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Como diría Pérez Reverte sobre Gabriel Rufián y la política, en España tenemos los intelectuales que nos merecemos. La cosa no ha pasado de repente, de un día para otro. Han sido décadas tragando el mismo menú intelectual del día en los mismos medios de siempre, esos que sirven la observación del entorno con crítica light y precocinada. Años sin abrir las cómodas ventanas de “la normalidad” que hoy día siguen cerradas a unas nuevas perspectivas que, cuando algunos se han querido dar cuenta, ya estaban aquí. Ni las vieron venir. La dejadez nos ha llevado a una brutal paradoja: en España tenemos una élite intelectual que denuncia y desprecia por defecto cualquier nueva tendencia o cambio en lugar de alumbrar y dar perspectiva. Dejación de funciones bien pagada es hoy el oficio de intelectual. Esto del feminismo es peor que la dictadura de Franco; madre mía qué peligro tienen las redes sociales, ahí habla cualquiera de cualquier cosa sin tener ni puta idea; ahora le das una hostia a un crío y te meten en la cárcel, así salen luego los chavales; pero dónde va con esas pintas ese tío al Congreso. No hay reflexión de la clase intelectual que no pudiera ser aplaudida enérgicamente por el 90% del fondo sur –un lugar nada élite por otro lado, según las propias élites y su clasismo– de un campo de fútbol. Verdades como puños dice ese Reverte cada vez que abre la boca.
Precisamente uno de los máximos representantes de la crema de la intelectualidad, Pérez Reverte, abría la boca la noche del pasado sábado en el programa La Sexta Noche. Lo hacía desde un púlpito del máximo nivel: la Real Academia Española. Como para chistarle en algo. Reverte, gran escritor, metido entre libro y libro a eso de ser élite, se despachaba con verdades como puños con la excusa de la promoción de su nueva novela y lo hacía de la forma habitual. Más de lo mismo, más de lo de siempre: vender como librepensamiento e incorrección lo que en realidad no es más que –con razón o sin ella– la postura masiva y hegemónica de desprecio hacia lo nuevo y mirada atrás. Ya nada es como ayer, que es justo lo que pasaba ayer antes de serlo.
Los españoles somos así de cainitas –explicaba Pérez Reverte como el científico que habla en alto mientras observa microorganismos a través del microscopio– porque nos han quitado de la educación, de la formación académica la Historia, por eso la culpa es de los ministros de Educación. Como suele pasar demasiado a menudo en el mundo de la élite intelectual, el razonamiento era bastante agradecido de escuchar pero no era real. Con más o menos éxito que tampoco tendría por qué explicar de por sí distintos aspectos sociales del hoy, lo cierto es que los niños no han dejado de recibir esa formación en Historia. En toda la etapa de la ESO y en su respectiva rama de Bachillerato, la Historia sigue siendo obligatoria. Nunca dejó de serlo a pesar de las certezas de Reverte o de las muchísimas estanterías llenas de libros que adornaban la entrevista con el escritor.
Tras lo histórico le tocó el turno a la historia del hoy: lo tecnológico. Tras reconocer Reverte que se divierte en redes sociales observando las peleas que él mismo provoca –efecto microscopio una vez más– el escritor y periodista se puso serio. Las redes sociales han matado al periodismo, aseguraba –ojalá algún día lea un medio como CTXT que encuentra en las redes y sus usuarios la fidelidad y financiación que otros medios respetables encuentran en subvenciones de partidos corruptos. “Antes el lector necesitaba el rigor de un periodista culto, formado, preparado, para transmitir información, ahora cualquiera puede manipular y mentir”. De hecho, manipulación y mentira son palabras que, como almóndiga, amigovio o culamen, acaban de ser aceptadas recientemente por la RAE en la que se sienta Reverte. Antes de las redes sociales no existían tales conceptos. Hablando de redes sociales, Reverte descubrió en público su particular teoría sobre la persona que aúna todo lo que un intelectual melancólico puede detestar: juventud, reivindicación y redes sociales. “A Rufían le pegaban en el colegio, de ahí salen un montón de conductas posteriores”. La élite, dedicada al estudio de la moderna teoría de “una hostia a tiempo”, ha dejado, entre tantas otras cosas, pasar por alto asuntos como el del acoso escolar, cosa de bobos. Antes el de las gafas no se quejaba porque se las partieran.
“Cuando escucho a un político decir que es un preso político me da la risa”, explicaba Reverte y no es que le divierta –ni deje de hacerlo– que en España haya detenciones por motivos políticos, sino que en este campo tampoco nada es ya como antes. Antiguamente un preso político era torturado, explicaba el escritor, motivo por el cual, al parecer, los presos políticos del hoy no lo son. El razonamiento es impecable. Lo de que nada es como antes sirve en la élite para todos los ámbitos y tampoco se salva la izquierda. “Un dirigente de izquierdas antiguo me explicaba que a Companys lo hubieran fusilado ellos mismos por traición a la República. Era una izquierda culta y coherente, la de hoy pone dos tuits y ya cree que eso es una teoría política”.
“Necesitamos gente con talla que tire del carro para que los que no la tienen puedan ir con ellos. Estamos teniendo hijos de unas generaciones de despojo moral e intelectual”, iba concluyendo el intelectual Reverte la entrevista tras confesar que a él España ya no le duele tanto como antes porque había aprendido a ser estoico –no es un futbolista del Barcelona estuvo a punto de explicar por si había algún bobo de twitter viendo la tele. Me molesta el bobo que se atreve a sentar cátedra desde su ignorancia. No se refería, por supuesto, a la clase intelectual dominante que ocupa sillones. El baño de clasismo y de intelectualidad Wikipedia –mucho dato sin reflexión traída al hoy– acababa con Reverte buscando el perfil humilde –es buen guionista– y demostrando que este país tiene un problema de desquicie que no es exclusivo de la política: “Mi mirada ecuánime me permite no despreciar al ser humano”. ¿A cuál de todos ellos, Arturo?
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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