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Personas mayores.
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La longevidad se ha convertido en uno de los principales herramientas para establecer las cotas de bienestar que se disfrutan en las distintas regiones del mundo. Gracias a los progresos médicos o a la mejoría de los hábitos de vida, lugares como Europa han alcanzado en las últimas décadas unos niveles de esperanza de vida nunca antes vistos. Sin embargo, vivir más años no se convierte automáticamente en sinónimo de bienestar pleno, especialmente en el caso de las mujeres. Así lo advierte el estudio Las mujeres viven más años, pero no siempre con buena salud y felicidad, de la investigadora de la Universidad Pompeu Fabra Aïda Solé-Auró.
Según la autora, para analizar en profundidad el fenómeno de la longevidad y el bienestar asociado a los últimos lustros del ciclo vital, es necesario recurrir tanto a factores objetivos –el estado de salud o el nivel socioeconómico–, como a indicadores subjetivos de percepción de la felicidad.
De esta forma, son muchos los estudios que apuntan, por ejemplo, a la peor salud que arrastran las mujeres durante los años de jubilación. La valoración subjetiva, por su parte, está mucho menos explorada en los indicadores, y depende de las propias patologías físicas que se puedan sufrir, pero también del entorno, el capital social o incluso la percepción pública de la corrupción.
Si bien es cierto que en Europa los datos apuntan a una mayor longevidad de las mujeres respecto de los hombres de su generación, no existen evidencias sobre esta diferencia de género en la calidad de vida subjetiva que se disfruta a edades más avanzadas.
Es más, los datos del estudio sugieren lo contrario. Los países en los que las mujeres tienen mayor esperanza de vida – como España, Italia o Francia– también registran la peor proporción de años restantes felices una vez se alcanzan los 50. Esto es así hasta el punto de que las diferencias de género, que en el caso de la longevidad apuntan a una mayor supervivencia de las mujeres, se invierten cuando se trata de analizar el bienestar subjetivo.
Algo que ocurre, además, en todos los países que contempla estudio, sin excepción. En el caso concreto de España, a los hombres de 50 años de edad les queda un 63% de vida con altos niveles de felicidad, mientras que entre las mujeres el porcentaje se reduce al 56%. Esto, apunta Aïda Solé-Auró, se debe a diversos factores relacionados con el contexto concreto de cada país, “como la igualdad de género, las diferencias socioeconómicas o los niveles globales de participación en el mercado laboral”.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el texto Las mujeres viven más años, pero no siempre con buena salud y felicidad, de Aïda Solé-Auró, de la Universidad Pompeu Fabra, publicado en el Observatorio Social de “la Caixa”.