Silvia Di Florio / Directora del documental “Partidos”
“El dolor de los exiliados no es solo el de dejar la tierra”
Pablo Gastaldi Madrid , 19/06/2019
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Silvia Di Florio nació en Buenos Aires en 1958 y es cineasta. En la época de la dictadura militar se exilió en Suecia, volviendo a Argentina con la democracia. Ahora está dirigiendo un documental sobre el exilio argentino en Madrid, que cuenta con el respaldo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y que pretende financiarse con una campaña de crowdfunding. Hablamos con ella tras un mes y medio de rodaje en Madrid y a punto de empezar el montaje.
¿Quiénes eran aquellas y aquellos jóvenes que marcharon al exilio?
Aquellos jóvenes que marchamos al exilio éramos, en un altísimo porcentaje, militantes. Militantes políticos de una época en la que había gran cantidad de jóvenes que militaban en diferentes agrupaciones.
¿Por qué se tuvieron que ir?
En el 74 Perón muere y queda de Presidenta quien es su mujer, Maria Estela Martínez de Perón, y empiezan a ponerse las cosas muy complicadas para todo lo que era la militancia de izquierda. Ya a fines del 74 empieza a operar la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), y empieza a haber secuestros y asesinatos, que siguieron durante todo el año 75. En marzo del 76 hay un golpe militar. Como siempre había habido golpes, creo que todos pensamos que era un golpe más. Pero no fue un golpe más. El golpe fue el más terrible y la dictadura militar la más terrible que tuvo la Argentina. Por ello hubo a lo largo de esos años, incluso antes del golpe, gente que optó por salir del país.
¿Por qué tanta gente vino a Madrid?
Creo que todos los que pudieron eligieron España como país de destino por la lengua, y era un país que también tenía parte de la historia de muchos argentinos. Porque muchos argentinos, si no la mayoría, somos descendientes a su vez de españoles. Y además de por la lengua, por un conocimiento que iba más allá: costumbres, modismos, comidas, un montón de cosas que tienen que ver con sus propios ancestros.
¿Cómo plantea una película sobre este exilio?
La idea inicial era contar el exilio desde Madrid hablando con los que se tuvieron que ir, porque hay casi una continuidad histórica entre España y la Argentina, pero no pensar en contarlo desde el rigor histórico, con material de archivo… A mí me interesaba ahondar en las historias de estas personas, con sus más y sus menos. Con lo que les había tocado atravesar, con cómo era su vida hoy, con cómo se veían lejos de la Argentina o, si había alguna de estas personas que habían vuelto, cómo habían vivido ese exilio y ese regreso. Lo que se me reveló en un primer viaje es que la voz de las generaciones más jóvenes, de los hijos que o habían venido de chicos o habían nacido en Madrid, iba a tener una presencia muy fuerte.
¿Cómo está contando el exilio en una película?
Estoy intentando recoger material para contarlo con la voz de las personas, con lo que me cuentan de sus vivencias y de sus historias de vida, y a la vez estoy haciendo imágenes de esas personas en su actividad, en alguna actividad que hacen en el día… quiero mostrar esos personajes en la ciudad donde viven y en la ciudad donde van. Los que viven en Argentina vienen, en general, periódicamente a Madrid. Los que viven aquí en Madrid viajan periódicamente a la Argentina. Permanentemente transitan entre un lugar el otro, es impresionante. Esas imágenes hablan de esto que en general todos coinciden que se convirtió en un enriquecimiento para la vida de cada uno. Lo que en algún momento fue una dificultad, adoptar otra identidad, acostumbrarse a otro lugar, con otras raíces, con otra cultura, con otras formas de vida, después, una vez que lograron hacerse del otro lado, salen cosas como “bueno, no soy de acá ni soy de allá, pero me siento mejor”.
Cuando los personajes se ponen a recordar o a hablar de lo que sienten y lo que viven, ¿desde dónde están hablando?
Yo creo que cada uno me habla desde algún lugar que tiene un matiz diferente. Algunos desde un lugar mucho más nostálgico o doloroso, y otros desde uno mucho más luminoso. Creo que ahí va a estar el desafío de mi elección. A mí me gustaría contar, por un lado, la nostalgia. Pero a la vez, y creo que esa es la importancia de hacer pie en la siguiente generación, la generación joven, tengo muchas formas de mostrar eso: la transmutación del dolor, de la dificultad, de esa nostalgia, en algo vital, en algo que va para adelante, en algo que es luminoso. Porque la generación joven no está teñida de la nostalgia: la nostalgia la tenemos los que tuvimos que atravesar aquel dolor, que no es solo el dolor de dejar la tierra, sino que hay un desgarro con muchas cosas. Se dejaron amigos, familia, y se dejaron a veces hasta sabores, aromas, muchas visiones. En cambio, en la segunda generación, todo suma.
¿Qué es lo que emerge cuando alguno de los personajes habla desde un lugar muy doloroso?
Yo creo que emerge la oscuridad, que muchos de los que atravesamos esta historia tenemos. Y es eso que no logran soltar. Emerge una época oscura, emerge más que nostalgia. Emerge desgarro, dolor. La descripción que hace uno de los personajes es casi perfecta: “esa sustancia alquitranada que no lográs sacarte del todo”. Aparece, y muchas veces aparece a la noche, en los sueños.
¿Qué está encontrando en cuanto a los motivos para quedarse de quienes decidieron quedarse en Madrid cuando volvió la democracia a Argentina en el 1983?
Yo creo que, en general, todos los que tienen hijos, ponen un peso en que los hijos viven aquí. Otros es la misma vida: una vez que hay un esfuerzo tan grande en rehacer una vida en otro lado, tomar la decisión de volver era volver a tomar la decisión de empezar de nuevo. Y más volviendo a un país donde comenzar siempre es muy difícil. Es difícil empezar en cualquier lado, pero la Argentina es un país complejo. Creo que España es un país donde se vive más fácil.
En la película entrevista también a quienes regresaron al poco de volver la democracia a Argentina. ¿Qué está encontrando de diferente en su visión del exilio frente a quienes se quedaron?
Y, alguien que dice “no sé para qué carajo me volví” (risas).
¿Hay diferencias en la memoria de aquella época oscura?
Es muy buena pregunta. Sí hay diferencia. Los que volvimos del exilio atravesamos, en estos treinta y pico de años, un proceso que hizo que lo que había ocurrido en la dictadura se pusiera en claro frente a la sociedad, donde lo determinante fueron los juicios a los militares. Fue un tema que podíamos hablar todos los días, más allá de los amigos. Estaba en la prensa, se hablaba cotidianamente, más allá de los desacuerdos ideológicos. Eso creo que fuera no pasó. Los que se quedaron afuera se quedaron congelados en ese proceso en el que aquello había sido el dolor y la oscuridad, y después el exilio. Muchos de los actos que resignificaron la historia, como la colocación de baldosas en las veredas de Buenos Aires conmemorando a los desaparecidos, los que se quedaron afuera no lo atravesaron. Me parece que hay ahí, al menos, un proceso diferente. Y eso también se ve en el diálogo con los hijos: esos jóvenes tenían más elementos para aproximarse a preguntar, investigar, dialogar sobre el tema.
¿Cómo se habla entre padres e hijos de esta experiencia?
Es un tema del que mucho no se habló. Porque había mucho dolor, porque había en algún momento mucho temor, a no ser aceptado, a no ser bien visto. Lo que sí me encuentro es esa dificultad de abordarlo en uno y otro lado: los hijos dicen “no nos han contado demasiado” y los padres dicen “no nos preguntaban”, pero también “yo no sé si les conté todo”.
¿Por qué hay tan poco trabajado sobre el tema?
Creo que estos procesos traumáticos, como fue esa dictadura de siete años tan terrible, llevan un tiempo de procesar el dolor, el desgarro, el propio exilio, de poder rearmarse, hasta de poder empezar a hablar en profundidad. Creo que tiene que pasar un tiempo. Quizás es mucho treinta o cuarenta años, pero de hecho es el tiempo que tuvo que pasar para que se pudiera empezar a hablar abiertamente del exilio y de todas sus facetas.
Para despedirnos: el título, “Partidos”, ¿a qué hace referencia?
Hace referencia a este ir y venir que seguiré desentrañando a lo largo del montaje de la película, pero que aunque sobre todo las generaciones jóvenes lo toman como un enriquecimiento, yo no puedo dejar de fijarme en los “estamos allá pero tenga aquí a mi mejor amiga”, o los “estamos aquí pero extraño a alguien”. Y la generación grande, que muchos tienen un perfil muy nostálgico y cuando están aquí añoran Buenos Aires, y cuando están en Buenos Aires, “listo, ya está, ya vi todo, ya me comí la milanga y el dulce de leche, me quiero volver a mi casa que está en Madrid”.
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Pablo Gastaldi
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