primer párrafo, este artículo es un disparate.
Hace 7 años
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