PROCESANDO EL PROCESO AL PROCÉS (V)
El no punk
Esto ha sido lo que usted quiera, salvo un intento serio o coordinado de algo. ¿Rebelión? Estos currículos no hacen rebeliones. Ni siquiera participaron en la rebelión de la minifalda
Guillem Martínez 20/02/2019
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VICTORIA. Hotel Victoria. Bañera, interior noche/madrugada. Màrius Cabré me explica por enésima noche la vez que se tiró a Ava Gardner. Siempre es lo mismo, pero acostumbra a cambiar el final. En esta ocasión finaliza con: “Y yo le dije, a lo que te venga le pones Màrius. Y ella me dijo: y a lo que te venga a ti, penicilina”. El humor torero es sumamente raro. Luego, tras un mutis prolongado, Màrius se pone filósofo. “¿Duermes, Martinez?”. SíZzzzzz. “Nada, que estoy pensando en el absurdo del juicio. Esto va de dos culturas similares, y una juzga a otra. Te explico. Víctor Lenore, en Espectros de la movida, un culture studies –mola–, describe los mecanismos por los que en la transi se construyó una cultura oficial, sustentada en el punk. “Imagínate, en el 77 detienen a los Sex Pistols en el Támesis por llamar fascista a la Queen, y aquí abajo, cuatro días después, tras las primeras elecciones municipales, se les oficializa”. ¿Dónde quieres ir a parar, Màrius? “A decirte que el Estado puede hacer oficial hasta todo lo contrario, el punk. E impedir, con ello, que alguien llame fascista al King. Por esos años, en Cat, no se oficializa el punk, sino la cultura tradicional. Allí, el Estado, es decir, la Gene, dio pasta a grupos folcklóricos. Trabucaires, sardanistes, castellers. A los toreros, pues no. Lo que me la suda, porque yo ya estaba pajarito”. ¿Y? “Nada, que con eso crearon dos culturas de Estado diferentes, pero similares. Una pop, otra folk. Pero ambas apolíticas. Es decir, ambas delegaban la política en el político, el que paga, vamos, de manera que, desde la cultura, nadie llamaba fascista a nadie, salvo que fuera invitado a ello por la política. Ambas reposan en un sentido común poco común, fabricado por el Estado, con lo que diga el político. En ambas, los políticos tienen una autonomía fabulosa. En ambas se les cree, lo que tiene mérito. Y, por todo lo anterior, convocan adhesión social. Algo único y fabuloso en Europa, entendiendo que Hungría y Polonia ya no son Europa. ¿O, glups, lo son? Este juicio es la casilla siguiente a unos políticos autónomos y por encima de la ley, que se creen España y que se creen Catalunya, y que, con tantas cosas en común, dejaron de hablarse. Cat y Esp, por otra parte, son dos sociedades sin punk, sin raros”. Rayos, Màrius, no sé cómo, estando muerto, te preocupas por estas cosas. “Es la eternidad. Es infinita, pero muy estrecha”. Por cierto, Màrius, me estás volviendo a clavar el estoque. “Esto, ejem, no es el estoque, Martínez. Y lo sabes, ladrón”.
RESUMIENDO. Prosiguen los interrogatorios a los acusados. Un juicio es líquido –fluctúa en él, periódicamente, el éxito de la defensa y de la fiscalía–, hasta que, zas, se hace sólido con la sentencia. En esta parte de los juicios por lo penal es cuando brillan los argumentos de los acusados. Ya veremos cómo crece o decrece esto. Parece, por ahora, que rebelión y sedición, como que no. Parece, incluso, que el Estado puede hacerse pupa en el trance de demostrarlo. El Estado puede ver las estrellas, incluso, cuando hablando de violencia se plasme su uso caótico y sin sentido de la violencia en el 1-O. El procesismo, a su vez, puede ver las estrellas –si no se lo montan bien los medios procesistas, en esas tertulias-homilías en las que dan sentido épico-democrático a todo– al constatar el grado de complicidad con el Estado en otros tramos. Será divertido, en ese sentido, escuchar a Trapero cuando venga de testigo. El delito de rebelión, de hecho, estaba en esta causa por los pelos. Igual tenía una sola función, me dice Màrius, “hacer que el juicio fuera en el TS, y quitar a los acusados electos de su cargo electo”. Por lo que ya está amortizado.
