PROCESANDO EL PROCESO AL PROCÉS (III)
Terapia de la Gestalt
Junqueras argumenta que esto es un juicio político, y que él es un preso político. La defensa de Forn pasa por reconocer que los hechos existieron, si bien el acusado no tuvo nada que ver en ellos
Guillem Martínez 14/02/2019
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de fiesta? Pincha ahí: agora.ctxt.es/donaciones
RESUMEN DE LO PUBLICADO. La Justicia planetaria es rara. Spencer Tracy, que en la peli Vencedores y vencidos hace de juez de medio pelo a quien le toca un juicio del montón en Núremberg, explica que “todos los jueces sabemos que no tenemos que tener problemas con quien puede ayudar a que nos reelijan”. Lo que es más lío en países en los que los jueces no se eligen. La Justicia esp es rara. En el caso Nóos ha juzgado a la Casa Real. Si bien en ese trance fiscalía –esa rareza– hizo de abogado defensor de la infanta. Ha condenado a diversos gobiernos autonómicos del PP, a un ministro del PP, a Gürtel, estableciendo en la condena que el PP estaba en el ajo. Paralelamente Audiencia Nacional –esa otra rareza– ha establecido condenas dadás y en modo Víctor Hugo, como la del caso, glups, Alsasua. Parece ser que en este juicio –político, en tanto sustituye una política que no se produjo y que, todo apunta a ello, jamás se producirá– va con los pies de plomo, consciente de que todo el mundo la está mirando, literalmente, por encima de la chepa. El procesismo, a su vez, es raro. Es una teoría de la comunicación. Una manera de decir, que suple el hacer. Es difícil tratar la comunicación en un juicio. Mentir es antes un problema social que judicial, en tanto mentir, por lo general, no es delito, sino que facilita presidir un gobierno, un banco, o un negocio de coches de ocasión. Por otra parte, la mentira es un campo muy laxo por aquí abajo, biotopo en el que un político puede mentir, incluso, sobre su titulación universitaria. Hay, en ese sentido, secretarios generales que parecen el capitán del equipo de lacrosse de su universidad, que no han pisado en su vida, como quien dice, su universidad. Y no passa res. Por lo demás sigue mi proceso de adaptación a Madrid, país en el que un café à la mode Martínez se denomina solo-corto-italiano, y un cortadete à la barcelonaise kartofenapfelstrudel, creo. También prosigue mi adaptación, más costosa, a la fonda Die Folleki y a su bañera –en alemán, chunguenmarronen, en castellano, plato de ducha–, en la que he vuelto a despertar. El local está administrado por Otto von Vella-Sparringwather hijo, a quien pregunto si tiene algo que ver con el Otto von Vella-Sparringwather que salió pitando de Baviera en el 45, creando serias sospechas entre la fiscalía aliada. Me contesta que atomarporkulen, que creo que es un simpático giro bávaro. Por lo demás, y por cómo gestiona la higiene del negocio, el señor Otto en ocasiones parece constitucionalista –“lavabo estar limpio, porque lo dice la ley”–, y en otras procesista –“lavabo guarri, pero yo prometer que un día haré grosen limpiecen que asombrará eine Europa que nos mira”–.
EL JUICIO. TS. Hoy acaba el petting y el juicio va al turrón. En su forma más amable. Es decir, empiezan los interrogatorios de las defensas, que es la parte en la que los acusados en un juicio penal ofrecen su posicionamiento más positivo. Fiscalía ya se lo montará para evitar que todo sea tan positivo. Luego, cuando acabe esta franja, apta para todos los públicos, empezará la cosa testigos y demás, en la que lo positivo acostumbra a verse interactuado por otros factores. El primer acusado es Junqueras. Junqueras utiliza dos derechos –recuerden que utilizar esos derechos han supuesto toneladas de sangre en el pasado; son derechos poco menos que sagrados–. Uno es no testificar ante fiscalía y abogacía del Estado, sino sólo responder a su abogado. El otro, utilizado por todos los acusados del mundo mundial, es no utilizar necesariamente la verdad. Respecto del segundo, se debe señalar que no decir la verdad es erosionar, quizás invalidar, una defensa política, si se opta por una defensa política. Respecto del primero, se debe decir que eso no afecta a su defensa, más allá de perder la oportunidad de cuestionar los puntos de fiscalía. No responder a fiscalía no es eludir, afirmar o negar. Es no responder. Esta es, por otra parte, una característica de una defensa política. Lo que nos lleva a la pregunta: ¿esto es una defensa política?
