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El cuadro 'A derradeira leición do mestre'.
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Una de las obras artísticas más desgarradoras, por descriptiva, sobre el salvajismo franquista en los primeros momentos del golpe son los Álbumes de guerra (Galicia mártir, Atila en Galicia, Milicianos) que Castelao dibujó en 1937 y 1938. Una de las escenas, la sexta del primer álbum, es A derradeira leición do mestre (La última lección del maestro, o más exactamente, La lección final). Galicia fue de las zonas donde no hubo guerra civil, solo represión, metódica e individualizada, desde el 18 de julio, y Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, diputado del Partido Galeguista y su secretario político, habría sido seguramente asesinado, pero se salvó porque esos días estaba en Madrid, presentando en el Congreso el Estatuto de Autonomía, que ya había sido plebiscitado. No tuvo esa suerte, entre muchos otros, Alexandre Bóveda, uno de sus correligionarios más queridos y el principal redactor del Estatuto (el secretario de la comisión redactora era Enrique Rajoy Leloup, abuelo del actual presidente del Gobierno), fusilado después de una farsa de juicio. Hay quien dice que la cara del maestro asesinado llorado por sus alumnos era la de Bóveda.
Castelao logró refugio, primero en Nueva York y después en Buenos Aires. En los dos sitios tuvo una enorme actividad política, fue ministro de uno de los gobiernos republicanos en el exilio, y también presidente del Consello de Galicia, el gobierno autonómico, también en el exilio, como lo hubiese sido sin duda del real si aquel Estatuto hubiese sido implantado. También realizó una intensa actividad cultural. Para la Casa de Galicia de Nueva York-Unity Galicia pintó un cuadro que todavía conservan en la sede de Queens, y para el Centro Ourensano de Buenos Aires, recreó en un óleo de 2 metros por 1,30 aquel dibujo del maestro que ya, por su fuerza expresiva había sido utilizado en su día para un sello de correos de la República. Es, según escribió Manuel Rivas, «el cuadro más estremecedor del arte gallego, nuestro ‘Gernika’, nuestro ‘Los fusilamientos del 3 de mayo’». El autor, un hombre que decía que se había hecho médico por amor a su padre, pero que no ejercía la profesión por amor a la humanidad, murió en el hospital del Centro Gallego, el 7 de enero de 1950. Allí se conserva aquella habitación como entonces, mientras el cuadro pasó en herencia del Centro de Ourense al Centro Galicia, una entidad que reunió en los años 70 a los centros provinciales (sí, es un lío, el Centro Galicia no es el Gallego y además hay una Federación de Sociedades Gallegas).
Sello de Correos de campaña de 1939.
“Habiendo fallecido en Buenos Aires el político republicano y separatista gallego Alfonso Rodríguez Castelao se advierte lo siguiente: La noticia de su muerte se dará en páginas interiores y a una columna. Caso de insertar fotografía, esta no deberá ser de ningún acto político. Se elogiarán únicamente del fallecido sus características de humorista, literato y caricaturista. Se podrá destacar su personalidad política, siempre y cuando se mencione que aquella fue errada y que se espera de la misericordia de Dios el perdón de sus pecados. De su actividad literaria y artística no se hará mención alguna del libro ‘Sempre en Galiza’ ni de los álbumes de dibujos de la guerra civil. Cualquier omisión de estas instrucciones dará lugar al correspondiente expediente”. Esta fue la nota-consigna que distribuyó para la ocasión la Dirección General de Prensa. Sin embargo, como era de prever, Sempre en Galiza se distribuyó bajo mano, Castelao siguió siendo un humorista tremendamente popular, y su figura empezó a reivindicarse antes incluso de que muriese Franco.
En 1984 la Xunta (de Alianza Popular) trajo sus restos desde el cementerio bonaerense de La Chacarita hasta el Panteón de Galegos Ilustres en medio de las protestas de la izquierda porque no venían a la Galicia libre que él hubiese querido. Desde aquel año, las medallas que lleva el nombre del político republicano son el galardón con el que el gobierno gallego distingue a los ciudadanos destacados. En 2011, la Xunta (PP) declaró su obra Bien de Interés Cultural Inmaterial. El presidente Alberto Núñez Feijóo lo ha citado varias veces como su referente (de lo que se deduce que no lo ha leído, al menos los textos políticos). En estas estábamos, con la figura del que podría haber sido el primer presidente democrático de Galicia plenamente elevada a los altares, pese a su muerte en el exilio, cuando salta lo del cuadro. Que viene.
La pasada semana, se hizo público que la Consellería de Cultura había negociado el préstamo de la obra. Sería durante los tres o cuatro últimos meses del año, pero la polémica ya está calentando motores. Un sector no desdeñable de la política y la cultura pide que la «vuelta» (la llegada, en realidad, porque nunca estuvo en Galicia) sea definitiva. De hecho, lo reitera, porque ya en 2015, hubo no solo voces, sino 11.000 firmas respaldando una iniciativa legislativa que presentó en el Parlamento Gallego la exdiputada del BNG Pilar García Negro, en la que se solicitaba el acceso a la obra completa de Castelao y la presencia del cuadro «recluido» en Buenos Aires. Al contrario que en 1984 con los restos del autor, aquí hay división de opiniones en el campo progresista sobre la obra: un editorial del semanario nacionalista Sermos pedía que el retorno fuese definitivo, no temporal, y en ese sentido se manifestó también el anterior presidente de la Real Academia Galega, Xesús Alonso Montero (en 1984 Alonso, entonces militante del PCG, fue el protagonista de una de las más difundidas imágenes de la protesta contra la llegada de los restos en el aeropuerto de Lavacolla). Su sucesor, Víctor Fernández Freixanes, al contrario, considera que sus propietarios son los emigrantes, y que las leyes argentinas tienen algo que decir. El Pen Club está en esa línea, la Academia de Bellas Artes querría que el cuadro quedase en Galicia… La Xunta no dice nada.
Mientras tanto, los gallego-argentinos, los directivos del Centro Galicia, del Instituto Santiago Apóstol (el único de enseñanza media de fuera de Galicia que da clases en gallego de forma oficial), de la Federación de Sociedades, escritores y periodistas en las dos lenguas y las dos nacionalidades dicen que Castelao lo pintó para ellos, y que el cuadro está en Galicia, porque el país no se puede reducir al pequeño territorio europeo donde tuvo su origen. Posiblemente la última ―aunque no la final― lección del maestro sea que, en los tiempos actuales, no hay nada como una buena polémica para prender el foco de la popularidad sobre tesoros que permanecían semiocultos.
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Autor >
Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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