Carlos Juárez / periodista mexicano protegido en España
“Los periodistas en México hemos aprendido a callarnos, uno sirve más vivo que muerto”
Gorka Castillo Madrid , 22/05/2018
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Carlos Juárez (Tampico, 1985) se esfuerza por plantarle cara al viento en un momento especialmente difícil para el ejercicio del periodismo en México. Acaba de conocerse el asesinato del cuarto periodista en lo que va de año. Un goteo infernal que no admite héroes en sus filas. Juárez no lo es en absoluto y habla consternado. Desde el extranjero y lejos de su familia. Huyó de su país en marzo para no comprometer su vida y recaló en España gracias a un programa de acogida temporal de periodista de la organización catalana Taula per Mèxic en el que también participa el Ayuntamiento de Barcelona. El motivo de su exilio es tan simple como desgarrador: escribir con nombres y apellidos sobre las sombras de la guerra contra el narcotráfico desatada en el noreste de México. Es coautor del libro Romper el silencio, 22 gritos contra la censura y de un sinfín de reportajes de investigación que ha publicado en Animal Político, Pie de Página, El Universal, El Mañana de Reynosa y Revista Marvin. Hoy tiene un deseo inmediato: “Ser un buen cronista de mi país”.
¿Qué protagonismo tienen las fuerzas de seguridad en la situación de violencia que vive México?
El ejemplo que describe la vinculación entre narcoviolencia y fuerzas de seguridad está en el Estado de Tamaulipas, donde la desaparición de personas comenzó con el nacimiento de Los Zetas. Se trata de un grupo que surgió como el brazo armado del cartel del Golfo formado por militares desertores que habían sido entrenados por el ejército para combatir en conflictos como la revolución zapatista. En Tamaulipas implementaron una estrategia de terror muy similar a la que los dictadores utilizan para atemorizar a la gente. Hay que conocer también el contexto que rodea a esta región fronteriza con EEUU. Tamaulipas es un estado fallido pero tiene riqueza. Los desplazados de Michoacán, Guerrero o Chiapas se van al norte a trabajar, pero los de acá huyen con plata y ponen empresas.
¿Hasta qué punto la Ley de Seguridad Interior ha fomentado este clima?
El objetivo de esa ley fue otorgar un marco legal de actuación al ejército en áreas especialmente conflictivas. Sin embargo, en la práctica, se convirtió en la concesión de una carta de naturaleza para que los militares actuaran con total impunidad. Hay un gran reportaje realizado por Daniela Rea y Pablo Ferri titulado “Cadena de mando”, que muestra con testimonios de los propios militares cómo las órdenes que recibían cuando capturaban a un delincuente eran ejecutarlo. A raíz de este reportaje, y de otro como el de la matanza de Tlatlaya en 2014, el Gobierno decidió poner en marcha la Ley de Seguridad Interior para contrarrestar el cuestionamiento social que provocaban determinados comportamientos del ejército. Y en esas denuncias tuvieron mucho que ver los periodistas y las organizaciones que defienden los derechos humanos. Lo que hoy provoca miedo es que de los cinco candidatos que concurren a las presidenciales del 1 de julio, cuatro hablan de mantener la estrategia de combate a la delincuencia pese al rechazo que suscita en órganos internacionales como la ONU. El quinto aspirante, Andrés Manuel López Obrador, suele referirse a la necesidad de abrir un proceso de paz aunque hasta ahora no ha explicado muy bien cómo hacerlo.
En 2017, sólo Siria superó a México como el lugar más peligroso del mundo para ejercer el periodismo. ¿Cuándo percibió que su vida estaba amenazada?
Tamaulipas es el tercer estado del país con más periodistas asesinados y el primero con más desaparecidos: han muerto ya 14 reporteros y seis están en paradero desconocido. Es un lugar donde el riesgo para ejercer la profesión es alto. Y hemos aprendido a reportear bajo estas circunstancias pero también a callarnos. No me cabe duda de que uno sirve más vivo que muerto. Pensar eso provoca miedo pero no terror, que es muy diferente. El terror paraliza, el miedo te hace ser precavido. Por lo tanto, mantenerse vivo es una premisa que no admite heroísmo y, a partir de ahí, cada uno puede empezar a planificar su agenda. Si acudes a terreno fangoso, hay que saber cómo llegar hasta allí. Desde la salida a la llegada, controlando todos los detalles, llevar un geolocalizador, avisar a tus compañeros de tus movimientos, escribir en clave, etc. Así vivimos los periodistas en México.
