PROCESANDO EL PROCESO AL PROCÉS (VII)
Notas del atardecer
No sólo es raruno que Sánchez y Cuixart estén aquí, sino que, por mucho menos de lo que ellos hicieron por la estabilidad del Estado, te ponen una calle en Zamora
Guillem Martínez Madrid , 26/02/2019
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COLOSSAL. Hotel Victoria. Bañera. Leyendo tuits del presi Torra animando a la parroquia a escuchar el testimonio de los presos. En el más I+D invita a escucharlos amb llum als ulls i força al braç. “¿Con luz en los ojos y fuerza en el brazo? Esa es la descripción de un pajero de tota la vida”. Hola. Les presento a Josep Pla. Se me colgó de la chepa este finde. Fue abrir una botella y allí estaba, debajo de su boina. Desde entonces, llevamos tantas gastadas –botellas, no boinas–, que la prestigiosa firma Cardhu nos ha enviado un burofax: que si compramos otra nos regalan un globo –saben, snif, que no necesitan mucho más para fidelizarnos–. “En Cat no hay mentalidad de Estado. Si se fija, no hay cats en los Altos Cuerpos del Estado. Bueno, hay notarios, pero tan solo por esa fascinación cat colossal que es la transmisión ordenada del patrimonio. Puro derecho romano. El último que entendimos. En Cat, si exceptuamos al señor Sandro Rosell, un incomprendido, un adelantado a su tiempo, sólo ha habido dos grandes estadistas. El señor Cambó. Colossal. Y, aunque me pese, el señor Pujol. Ambos sabían que Cat es la isla más occidental de Italia, un país con más reglas secretas que interiorización del Estado. Ambos sabían que a la isla no se le ha de explicar todo, sólo lo que quiere oír. Y que el Estado es lejano y extraño en una isla en la que sólo hay notarios. Por lo que no hay que exigirle mucho. Hay que pagarle, esperando que, cuando lo necesites, proceda. Como el señor March, mallorquín, otra isla occidental italiana, que pagó el golpe a Franco, sin esperar nada a cambio. Salvo absolutamente todo y a su debido tiempo. Por lo demás, el señor Pujol es un mamón colossal. “El mal parit me echó de Destino en el 74, cuando me dio el siroco de elogiar la trayectoria colossal del fascismo portugués tras la Revolución de los Claveles, aquella collonada”. Wala, le digo. “¿Qué quiere? Soy el subconsciente colectivo cat. Soy conservador. ¿Por dónde iba?”. Pujol. “El señor Pujol me vino a ver, ya como president, a mi lecho de muerte. Pujol, eres más bajito de lo que recordaba, le dije. Goethe murió pidiendo más luz, más luz. Y yo llamando enano a Pujol. Ya ve qué mierda de frase para la historia. ¿Lo ve? Carecemos del idealismo depurado del Norte, incluso cuando nos quedamos pajarito. Somos una isla italiana, gregaria y silenciosa. No damos para más”. ¿Whisky? “Insesantemente. El whisky es lo mejor. Nítido, puro. Bebes un litro de whisky y meas un litro de meo”. ¿Qué le parece el juicio, senyor Pla? “Una meada, pero no de whisky. Costará el alivio”. Colossal.
DRAMATIS PERSONAE. Ya es lunes. El senyor Pla y el menda ya estamos en el TS. Hoy, interrogatorio de Cuixart. Cuixart es, junto a Sánchez, el segundo no político en declarar –en este caso, a la Fiscalía, a la defensa, pero no a la Abogacía del Estado–. Era el presi de Òmnium, una asociación cultural catalanista, católica y conservadora, fundada durante el franquismo. Òmnium, como el distinto y distante Real Club de Polo, iba tirando como una asociación sólo conocida y vivida por sus asociados, ultima generación de varias generaciones comiendo filetes. Hasta 2010. Ese año el TC –estamos hoy reunidos, hermanos, por él–, sacó, tras 4 años de investigaciones, la sentencia contra el Estatut. El veredicto del TC fue contestado por una manifestación gigantesca. La primera de la serie procés. Organizada, si nos ponemos fácticos, por CiU y ERC, se decidió que la convocara un no-partido. Le tocó a Òmnium. Desde entonces, no ha dejado de crecer exponencialmente, lo que implica un cambio de rol. Cuixart es un asociado. Llegó a ser tesorero cuando Òmnium estaba presidida por Muriel Casals. Cuando Casals lo dejó para pasar a ser diputada –2015, Tercer Acto del Procés–, Torra pasó a ser presi en funciones. Se postuló para presi ad hoc. Pero fue vetado por una ERC atenazada por el convergencialismo para comerse con patatas, como así fue, una lista única al Parlament. ERC, en contrapartida, consiguió imponer a Cuixart en Òmnium, entonces, un hombre de la órbita ERC. Torra, por cierto, para postularse en el cargo dimitió como dire del Museu del Born. Al quedarse posteriormente en el paro, la Gene le dio la dirección de una revista, hasta que luego le hizo diputado. Y, después, zas, presi. “Cuando no puedes presidir una colla de coros y danzas, te hacen presi de la Gene. Són collons”. Pla, me desconcentra. “No se desconcentre y escriba, que nos acercamos a la hora del whisky de la tarde”. Cuixart, en sus etapas anteriores a ser presi, me explica un miembro de la ejecutiva, el consell, o cómo se llame, de Òmnium, era un tipo silencioso, que no abría mucho la boca. Es empresario –el oficio de moda entre el procesismo–. Tiene una fábrica de packaging –“desde BCN te ofrecemos soluciones al envasado en stick pack y sobre plano a escala internacional”, asegura en su web; no sé lo que es todo eso, pero dan ganas de comprarse uno–.
DRAMATIS, A SECAS. En la cárcel Cuixart ha sufrido algún cambio personal. Se ha postulado como no político y sin ningún plan para serlo. Posiblemente ha dado un giro al catolicismo. O, al menos, estando ya casado por lo civil, se ha vuelto a casar por la Iglesia. Con tres curas. También se ha alejado de ERC y se ha acercado, al menos epistemológicamente, a la CUP, tal y como ha quedado tras el procés –un colectivo más nacionalista que izquierdista, y que en ocasiones alude al procés como un camelo, y en otras pues no–. Su defensa, por lo que oigo, es la más diferenciada del resto, sin llegar a ser netamente diferente. Es el único hasta ahora que ha abjurado de lo que declaró ante el juez durante la instrucción –como el 100% de los acusados, reconoció la Constitución, negó la unilateralidad y el carácter jurídico del referéndum y la DUI –“Colossal”; calli–. ¿Afecta en algo esa renuncia para su defensa? En absoluto. La defensa parte de la defensa de los derechos fundamentales. Concretamente del de manifestación, al que en ocasiones se acopla el de autodeterminación. También alude al derecho a la desobediencia pacífica. Manifestación y desobediencia pacífica, y el hecho de no haber protagonizado ninguna obstrucción a una orden jurídica –los registros del día 20S– son los ejes, diría. Para lo cual, también diría, se rebaja mucho el concepto de desobediencia. En Cat, por esos días, hubo más uso de la manifestación que de la desobediencia, que en términos sociales no llegó a existir –no hubo, por ejemplo, desobediencia fiscal, la madre del cordero–. Y, en gran parte, gracias a los esfuerzos de Òmnium y ANC para que así fuera –no sólo es raruno que Sánchez y Cuixart estén hoy aquí, sino que por mucho menos de lo que ellos hicieron por la estabilidad del Estado, te ponen una calle en Zamora–. Utilizando un registro coloquial –con acopio de hostia y algún collons; “habla para la isla”; calle, Pla–, la defensa de Cuixart es la más vehemente y mejor comunicada. Y la más parecida al discurso del procés en sus glory days. Cuixart es sin duda quien más se ha aprovechado de no ser político. Es decir, de no tener contacto con la toma de decisiones en aquellos días. Vamos, las asociaciones, sin tomar decisiones –a pesar de su desorden, fueron decisiones verticales, centralizadas, como quedó claro el 26-O–, fueron fundamentales para comunicar a la sociedad el discurso procesista. Es decir, para que no hubiera desbordamiento, la rebelión esa que se busca en el derecho a manifestación. Perlas Cuixart: “El pacifismo forma parte de nuestro ADN” –aludiendo a un ADN cat, me temo, metafórico, pero que da mal rollito–; “la violencia no es un instrumento para comunicarnos con el Estado”, lo que habla del procés como de un intento desesperado para comunicarse con el Estado. “¿Lo ve, Martínez? Aquí nadie entiende al Estado, esa cosa que en Esp no habla”.
DRAMATIS PERSONAE II. Turno de Carme Forcadell, expresi del Parlament cuando los idus. Miembro de la ejecutiva de ERC, cuando Carod, fue defenestrada, por tanto, en la ejecutiva de Puigcercós. Con las referéndums pro-indepes municipales –un proceso de consultas iniciado en 2007; los futuros partidos procesistas participaron en ellos queriendo evitar que se preguntara directamente por la indepe– vuelve a algo parecido a la política. Por el sistema complicado de elecciones de la ANC, llega a presidirla. No es alguien a quien ERC tenga mucho apego, pero es promocionada por CDC en aquella ANC con cierta predominancia de ERC sobre CDC –proporción invertida en la etapa Sánchez–. Presidenta del Parlament, los medios procesistas la presentaban como una persona decidida y astuta. Puede serlo, pero no quedó claro en sus actuaciones, salvo el 27-O, cuando tramitó una DUI fake –es decir, lo contrario a una declaración de indepe; incluso su aplazamiento ad eternum– en tiempo real y sin que nadie se enterara. Alejada de ERC y de CDC, tal vez ha sufrido, por tanto, la prisión más dura y solitaria. Su defensa, con matices, se aproxima más a la del pack Forn y Vila. Perlas: “Las manifestaciones fueron espectaculares. Es decir, un espectáculo”, “no quisimos desobedecer al TC ni un solo momento”, “una resolución política” –es decir, la del 9-N, la del 27-O– “empieza y acaba en sí misma”.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO? Bueno, por ahora el juicio está planteando dos debates. Que no sé hasta qué punto interesan al Tribunal. A) Los límites de la democracia en un Estado de Derecho –es decir, también la inversa: los límites del Estado de Derecho ante la democracia–, y B) los límites del derecho de manifestación –es decir, también la inversa: los abusos del Estado sobre el derecho de manifestación–. Las actuaciones del Estado y del procesismo, durante los días en los que estos debates adquirieron cuerpo, fueron caóticas. Algo dramático, cuando se es Estado. Costará ordenarlas. Costará que este juicio las ordene, bajo una forma no penal. Ignacio Sánchez-Cuenca publicó este finde en CTXT un artículo formulando la actuación del Estado. Básicamente, cerrarse a cualquier discusión sobre la Ley, aunque en una sociedad más de dos millones de personas pidieran cambios en ella. Es más, situaba al rey en el epicentro de la decisión y de la estilística: en su discurso del 3-O primó el Estado de Derecho, es decir, la ley, no la democracia, no la posibilidad de establecer mecanismos de reforma y diálogo. Lo que acerca, implícitamente, al rey a los posicionamientos al respecto de C's, PP y Vox. Lo que, glups, también puede explicar una época –”Lo que usted llama época, yo lo llamo la vida, Martínez”–. Por el lado procesista, el caos fue mentir a su sociedad, confundir, es decir, devaluar la democracia y los derechos, sentimentalizándolos. Y, exponerse con todo ello a delitos no previstos ni calculados en un Estado de Derecho que ha apostado por la Ley y no por la política. “El catalán, genéricamente hablando, tiende al estado agradabilísimo de ser víctima”; “es más cómodo y fácil creer que aprender, que conocer. La constatación de este hecho nos podría llevar a creer que las concepciones religiosas son permanentes a cualquier nivel”, dice el senyor Pla, citando dos fragmentos de Notes del Capvesprol / Notas del atardecer, que es su manera de decir que nos vayamos a por nuestro whisky y su posterior meo. Mañana, más.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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