DECÍAMOS AYER. Ayer, Romeva –una cultura diferente; proviene de la izquierda; fue eurodiputado por ICV; consagró su eurovida a la eurocausa del atún rojo; cuando lo dejó, al procés; pasar del atún rojo al procés, sin etapa intermedia, explica que el procesismo es, al contrario que un atún, algo eléctrico, y que no huele mal tras varios años en la nevera; o fuera de ella–, intelectualizó un tanto la cosa. Planteó la ruptura del R'78 en 2010, con la sentencia del TC. Lo que no está mal visto. En el ínterin 2010-esta-mañana, el Estado ha cambiado. Ya no es el R'78. Ha suprimido, vía reforma Consti, el Bienestar, y ha experimentado con cambios legislativos, como la reforma laboral y la ley mordaza, que plasman otra idea de democracia. Autoritaria. El discurso del rey del 3-O tiene, por tanto, guasa. La guasa de dar por terminado un Estado en reforma acelerada desde hace unos años. Los mecanismos para toda esta contrarreforma han sido, por otra parte, democráticos. Como en Polonia y en Hungría, el récord europeo de reformas constitucionales. La reforma del TC –su politización, que sucedió antes de su reforma– tal vez es la razón primera por la que estamos hoy aquí. Este juicio permite a los acusados visualizar eso. Lo que es una compensación al pasote de un año y pico en chirona. Otra compensación es que el juicio, a su vez, les ahorra insertarse en eso. Cat no es un oasis democrático. Los mossos han pegado, en esta crisis de régimen, de lo lindo, a niveles 1-O. O superiores. Ha experimentado la represión jurídica –juicios a detenidos por manifestarse contra los recortes, por delitos similares a los que se enjuician hoy aquí, y con la Gene y el Parlament como acusación particular; el demócrata Turull participó como testigo en el juicio, con una idea de democracia opuesta a la que vertebró ayer; sí, se puede, se llama procesismo–. La asociación por la libertad de expresión y los derechos humanos No Callarem ha denunciado una treintena de casos de represión con tecnología Cat –pas mal, si no tienes Estado; promete–, entre ellas, un rapero, Pablo Hásel, empurado de oficio por los mossos. El procés, en fin, tal vez no sea nada más que unir conceptos como derechos humanos y democracia al derecho de autodeterminación. Para más guasa, sin llevarlo a cabo, sin la rebelión esa. En ese ínterin, se estrechan los derechos humanos y la democracia. La educación, la sanidad, la vivienda, la libertad de expresión, pasan a ser derechos menos importantes que el único propuesto por el Govern. No está pasando nada en Cat que no pase en Esp. Y, socorro, en Europa. Este juicio, como dice Màrius, es un lío.
RULLISMO. Bueno. Hoy toca Rull. Se lo presento. Rull es lo contrario que Turull. Si Turull es un chusquero, un tipo que se curró su futuro cuando empezó a implosionar CDC, Rull es un aristócrata. Procede de otra clase social. Y de Terrassa –históricamente, una de las derechas más duras en Cat; en la posguerra, las listas negras fueron tan salvajes que el maquis se desplazó a tocar la cresta a algún empresario del textil; de hecho, se pelaron a uno que era familia de un jugador del Barça al que, por otra parte, venero; el franquismo pop y la transi fueron especialmente tensos–. Como Turull, se tuvo que buscar la vida con el tripartit/la travesía del desierto. Pero más a lo fino, en el Parlament, haciendo de jabalí –concepto parlamentario del XIX / oradores especialmente agresivos / el PP y CDC cuando no gobiernan / Casado / Rivera–. Tiene, ya lo verán, la lengua rápida, la piedra angular del procesismo. El procés le ha dado un lugar en el mundo no previsto en un PDeCAT nebuloso. “Explica lo del despacho”, me dice Màrius. Ah, sí, el lunes 30-O, fue el único conseller que se presentó a currar a su despacho, como creía que habían acordado el 27-O. Esto ha sido lo que usted quiera, salvo un intento serio o coordinado de algo. ¿Rebelión? Estos currículos no hacen rebeliones. Ni siquiera participaron en la rebelión de la minifalda.
LA COSA. Bueno, Rull. Invierte su tiempo, como va siendo común, en un publireportaje, patrocinado por el Gobierno Rajoy. En mayor o menor medida, los acusados resignifican el procés en sus intervenciones. Practican una especie de defensa jurídica, que les lleva, por tanto, a relativizar los hechos, y a acabar explicando que esto era un camelo. En el trance, no obstante, reformulan este engaño como épica democrática –por lo que veo en los medios y consumidores procesisitas sin ningún problema–. Perlas Rull: “Es una buena costumbre que las partidos políticos cumplan aquello que la gente vota”. Mola. La gente, un 48 y pico por cien votó indepe en 18 meses. Pasaron 7 pueblos de esa vía, y apostaron luego por un referéndum, y por desactivarlo a la vez que se construía. “El referéndum era un objeto para negociar”. Es decir, para negociar entre gobiernos cualquier otra cosa. “[La firma de la convocatoria del referéndum] fue uno de los momentos más emotivos de mi trayectoria política. Aquello me honró”. Es decir, que fue algo que sigue sin ser percibido socialmente como un ejercicio de trilerismo político I+D. Dolors Bassa, exconsellera de Treball matiza un poco más. Dios, en fin, habla a través de los niños, los locos y los cuadros medios. Bassa es sindicalista/UGT y maestra, cercana a ERC y sin gran implicación en el partido. “Hice todo lo que estaba en mis manos (por el referéndum), es decir, nada, a partir de la suspensión de la Llei del Referèndum”; “el referéndum no era un acto concluyente. Era un compromiso con la ciudadanía. No es necesario para proclamar la independencia”. La DUI, ya no se cortan, “fue política”. No es necesario. No es. Nada. Ese fue el espíritu, me temo. Deshonestidad, trila, esa cosa que no está en el Código Penal, sino que es una opción del libre albedrío. Como casi todo en la vida.
MAÑANA MÁS. Fiscalía, un tanto grogui –mañana les explico lo que me ha explicado un tipo listo al respecto–. Junto a abogacía parece que se está empleando un pelo más en el delito de malversación. Vamos, que igual está constatando que rebelión, como que no. Hoy el rey ha trabajado por primera vez desde el 3-O. En pleno juicio, ha declarado que “no es admisible apelar a una supuesta democracia sin respetar la ley”. En pleno juicio, entre todos los roles que podría adoptar, se acerca al de la fiscalía. En otras monarquías europeas, esto sería presión. Lo bueno de la monarquía es que a) al frente del Estado hay un tipo que no se juega su trabajo, por lo que puede tirar cables difíciles ante un marrón. Lo bueno de la república es que b) al frente del Estado hay un tipo que se juega su trabajo, por lo que puede tirar cables ante un marrón. Aquí abajo, ni a) ni b).
¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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