Arqueología del Procés
El libro de Jordi Amat 'Largo proceso, amargo sueño' es una invitación a la reflexión sobre la política catalana actual y la de sus orígenes de hace ochenta años
Andreu Navarra 16/05/2018
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“Este libro, entre otras cosas, quiere explicar cómo y cuándo se pusieron los fundamentos de un templo hoy en ruinas”. Así es como ve el estado del autogobierno, y supongo que el estado anímico que le rodea, el autor Jordi Amat (Barcelona, 1978), que acaba de publicar Largo proceso, amargo sueño. Se trata de la refundición de una obra anterior, El llarg procés (2015), que abrió una ruidosa polémica hace ya algunos años, porque modificó sustancialmente el relato histórico que el catalanismo había construido durante las últimas décadas. A finales de marzo de 2015, con ironía, un periodista recomendó a Amat que se fuera probando chalecos antibalas, porque iba a ser declarado enemigo público número uno. A tanto no hubo que llegar, pero el escándalo fue notable: “Me desquité”, explica Amat, “con un artículo de urgencia que escribí ese mediodía y luego publiqué en el digital Núvol; lo titulé, para provocar, “El día que em vaig fer falangista”. A media tarde nos fuimos al CCCB donde Jordi Gracia, Enric Juliana, Vicenç Villatoro y Antoni Vives hicieron la presentación”. Tengo un muy buen recuerdo de aquel acto, que fue especialmente plural y cívico.
El lector hispánico que desee informarse sobre cómo se construyó el catalanismo democrático, y cómo desembocó en la hegemonía política del independentismo, cuenta, a partir de ahora, con esta herramienta fundamental. No se trata de otra, una más, batería de opiniones poco contrastadas. Como yo lo entiendo, Largo proceso, amargo sueño, cuenta con tres ventajas extraordinarias: en primer lugar, la cantidad de datos y sabiduría que acumula el autor; en segundo lugar, su talento narrativo de siempre, y el enfoque de “larga duración” a través del cual va desgranando la historia del catalanismo y el nacionalismo político desde las catacumbas a las que había sido relegado tras el final de la guerra civil.
Es el tono habitual de Amat, a quien he escuchado declarar que le obsesiona el antifranquismo. El tono de sus libros anteriores, como el aún reciente Com una pàtria. Vida de Josep Benet, La primavera de Múnich (2016) o Las voces del diálogo. Poesía y política del medio siglo (2007). Libros de mucho calado, productos de muchos años de indagar en archivos y hemerotecas. En realidad, Amat combina el ensayo de interpretación cultural con la biografía: inscribe fragmentos de vida de tantos intelectuales (Francesc Cambó, Joan Estelrich, Gaziel, Eduard Aunós, Josep Pla, Ignasi Agustí, Néstor Luján, Josep Vergés, Dionisio Ridruejo, Maurici Serrahima, Carles Riba, Albert Manent, Josep Benet, Jaume Vicens Vives, Jordi Pujol) en el discurso general de su libro, generando un mosaico con innumerables detalles significativos. Lo que permite una obra unitaria y coral a la vez, tan concreta como general.
Destaca su habilidad para trazar, en escasos renglones, una personalidad o una trayectoria: “Serrahima –un gran diarista, un escritor de cartas infatigable, un sagaz crítico literario– es un personaje apenas considerado en el relato de la cultura catalana contemporánea. Durante los años veinte su grafomanía maduró en plataformas confesionales –la más destacada, la revista La Paraula Cristiana– y, desde aquí, se catapultó como una joven promesa de una nueva ilustración católica”. Lo de Amat es puro puntillismo historiográfico.
Algunas de estas figuras (Josep Benet, Maurici Serrahima, Albert Manent, Carles Riba, Josep Maria Vilaseca Marcet) no son muy conocidas en la península. Me parece muy oportuno que se pongan a caminar entre el coro de voces conocidas para todo el ámbito castellanopensante. No se trata de una aportación desdeñable. Hace tres años resultaba urgente (me parecía) traducir El llarg procés. Lo que tenemos ahora es mucho más que eso, es una auténtica reescritura o refundición, que integra novedades relevantes de los últimos años, como la recopilación de los artículos que Gaziel publicó en El Sol entre 1925 y 1930, edición preparada por Narcís Garolera (¿Seré yo español?, Barcelona, Península), o el ensayo Sabotatge contra Franco, de Joan Safont (Barcelona, Angle). Que estas obras y aportaciones dialoguen y aporten en los debates públicos de ámbito estatal me parece un buen ejercicio de normalidad cultural.
