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Ayer estuve en la Puerta del Sol y al salir del metro unas señoras de unos 60 años estaban dando la mano a tres policías nacionales. Al adentrarme en la calle de Espoz y Mina vi a un señor en edad de jubilación con barretina y una pancarta que pedía la dimisión de todos los políticos sin excepciones. Vi a turistas cargados de bolsas. Muchas camisetas de fútbol, mucho calor. Cerca estaba el bar de Bertín Osborne y a mí se me pasó por la cabeza hacer allí el próximo Fuera de Contexto. Ya saben, yo y mi cabecica loca. 

Los grupos de whatsapp echan humo desde el domingo pero sólo he respondido una sola vez. Abro los periódicos y constato una de las pocas cosas que tengo claras del asunto: es un fracaso de los políticos, irresponsables hasta la náusea, y del periodismo. Que escribimos a golpe de tuit y de imagen y convertimos la anécdota en categoría. Datos oficiales, partes médicos, reposo antes de teclear piden algunos, en cuyo equipo milito. Ingenuidad la mía. Qué tristeza.

Llevo cuatro días callada, pero como decía un amigo, a veces es mucho más fácil tirar del hilo con desconocidos. Así que me pronuncio con un grupo de periodistas a los que acabo de conocer. Todos coincidimos en la preocupación pero parece que ninguno queremos mojarnos por si acaso. Preocupante, como si opinar te marginara a un bando del que ya nunca más podrás salir, como si el color gris hubiera desaparecido en todo esto. Y como si hubiera que tener una opinión clarísima de todo esto. Yo, que soy colchonera militante pero a veces quiero que gane el equipo de Zidane. Yo, orgullosa incoherente.

Comentamos el mal rato que pasó el compañero de La Sexta al que increparon durante la cobertura de la noticia. Uno de los colegas dice entonces algo así como que a quién se le ocurre meterse en la boca del lobo. Que parece que van ahí provocando con tal de buscar la audiencia. Entonces salto, cuando en mi estómago y en mis venas sólo albergo medio litro de agua mineral. ¿Estamos entonces justificando que nos increpen por hacer nuestro trabajo? ¿Desde cuándo el periodista tiene que huir de donde está la noticia? ¿Qué sentido tiene entonces lo que hacemos? Me acuerdo entonces de mi amiga Noelia Atance, a la que increparon por hacer su trabajo durante el 15M en cuanto vieron el micrófono de Intereconomía. Qué cosa ésta la de combinar claveles y canciones con insultos. En apenas diez segundos. Siempre nos queda lo de siempre, ser opinadores y revolucionarios de salón.

Hoy es miércoles, cerramos nuevo número de CTXT y yo necesito aferrarme al humor, por muy negro que sea. Así que acudo a oasis que aunque no me representan al menos no me duelen. Porque los miércoles, desde hace mucho tiempo, salen las revistas del corazón. Y ¡Hola!, que sigue siendo uno de los ejes vertebradores del país, nos da la noticia de que Ortega Cano se casa. Entonces pienso, con esta catarsis e historia de redención de por medio, que no todo está perdido. Un torero en la portada de la revista del saludo. Un jugador del Barça, Piqué, sin miedo a decir lo que piensa. Bendita coherencia.