Josefina Martínez es periodista e historiadora por la Universidad Nacional de Rosario (Argentina). Autora del libro Revolucionarias, que será presentado durante las I Jornadas Feministas de CTXT, coautora del libro Cien años de historia obrera en Argentina y coeditora de la biografía de Rosa Luxemburgo La Rosa Roja, en la actualidad escribe en la Izquierda Diario y es miembro del colectivo Burbuja. 

Siempre ha sido muy beligerante con la precariedad laboral. El aumento del salario mínimo interprofesional ha encendido el debate político y hace que queden en segundo lugar otras cuestiones que perpetúan la precariedad. ¿Qué otras acciones políticas es necesario adoptar para mejorar las condiciones en el trabajo?

Los trabajos más precarios tienen rostro de mujer: trabajadoras domésticas, cuidadoras, cajeras de supermercados, limpiadoras, camareras de pisos, teleoperadoras, empleadas de hostelería o temporeras de la fresa. 

Las Kellys vienen luchando por una ley para terminar con las externalizaciones en los hoteles. Trabajadoras de cadenas de comida rápida denuncian que las empresas disponen como quieren del tiempo de las personas, cambiando turnos cada día. En telemarketing, las mujeres que están detrás de los cascos viven en un estado de estrés permanente, con salarios bajos y presiones de todo tipo. La precariedad laboral femenina se muestra también en la brecha salarial y en la mayor feminización de la pobreza. 

Para poner fin a esta situación hay que empezar por derogar las reformas laborales y terminar con las externalizaciones y los contratos temporales, que se usan de forma masiva para tirar hacia abajo las condiciones de trabajo. Pero la precariedad de las mujeres no es solo laboral, es una precariedad general de la vida: desahucios, alquileres altos, pasar horas en transporte público para llegar al trabajo, y, una vez en casa, continuar con las tareas domésticas, un trabajo no pago y no reconocido. La reducción de la jornada laboral, sin bajar el salario, sería otra medida elemental para mejorar la vida de las mujeres y de todas las personas.

Las trabajadoras del hogar sufren históricamente una precarización laboral a la que se le ha intentado poner algún parche en ocasiones, pero nunca ha dado resultados. ¿Qué medidas hay que tomar para dignificar el trabajo de este colectivo, masivamente femenino?

Muchos colectivos vienen reclamando la ratificación del Convenio 189 de la OIT como una vía para mejorar sus condiciones laborales. Sin embargo, será papel mojado si no hay cambios más profundos. Las trabajadoras del hogar son tratadas como “esclavas modernas”. En España no tienen derechos laborales básicos como la prestación por desempleo o cotizar de acuerdo con el salario real. Esto lleva a que tengan que aceptar condiciones de gran explotación y abusos de todo tipo. Si la empleadora aduce “pérdida de confianza” o se muere la persona que cuidaban, las trabajadoras quedan en la calle, y, en el caso de las internas, sin ingresos y sin vivienda.

De 700.000 personas que trabajan en este sector en España, más del 90% son mujeres, un tercio por lo menos trabaja en negro y más del 40% son de origen migrante. La opresión de género, raza y la explotación de clase se refuerzan en esta cadena global de cuidados donde los eslabones más débiles son las trabajadoras migrantes. 

Hay medidas concretas que se pueden tomar de forma inmediata: no dilatar más el pase al régimen general de la Seguridad Social, derechos plenos al paro y vacaciones, políticas para terminar con el trabajo en negro, derogar la ley de extranjería y otorgar papeles para todas. 

El trabajo doméstico es el más barato y el más precario, porque los trabajos de reproducción social de la mayoría de las mujeres están invisibilizados, no se pagan y no se reconocen como tales. Es necesario avanzar en la socialización de los trabajados de cuidados, para sacarlos del ámbito privado de los hogares. El Estado y las empresas tienen que financiar los cuidados, que son necesarios para la reproducción del sistema capitalista, pero que se los “ahorran” como trabajo no pago de las mujeres. Exigir más y mejores residencias para mayores y dependientes, guarderías públicas, jardines infantiles, lavanderías y comedores públicos. 

Los medios internacionales calificaron al actual Gobierno como "el más femenino de Europa". ¿Considera que la mayoritaria presencia de mujeres está aportando respuestas útiles?

Que haya más mujeres en altos cargos de gobierno no transforma a un gobierno en feminista, ni resulta directamente en medidas más favorables para las mujeres, basta mirar el caso de Alemania o el rol de algunas mujeres en formaciones de extrema derecha en Europa. 

Yo creo que derogar la reforma laboral sería una medida feminista. Romper los acuerdos del Estado con la Iglesia sería una medida feminista. ¿Por qué seguir financiando con dinero público a esta reaccionaria institución que ampara a pederastas? En las escuelas no tendría que haber asignaturas de religión, sino más educación sexual y formación en temas de género y sexualidades. Por otra parte, mantener abiertos los CIES y las expulsiones de inmigrantes, son medidas opuestas al feminismo, porque afectan a las mujeres más vulnerables como son las inmigrantes sin papeles. 

El 8 de marzo de 2019 habrá de nuevo huelga feminista. ¿Qué hay que hacer desde hoy y hasta esa fecha para que la convocatoria vuelva a ser un éxito como en 2018?

El movimiento se sigue organizando en asambleas del 8M y en múltiples espacios de autoorganización, en barrios, pueblos y ciudades de todo el Estado español, tomando iniciativas para que la huelga de mujeres (laboral, de cuidados, de consumo y estudiantil) del 2019 sea aún más fuerte. En este sentido creo que todos los sindicatos deberían llamar a la huelga de 24 horas para apoyar la huelga de mujeres. Que ese día se haga realidad el lema de que “si nosotras paramos, se para el mundo”. 

Hay que converger con las luchas de pensionistas, contra la precariedad y contra el racismo: el movimiento feminista puede ser la avanzada de una lucha social de conjunto contra el sistema capitalista y patriarcal. 

¿Qué aportan al feminismo jornadas como las que se van a celebrar en Zaragoza en noviembre?

El feminismo es uno de los movimientos más dinámicos a nivel internacional, un movimiento muy amplio y diverso, donde hay múltiples posiciones y voces sobre cómo construir un sujeto transformador, con qué estrategias, con qué alianzas y métodos. Jornadas como estas permiten conocer, debatir y reflexionar sobre todas esas cuestiones claves para nuestro futuro.