El silencio es un comportamiento muy común entre nosotros. No somos héroes ni pretendemos serlo. Mentiría si dijera que no me he callado cosas o que nunca he dejado de publicar datos. Aceptas las limitaciones de trabajar en estas condiciones extremas
¿Ese miedo no genera también autocensura?
Aprendes a autocensurarte, es cierto, pero después de asumir una imposición que llega desde arriba, desde las cabeceras de los periódicos, para evitar riesgos. El silencio es un comportamiento muy común entre nosotros. No somos héroes ni pretendemos serlo. Mentiría si dijera que no me he callado cosas o que nunca he dejado de publicar datos. Aceptas las limitaciones de trabajar en estas condiciones extremas. Muchos medios han sido comprados por fuentes poderosas. Por ejemplo, el anterior gobierno de Tamaulipas insertaba publicidad institucional en los diarios a cambio de que omitiéramos las noticias negativas. Quería que proyectáramos una imagen idílica del estado, como si aquello fuera una especie de Suiza. Por el contrario, la propuesta de comunicación del actual ejecutivo cambió. Ahora paga para que hablemos de la violencia sólo cuando detienen a delincuentes, lo que también resulta estúpido porque la opinión pública sabe que la situación les ha superado.
¿Merece la pena asumir estos riesgos?
Claro que merece la pena. Personalmente, me apena ver en qué se ha convertido el estado de Tamaulipas y también buena parte de México. Nací y crecí en un estado con una cultura muy fuerte y distinta. Por eso me interesa tanto escribir sobre la situación actual. La alternativa sería sentarme a hablar de las bondades de mi tierra, de su belleza natural, de su riqueza, y omitiendo lo terrible que allí anida. También el amor se construye hablando de lo jodida que es la convivencia y no por eso ha dejado de ser el motor de nuestra existencia.
¿Confía en el periodismo para cambiar las cosas?
Aún confío, sí. En México, nos falta contar la historia de la violencia en su conjunto y para hacerlo necesitamos conocer qué piensan los victimarios. La cuenta pendiente que tenemos con los lectores es entregarles esa voz para que comprendan, todos comprendamos, lo que está sucediendo. Yo soy optimista. Creo que es posible alcanzar la paz aunque, evidentemente, no encuentre referentes en ningún otro país del mundo, ni siquiera en Colombia. Es cierto que existe un sustrato que procede de la desigualdad y la desconfianza social hacia el sistema. Estas causas son admitidas incluso desde instancias del gobierno. El tejido social en México está roto y hay que trabajar para reconstruirlo porque es la única forma de prevenir el delito. Desarrollar esa perspectiva social, acompañándola de medidas económicas y de una justicia restaurativa por mucho odio que genere, puede abrir el camino a la paz. En el tema de las personas desaparecidas podría ayudar a esclarecer muchos casos.
Antes de exiliarse a España, ¿no pensó en ocultarse en otro lugar de México?
Fue la primera opción. Siempre tuve claro que esta terquedad mía de quedarme en México no tenía mucho sentido, sobre todo por mis familiares. Salí de Tamaulipas y empecé a trabajar en otro Estado en cosas que nada tenían que ver con el periodismo. Es cierto que el nivel de riesgo disminuyó pero, finalmente, tomamos la decisión de venir a España. Fue difícil pero era necesario. Tenía que recuperar la tranquilidad y el punto de reflexión que había perdido en mi país. Ahora he comenzado a hacer una lectura positiva de este exilio temporal forzado, ya que la distancia me permite observar México con otra perspectiva y estoy descubriendo cosas nuevas que antes no veía. Por ejemplo, me está resultando muy interesante comparar la libertad de expresión de México con la realidad que se vive en España y Europa.
