Tribuna
El populismo de las élites
Así hemos llegado todos a odiar el impuesto de sucesiones, ese que casi nadie paga
Braulio García Jaén 22/05/2019
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar puede leer la revista en abierto. Si puedes permitirte aportar 50 euros anuales, pincha en agora.ctxt.es. Gracias.
Una imagen impactó en la campaña de las pasadas elecciones generales: el impuesto de sucesiones había arruinado a un niño de diez años en Andalucía. ¿Qué español de buen corazón podría consentir algo así? Un par de meses antes, de hecho, el nuevo Gobierno andaluz ya había anunciado que iba a eliminar el impuesto y que lo haría en nombre de todos los andaluces, incluidos los niños. Sin embargo, uno de los partidos de ese nuevo gobierno, Ciudadanos, había anunciado solo un año y medio antes, cuando aún respaldaba a la socialista Susana Díaz al frente de la Junta de Andalucía, que gracias a la reforma del impuesto impulsada entonces, sólo el 2% de los andaluces tendrían que pagarlo en 2018.
Cuando Albert Rivera se refirió al niño arruinado en el primero de los dos debates televisados de las pasadas elecciones generales, cualquier andaluz podía heredar hasta un millón de euros sin pagar nada por el impuesto. El 98% de los andaluces estaban extentos, como el propio partido de Rivera ya había anunciado. ¿Cómo el 2% de los herederos más ricos de Andalucía se habían convertido, en apenas un año y medio, en todos los andaluces? La respuesta desborda el caso andaluz e incluso, como diría Rivera, “a todos los españoles”. Porque el niño arruinado es uno más de los estandartes usados en la guerra por eliminar ese impuesto que ahora se libra en nuestro país, pero que cogió vuelo en Estados Unidos hace tres décadas.
España no es Andalucía, sino Madrid, la Comunidad que lidera esa carrera, a la que ya han dicho que se suman otras, como Murcia. La recaudación del impuesto supone algo más de 2.500 millones de euros sumando todas las comunidades, según los últimos datos disponibles. Y dado que son las autonomías las que en la práctica cobran el impuesto, las elecciones autonómicas del próximo domingo se decidirán también en esa carrera por convencer al 99% de los votantes de que su herencia depende de que el 1% más rico se ahorre el impuesto. Y para lograrlo, tanto vale el amor a los niños, como el miedo a la muerte.
“Algunos líderes han hablado del impuesto a la muerte”, recuerda José María Mollinedo, Secretario General de Gestha, el sindicato mayoritario entre los Técnicos de Hacienda. “Es muy duro decir eso cuando el propio Fondo Monetario Internacional propone mantener ese impuesto e incluso aumentarlo para esas grandes fortunas individuales”, añade. Mollinedo recuerda cómo en Estados Unidos, a diferencia de lo ocurrido en España, algunos de los multimillonarios a quienes les hubiera beneficiado la supresión del impuesto, pidieron aumentarlo. “Hay un grupo de ellos que se destacó por pedir mayores contribuciones de ese impuesto”, señala. “Pero aquí no pasa eso”, dice refiriéndose a España.
De hecho, la estrategia para eliminar el impuesto en EE.UU. se consolidó cuando sus impulsores consiguieron, a principios de los noventa, rebautizarlo como “impuesto a la muerte”. Así se recoge en el estudio que dos profesores de la Universidad de Yale realizaron sobre la campaña mediática y política que defendió la eliminación del impuesto que, también allí, solo pagaban el 2% de los americanos más ricos. “La coalición que pedía su supresión tenía que hacer creer al pueblo americano que la causa del impuesto era la muerte misma y no el tamaño de la fortuna de uno”, explican Michael J. Graetz y Ian Shapiro en Death by thousands cuts.
Muchas de las historias que, como el niño Antonio, han aflorado estos años en los medios españoles son casos que la asociación Stop Sucesiones gestiona en su campaña para acabar con el impuesto. El fundador de la asociación, el andaluz Eligio Taboada, comparte un enfoque parecido al de los pioneros americanos para explicar por qué su asociación considera injusto gravar las herencias: “La mitad de nuestra vida laboral va destinada a pagar impuestos. Y para colmo, cuando falleces te saquean lo poco que has ganado durante tu vida”, explica por teléfono.
La portavoz del área de Economía de Ciudadanos en Madrid denuncia también la injusticia del impuesto. “Nadie debe pagar un impuesto por algo que es suyo y por lo que han peleado sus padres toda la vida”, asegura a CTXT Victoria Alonso. “Lo correcto no es centrar el debate en la cantidad, sino en la naturaleza del impuesto, y el impuesto de Sucesiones es injusto a todas luces”, añade. En Madrid, la cuota del impuesto está bonificada al 99%, sin importar el caudal hereditario que cada ciudadano reciba. Todos los herederos que no están exentos pagan el mismo porcentaje: un 1% de la cuota, sin importar la cantidad heredada.
Sin embargo, la razón del impuesto no reposa sobre quien deja la herencia, sino en el incremento patrimonial de quien la recibe. “La igualdad de oportunidades desaparece con ese concepto de que yo no tengo que pagar porque ya ha pagado mi padre, que se esforzó y fue un gran empresario en entreguerras”, sostiene Eduardo Gutiérrez, hasta ahora diputado por Podemos en la Asamblea de Madrid, pero que concurre a las elecciones del domingo en la lista de Iñigo Errejón, Más Madrid. “Ese es un concepto ético y moral muy poco presentable para quien defienda que todos los ciudadanos deben tener las mismas igualdades. Y para tenerlas, hacen falta recursos públicos para igualar esas oportunidades.”
Para el fundador de Stop Sucesiones, aún así, el impuesto afecta al “pueblo” y “el pueblo está reclamando la supresión del impuesto”. Una idea que ha encontrado un eco favorable en la muy extendida creencia de que el impuesto provoca que miles de personas renuncien cada año a la herencia de sus padres. “Una de las circunstancias que [el presidente de la Junta de Andalucía] Moreno Bonilla ha alegado para justificar la supresión del impuesto es para evitar las renuncias”, explica Mollinedo, el portavoz de los técnicos de Hacienda. “Pero no es así. Las personas renuncian porque las herencias son gravosas, están sometidas por ejemplo a una carga hipotecaria, y con los sueldos tan bajos es difícil que una persona pueda pagar dos hipotecas”, añade.
Mollinedo se apoya en los datos para sostener su argumento. El número de renuncias en Madrid, donde el peso del impuesto supone una centésima parte de lo que se paga en otras comunidades, ha aumentado durante los años de la crisis como en cualquier otra. “En Madrid, con una bonificación del 99%, hay renuncias hereditarias y se mantienen prácticamente en los mismos porcentajes que en cualquier otra comunidad”, aclara. A pesar de la bonificación del impuesto, en Madrid las renuncias a la herencia, como en casi toda España, se han doblado durante los años de la crisis económica. “Los colegios de notarios ya han explicado que las renuncias se producen por esas herencias gravosas”, según Mollinedo.
El impuesto se aplica también a las donaciones que se hacen en vida. Y Madrid también destaca en la carrera por reducirlo. Durante esta legislatura, Ciudadanos y Partido Popular han ampliado la bonificación al 60% de la cuota en las donaciones de hasta 500.000 mil euros de padres a hijos. El PSOE y Podemos votaron en contra. “Esa bonificación beneficia claramente a quienes tienen grandes bases imponibles, en herencias o en donaciones”, a juicio de Eduardo Gutiérrez.
Madrid bonifica también el Impuesto de Patrimonio, recuperado por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en 2011 y mantenido por el de Mariano Rajoy en sus siete años en la Moncloa. “Todo el mundo sabe que Madrid es un paraíso fiscal para esas 60.000 familias de grandísimas fortunas que en un efecto llamada registran su domicilio fiscal en Madrid”, señala Gutiérrez. “Cuando uno ve las bases imponibles de las declaraciones del Impuesto de Sucesiones y Donaciones descubre que menos del 1%, el 0,8% en el año 2015, declara más de 800.000 euros”, que son quienes según la ley estatal deberían pagar el Impuesto de Patrimonio. En Madrid, gracias a la bonificación del 100%, están exentos.
A la hora de abordar el debate sobre el impuesto de sucesiones y donaciones todo el mundo ha citado alguna vez la célebre frase de Benjamin Franklin: “En este mundo nada es seguro, salvo los impuestos y la muerte”. Pocos, sin embargo, se acuerdan de la que pronunció Abraham Lincoln, entonces un joven republicano, cuando propuso –sin éxito– un impuesto al patrimonio en Illinois diciendo que era “equitativo en sí mismo”, porque gravaba sólo “a los más ricos” (“wealthy few”), y, además, estos “no eran suficientemente numerosos como para imponerse en las elecciones”. La historia, sin embargo, ha demostrado que las elecciones las deciden también, y quizá sobre todo, los que se sienten emocionalmente afectados.
CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar...
Autor >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí