TRIBUNA
Soy feminista, me avergonzaría no serlo
A finales del siglo XIX una nueva generación de mujeres, con importante presencia en el ámbito pedagógico, artístico, periodístico, jurídico, político y científico, fue muy activa en la defensa de sus derechos
María Belén Cardona Rubert 6/03/2019
María de Maeztu.
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“Soy feminista, me avergonzaría no serlo”. Esta contundente frase fue enunciada hace más de un siglo por María de Maeztu. María fue una de esas mujeres gigantes que a principios del siglo pasado impulsaron en nuestro país una de las mayores revoluciones que ha vivido la Humanidad, la igualdad entre mujeres y hombres. Su activismo frente a patrones culturales trasnochados, leyes discriminatorias y costumbres atávicas, desafiaron y cambiaron la España de principios del siglo XX. Desgraciadamente, la oscura noche del franquismo invisibilizó a la mayor parte de sus acciones, de sus vidas, de sus anhelos.
Un gran número de ellas, como María de Maeztu, honorary degree of Law del Smith College de EEUU, hicieron de la educación de las mujeres su gran proyecto vital, siguiendo la estela de Concepción Arenal, Emilia Pardo Bazan y Benita Asas, las pioneras del feminismo en España en el siglo XIX. María dedicó su vida a la Residencia de Señoritas adscrita a la Residencia de Estudiantes que fue, tal vez, la red de empoderamiento femenino más potente del primer tercio del siglo XX. Gracias a su labor a partir de 1931 miles de mujeres se incorporaron como maestras al grandioso esfuerzo pedagógico desarrollado por la II República.
María estableció en nuestro país el primer programa de estudio para mujeres en el extranjero gracias a sus contactos con el Instituto Internacional de Madrid, dirigido por Susan Huntington. Una auténtica revolución ya que la pedagoga americana ponía en cuestión la tradición educativa francesa que, lastrada por el inmovilismo y tradicionalismo católico, había encorsetado la educación de las mujeres españolas durante décadas.
Ya en 1882 Emilia Pardo Bazán había definido la educación que recibían las mujeres españolas como una “doma” que les inculcaba los valores de pasividad, obediencia y sumisión a sus maridos.
En la Residencia de Señoritas se formó, muy influida por María de Maeztu,
Victoria Kent, una de las tres diputadas de las izquierdas que fue elegida en 1931 en la II República Española. Victoria también fue la primera mujer elegida Directora General de Prisiones, y la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid en 1925, Clara Campoamor fue la siguiente. Clara fue otra de las diputadas elegidas en las primeras elecciones libres masculinas de nuestro país, habrá que esperar a 1933 para la instauración del sufragio universal en nuestro país en gran medida gracias a ella, y a otras muchas mujeres gigantes.
Margarita Nelken, la tercera diputada de izquierdas de 1931, fue la única que obtuvo representación en las tres elecciones de la República, tuvo una inteligencia precoz. A los quince años escribió un artículo sobre los frescos de Goya en San Antonio de la Florida para la prestigiosa revista de arte londinense The Studio y probablemente la primera traducción de “La metamorfosis” de Kafka, publicada en la Revista de Occidente en 1925. En su actividad política fue muy activa en la defensa de los jornaleros sin tierra, diputada socialista por Badajoz, y muy crítica con las expeditivas actuaciones de la Guardia Civil y de los terratenientes. Ella estuvo en Salvaleón cuando la guardia civil mató a tres campesinos en una fiesta popular. Exiliada en México, fue una de las críticas de arte más influyentes y respetadas, y allí recibió la Medalla de los Agraristas.
En todo el camino recorrido jugaron un gran papel otras dos políticas del primer tercio del siglo XX: Dolores Ibárruri, la Pasionaria, la reconocida dirigente comunista hija de mineros, fue la primera Vicepresidenta del Congreso y la única mujer elegida diputada en 1936 y en 1977, cuando se recuperó la democracia en España a la que ella dedicó la mayor parte de su vida; y la anarquista Federica Montseny, la primera mujer ministra de España, de Sanidad y Asistencia Social en 1936, y una de las primeras de Europa Occidental. Ella propuso el primer proyecto de ley del aborto en España pero hubo que esperar casi cincuenta años para que fuera una realidad.
Pero la proyección pública de estas mujeres no hubiera sido posible sin el trabajo callado y tenaz de miles de mujeres, como Micaela de Castro, cigarrera de la Fábrica de Tabacos de Cádiz que, junto con su hermana Ángela, desarrolló una impresionante acción sindical que culminó en la huelga de brazos caídos en apoyo las compañeras despedidas en Coruña 1918, lo que permitió abrir negociaciones con la dirección de la empresa en Madrid. Tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 Micaela, que tenía entonces 63 años, fue detenida y fusilada por los fascistas, como tantas pequeñas mujeres gigantes.
El franquismo fue devastador con la obra de mujeres que habían luchado décadas por la igualdad entre mujeres y hombres, como con Carmen del Burgo, cualquier letra, artículo, libro o cuento que hubiese llevado su firma fue incinerado como si fuera un aquelarre antifeminista. En las librerías o en las bibliotecas públicas apenas quedó rastro de su lucha y de sus ideas.
Carmen de Burgos en 1902 se convirtió en la primera mujer periodista de nuestro país, cuatro años después lanzó una campaña en el Heraldo de Madrid a favor del sufragio femenino con una columna titulada “El voto de la mujer”. Tras el desastre del Barranco del Lobo en el Rif en 1909 se fue a Melilla a narrar cómo vivían las tropas españolas y volvió defendiendo la objeción de conciencia al servicio militar en su artículo ¡Guerra a la guerra! Fue la principal promotora, en 1921, de la primera manifestación de mujeres en Madrid pidiendo el sufragio universal.
A caballo entre la política y el periodismo se situó la gallega María Luz Morales, la primera mujer directora de un diario en España, La Vanguardia, entre 1936 y 1937. Fue una de las figuras de referencia en la actividad literaria y periodística de España en el siglo XX, tanto que la productora estadounidense Paramount Pictures la contrató como asesora literaria de sus películas. Tras la Guerra civil española fue detenida e inhabilitada.
En el plano artístico y literario hay que reconocer, sin duda, el relevante papel que Las Sinsombrero tuvieron en la Generación del 27, algo que la Historia apenas les ha reconocido. Los nombres de Federico García Lorca, Salvador Dalí, Rafael Alberti, Luis Buñuel o Gregorio Prieto no pueden enunciarse sin enunciar a Rosa Chacel, Concha Méndez, Maruja Mallo, Marga Gil Roësset, Josefina de la Torre, María Zambrano, Ernestina de Champourcin, María Teresa León o Margarita Manso. Y a Elena Jordi y Helena Cortesina, las primeras directoras de cine de nuestro país. La precocidad de Helena es impresionante, ya que dirigió “La Flor de España” a los 18 años, y con su propia productora Cortesina Films.
En el ámbito científico hay que recordar, al menos, a tres mujeres. Pilar de Madariaga y Jenara Vicenta Arnal Yarza, hija de un jornalero, fueron las primeras mujeres químicas españolas. Pilar prosiguió sus estudios en EE.UU., en el Vassar College, en la Universidad de Stanford en Palo Alto y en la Universidad de Columbia. Estaba afiliada a UGT, por lo que en 1941 fue inhabilitada para el ejercicio de la enseñanza en España, como tantas otras mujeres de maestras de la República, que habían seguido los pasos de María de Maeztu. Y, como no, a Margarita Salas que a partir de 1967 trabajó con Severo Ochoa en EE.UU., especializándose en bioquímica y biología molecular y que en 2016 fue la primera mujer en recibir la Medalla Echegaray.
Sin ellas hoy no sería posible que María Blasco, discípula de Salas, haya sido Directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, que la astrofísica Paloma Domingo sea la primera mujer directora de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), o que la ingeniera industrial Elena García Armada haya desarrollado el primer exoesqueleto biónico para niños y niñas con atrofia muscular espinal.
A finales del siglo XIX una nueva generación de mujeres, con importante presencia en el ámbito pedagógico, artístico, periodístico, jurídico, político y científico, fue muy activa en la defensa de sus derechos. Dejaron de ser gotas en un océano masculino para empezar a generar una marea feminista que eclosionó en la II República.
Estas mujeres fuertes, sensibles, entregadas, comprometidas, sirvieron de ejemplo a cientos, miles, millones de mujeres que fueron ocupando el lugar que les correspondía en la sociedad española. Ello explica que, a pesar de la larga noche del franquismo, nuestro país goce de una avanzada legislación igualitaria y de que las reivindicaciones de igualdad entre mujeres y hombres tengan actualmente un amplio consenso en la sociedad española.
Millones de mujeres vieron interrumpida su vida por el franquismo, tuvieron que exiliarse o fueron enterradas en vida por un régimen que representaba todo contra lo que ellas habían luchado. María Zambrano, Premio Príncipe de Asturias y Premio Cervantes, resumió en una frase todo lo que sufrieron esas valientes mujeres que vieron interrumpida su vida por la espesa sombra del franquismo: “Una vez aprendes a ser libre ya no puedes volver a lo de antes, aunque quieras”. Hoy, en pleno siglo XXI, resulta inconcebible que alguien cuestione los logros conseguidos en pro de la igualdad.
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María Belén Cardona Rubert es secretaria Autonómica de Transparencia, Participación, Responsabilidad Social y Cooperación de la Generalitat Valenciana.
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