O que secuestren judicialmente un libro como Fariña. Y lo más impresionante es que todo esto se produce al amparo de la Constitución. Ni en México pasa eso
¿Y qué conclusión ha sacado?
España me está sirviendo como otro ejemplo de los peligros que ocasiona decir lo que piensas. Obviamente es incomparable con México, donde hay una guerra, pero veo que aquí la libertad de expresión también está en riesgo. Me parece absurdo que letras de canciones sirvan como prueba para enviar a prisión a dos raperos como Valtònyc o Pablo Hasel. O que secuestren judicialmente un libro como Fariña. Y lo más impresionante es que todo esto se produce al amparo de la Constitución. Ni en México pasa eso. Tengo la sensación de que los gobiernos buscan enemigos públicos contra los que volcar su fuerza mientras desatienden o aprovechan para recortar derechos. En México es el crimen organizado, una masa amorfa con ramificaciones en el propio Estado, que se utiliza para justificar una actuación bestial del ejército. En España parece evidente que todo gira en torno a Catalunya.
¿Cómo calificaría los seis años de gobierno de Enrique Peña Nieto?
Han sido un fracaso. El día de su elección fue uno de esos momentos inexplicables que ocurren en la historia de un país. Recuerdo que estaba en la redacción con mis compañeros y no comprendíamos cómo la gente había vuelto a votar por el PRI. Mire, las dos primeras imágenes que marcaron mi conciencia política fueron ver a la comitiva de Carlos Salinas de Gortari pasar por delante de mi casa y la devaluación del peso. Ambos hechos resultaron determinantes para que comprendiera qué representaba el PRI en México. Luego, es cierto que matizas las cosas y caes en la cuenta de que la fabulosa maquinaria que tiene detrás ayuda en su triunfo. Por eso, la política de Peña Nieto ha sido un rotundo éxito para mucha gente porque todo lo que planteó hace seis años lo ha llevado a cabo: la reforma energética, la educativa, la laboral, etc. En definitiva, los políticas que, en mi opinión, resumen su fracaso.
De cara a las presidenciales del 1 de julio en México, un grupo de empresarios ha pedido que no se vote al izquierdista Andrés Manuel López Obrador. ¿Tan peligroso es?
Primeramente, me gustaría decir que me parece bien lo que han pedido los empresarios. Va implícito en sus intereses votar por Ricardo Anaya, el candidato del PAN, un hombre cuya ambición de poder es tan desmedida que le veo capaz de pactar con todo el mundo. Anaya es como un híbrido entre Felipe Calderón y Peña Nieto, con sus intereses y también con sus maldades. Personalmente, Anaya me produce miedo. Pero en un país democrático y los empresarios tienen derecho a decir lo que quieran. Lo que es peligroso es que presionen sus empleados para que no voten a AMLO, tal y cómo empieza a sospecharse. La realidad es que desde hace tiempo no se veía en México un líder político como López Obrador, capaz de generar tanta esperanza de cambio en la gente. Otra cosa es que consiga lo que está prometiendo. Personalmente, no creo que vaya a traer la solución. Mi mayor preocupación es la inexistencia de una oposición por la izquierda a su plataforma, en la cual está integrado un partido de derecha. Si sale elegido, el problema estará en cómo meterle presión para que no olvide sus promesas de transformación. Por ejemplo, la lucha contra la corrupción. Acabar con la corrupción en México es eliminar la mordida, un comportamiento generalizado que se utiliza para saltarse las leyes. Si gana, tendrá ese reto inmenso por delante y para ello deberá lograr también una mayoría legislativa suficiente, algo difícil de alcanzar.
¿Quién es Carlos Juárez?
Uf. Es complicado hablar de uno mismo. El hecho de haberme ido una temporada de México me ha hecho pensar más de la cuenta y eso ha incrementado las dudas. Me cuestiono las cosas mucho más que antes. Principios en los que antes creía ahora ya no me parecen tan claros. Lo que ahora deseo es volver a ser un buen cronista en mi país, un trabajo que reconozco tener en plena reconstrucción.
Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas
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Gorka Castillo
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