La originalidad estriba en la posibilidad de que accedamos a una obra que no renuncia al rigor aunque esté historiando acontecimientos recientes. El fin del pujolismo, el estallido civil del 1 de octubre, narrados con imparcialidad, sin enconamiento. Desde una perspectiva abierta, inclusiva, informativa. Sin desear hacer sangre. La reflexión sobre la confesión de Pujol ocupa en este nuevo libro las líneas finales: “Ahora, a raíz de la confesión de Pujol, parece que conviene incluso difuminar la huella del pujolismo. Nadie querría fotografiarse en el invierno del patriarca. No conviene recordarlo. Usos del pasado. Intentar construir una reflexión ecuánime sobre los orígenes, las fracturas y los propósitos del pujolismo fue lo que, al fin, me pareció que podía acabar justificando la elaboración de este libro”. Eran esas las encrucijadas, hace tres años. Era esa confesión el terremoto que lo había sacudido todo en Cataluña hacia 2014 y 2015. Hoy, en 2018, los hitos fundamentales son otros dos: los detalles de la sentencia del bochornoso Caso Palau y el impacto insoslayable del 1 de octubre: “Digamos que la historia de la corrupción del Palau podría explicarse como un correlato de cómo, en algún sentido, ese Estado permitió su propia degradación para degenerar en régimen”.
El libro se abre con una cita inquietante de Gaziel, que escribió, en 1927: “Sería vano pretender que los intelectuales catalanes reaccionen enseguida ante el hecho grave que les atañe a todos. De sobra sabemos que la mayoría no podrían ni siquiera decir claramente, en público, lo que piensan. Y la política, como acaba de verse, no tolera el librepensamiento de intelectuales ni en los negocios de la cultura”. Es una idea frecuente en las entrevistas que concede Amat, quien ve falta de autocrítica en el desarrollo del procés. Y, de hecho, este era el espíritu de la versión anterior, de El llarg procés (2015), libro que criticaba a una buena parte de la intelectualidad catalana, que habría renunciado a su función primordial de fiscalizar los discursos oficiales.
La pantalla actual ha avanzado: no estamos en el mismo lugar. Del final deslucido del pujolismo, el foco de atención se desplaza al estado anímico actual en Cataluña, un estado que Amat percibe como ruinoso o comatoso. Un estado que reconoce como anómalo, donde resulta difícil escuchar cuerdas y voces disonantes, heterodoxas, que rompan la parálisis aparente. Lo novedoso es que ahora contamos con las voces de los autores que Amat ha estudiado. El autor escribe que su nuevo libro “también aspira a ser un ejercicio de compromiso con la regeneración del debate civil que deberá convertir el viejo templo, como escribió en su día Antoni Puigverd, en una verdadera ágora”.
Por lo tanto, es un relato que puede aprovechar (y que de hecho, debería aprovechar) el lector inquieto sea cual sea su ideología. De ahí que El llarg prcés agotara tres ediciones, y La confabulación de los irresponsables, un total de siete: cuatro en catalán y tres en español. Cifras más que respetables para el género. El relato (los relatos) de Amat son coherentes, razonados, abrumadores en cuanto que encadenamientos de demostraciones. En un instante en el que la ecuanimidad es tan difícil. En todo momento, el lector dispone de una exposición impecable. Amat no se rebaja a las propagandas. Lo cual no significa que el libro no abogue claramente por unas direcciones políticas concretas. Lo hace en el prólogo, un texto integralmente nuevo, que sirve para actualizar la interpretación de los procesos en curso.
Y esta es la palabra clave: actualización. Cuando las novedades van tan deprisa, cuando los hechos trascendentales se precipitan, nos falta una base de análisis común, la interpretación plausible de qué está ocurriendo. Es lo que sucede desde el primer capítulo, que narra la construcción de un curioso libro de interpretación histórica que impulsó Cambó hacia 1940, que escribió mayoritariamente Gaziel y que firmó Eduardo Aunós, intelectual perfectamente integrado en los aparatos franquistas.
Las propuestas concretas de Amat para el presente, no las oculta. Escribe, hacia el final de su libro: “el proceso de soberanización al que hemos sido sometidos durante los último años pasa, en multitud de aspectos, por imponer un relato uniforme del pasado sobre el que se pueda construir un proyecto de futuro nutrido en la idea de ruptura inevitable con España. Ésa es la operación de transformación en lugar de memoria del 1 de octubre –una jornada cargada de intensidad política que aún no sabemos cómo va a desplegarse en el futuro. No olvidar nunca la agresión del Estado. Recordar ese día como el día que todo volvió a empezar. Recordar el trauma, hacerlo permanente, demostrar que es una constante”.
En definitiva, Largo proceso, amargo sueño es una invitación a la reflexión sobre la política catalana actual y la de sus orígenes de hace ochenta años. Una invitación que, además, aporta un enorme caudal de herramientas para entender lo que nos acaba de suceder a todos.
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Largo proceso, amargo sueño. Cultura y política en la Cataluña contemporánea. Jordi Amat (Tusquets, 2018)
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