¿ESTO ES UNA DEFENSA POLÍTICA? No sé. Junqueras arranca señalando que esto es un juicio político, y que él es un preso político. El grueso de las respuestas a las preguntas de su abogado van dibujando una exposición política, un momento de oro, en el que un político juzgado habla a través de las cámaras de televisión. Cuando Rajoy tuvo la idea de no someter el procesismo a política, creó este momento y oportunidad. Que Junqueras aprovecha. Y muy bien. ¿Es una defensa política? Diría que es antes un acto político. Es más, posiblemente es un acto electoral. Es decir, es una defensa política bajo el criterio procesista de lo que es la política. Junqueras presenta las ecuaciones habituales del procesismo, a través de imágenes no verificables y positivas. “Somos independentistas, pero antes, republicanos, y antes, demócratas, y antes personas buenas”. Trae a colación varias citas bíblicas –a mí me salen dos, si bien he dormido mal/estoy politeísta–. Une religión a bondad, y bondad a democracia –“¿cómo es posible que se diga que hubo violencia en actos en los que la gentes cantaba a la Madre de Dios”–, algo que –pregúntenle a James Mason– no siempre ha sido así en la historia de la Humanidad. La defensa parece optar por defender que los hechos no se produjeron, de manera que Junqueras defiende que “votar no es delito” –no lo es, en efecto, pero el Código Penal parece poner cierto énfasis en señalar que sí puede serlo convocar elecciones o referéndums por instituciones sin esa habilidad–. Defiende que “convocar un referéndum no es delito”. Que no debería serlo, que se deberían establecer mecanismos de participación más chachis es una cosa, pero que esta mañana a primera hora no sea delito es otra. Presenta el marco Cat=democracia y Esp≠democracia, no del todo exacto en dos culturas políticas similares, e indolentes ante la mentira política. Finaliza la construcción procesista –es decir, no necesariamente indepe y sustentada en mitos y articularios legales que no está claro que existan– muy en la línea procesista y pide negociación con el Estado, “pactar un problema político”, sin señalar –procesismo– que ese pacto sea necesariamente la indepe. A lo largo de su charla alude a una “silla vacía” –el Estado– en todas las mesas de negociación desde 2012. La silla vacía, por cierto, es un ejercicio de la Gestalt –soy un crack; en mi tuiter no sólo me chorrean los constitucionalistas y los procesistas, sino que ahora lo harán los de la Gestalt–. Es decir, una terapia, no una política. ¿Es una defensa política? No lo creo. Asume que cosas que no está claro que se produjeran –un referéndum sin ajustarse a la Llei del Referéndum, una DUI fake– se produjeron. Posiblemente no es una defensa. Es una defensa ante los votantes del procesismo. Sí, esto es de Gestalt.
UNA DEFENSA JURÍDICA. Forn utiliza el aludido derecho implícito de los acusados –que no de los testigos; Rajoy, testigo en Gürtel dijo cosas que no se correspondían con la sentencia posterior– a no decir necesariamente la verdad. Pero renuncia al derecho a no responder a fiscalía. Su defensa es radicalmente diferente a la de Junqueras. No es político-procesista, no intenta amoldar el discurso procesista a la realidad, sino que es jurídica. Queda claro a la primera pregunta sustanciosa de fiscalía, cuando se le inquiere por si emprendió acciones para evitar “cualquier acto que impulsara un proceso constituyente”. Respuesta: “Sí, y así se hizo”. La defensa pasa por reconocer que los hechos existieron, si bien el acusado no tuvo nada que ver en ellos. Forn organiza sus respuestas en dos ejes. A) No hizo nada contra ley posteriormente a que el TC afirmara que el referéndum quedaba suspendido. B) Diferenciar entre acto político –apoyar un referéndum, por ejemplo–, y acto jurídico –hacer alguna acción para que ello sucediera–. Así, diferencia entre su “compromiso político” y su “competencia como conseller”. Lo que, en esencia, es una definición exacta, diría yo, del procesismo. Frases gloriosas: “La DUI no fue una declaración de independencia. Declaró lo que declaró. (...) Fue una declaración política, de cara a la ciudadanía”. Forn admite las preguntas de la Abogacía del Estado, que parece reiterarse en las posturas fiscales, o El Fiscalsutra. Marchena, en ese sentido, corta a Abogacía en varias ocasiones. Abogacía, parece ser, es un preciosismo, un barroquismo, un estorbo en esta causa. En lo que es un acto que, como decimos en Princeton, mola, Marchena impide las preguntas de Vox, en tanto que no serán contestadas por Forn. Xavier Melero, el abogado de Forn, toma la palabra. A falta de otras pruebas y testigos, que ya vendrán, dibuja, a través de sus preguntas, una relación fluida de Forn con el ministro de Interior en aquellos días, rebaja el sentido del referéndum, algo que dejó de existir cuando dejó de existir la sindicatura electoral, esboza la inefectividad, incumplimiento y escasa voluntad de las leyes rupturistas aprobadas en el Parlament. Explica, en fin, una causa que no debería haber salido de la política. Al menos, de la esp, esa política tan patológica. Posteriormente, plantea la inefectividad del Estado en el 1O, su improvisación, sus resultados violentos. Y así, en ese plan.
PEDREA. Bueno. Primer día, como quien dice, y se han planteado dos defensas diferentes. Una, que será reproducida en los medios procesistas a escala 1:1, se retrotrae a la tradición procesista, esa fe que no precisa hechos y que, antes que intensificación democrática, parece intensificación de la autonomía de la política respecto a la realidad, esa cosa tan esp. También precisa sufrimiento, esa cosa que, en exceso, es pecado –recuerden a San Lorenzo, el santo que, en pleno martirio, pidió más caña, y estuvo a punto de no ser canonizado por recrearse en el dolor–. La otra es jurídica. Parece desdramatizar los hechos, explicar que las decisiones políticas no estaban encaminadas hacia lo que fiscalía señala, y que en su día señaló y prometió el procesismo como real. Parece explicar que todo fue política, entendida la política como un soneto. En el trance, hay riesgos de que el Estado –el otro ente que improvisó por un tubo en aquellos días– reciba de lo lindo. Al amanecer el día, Puigdemont tuiteaba que fiscalía chocaría ante “un muro democrático”. Parece, en todo caso, que no ha habido un muro, sino dos. Puede ser que las contradicciones, a lo largo del juicio, lleguen a más y sean más contradictorias, y que alguno de los muros acabe hecho polvo. ¿Puede beneficiar la defensa de Forn a los otros encausados? Sí. También puede perjudicarla. Ya veremos.
RUMBO A DIE FOLLEKI. Me voy del TS. En la calle me encuentro con los de Vox, que hoy no se han estrenado. Llevan abrigos que parecen togas. De lo que deduzco que también deben tener pijamas que parecen togas, chandals que parecen togas y ropa interior que parece togas. Igual, las puntillas de las puñetas esas.
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí