Crónica
Granada huele a podrido
Ciudadanos se hace con el Ayuntamiento granadino gracias a un pacto a tres con PP y Vox fraguado desde Madrid; el partido naranja, presidido por Luis Salvador, era la tercera fuerza de la ciudad
Manuel Gare Granada , 19/06/2019
Sebastián Pérez (PP) murmulla a Luis Salvador (Cs) durante el pleno de investidura en Granada.
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Era viernes por la noche y Nacho Vegas cantaba contra el fascismo en un concierto gratuito en el centro de Granada. Casi a la misma hora, se negociaba in extremis un acuerdo entre Partido Popular, Ciudadanos y Vox –segunda, tercera y quinta fuerza– para gobernar la ciudad. La dupla PP-C’s no disimulaba su predisposición al ménage à trois con la ultraderecha para arrebatar la victoria electoral al PSOE: aún no sabían que su suerte se decidiría a cientos de kilómetros de distancia.
Pero volvamos atrás en el tiempo. El PSOE gobernaba la ciudad desde 2016 tras la salida obligada del anterior alcalde, el popular José Torres Hurtado, a causa del escándalo de corrupción urbanística que salpicó al PP y que hizo que el gobierno de la ciudad dimitiera en bloque, incluyendo a Sebastián Pérez, teniente de alcalde, número dos del Ayuntamiento y presidente del partido provincial.
El hasta ahora alcalde socialista, Francisco Cuenca, accedía así al consistorio con los votos de toda la oposición, incluidos los de Ciudadanos. El partido naranja estaba y está encabezado por Luis Salvador, una figura política ligada al PSOE desde 1999 hasta 2011, y en el que ejerció durante ocho años como senador. En 2012, Salvador aspiraba a presidir la secretaría general del partido en Granada y perdió. En 2013 ficha por Ciudadanos. Logra ser diputado con el partido de Albert Rivera y, en 2015, se presenta a la alcaldía de Granada. Sus cuatro concejales respaldan a Torres Hurtado, que un año más tarde acaba esposado.
Salvador desaparece del Ayuntamiento de Granada, arruinado tras trece años de herencia del PP y abocado al bloqueo: no hay una mayoría de gobierno en la ciudad capaz de consensuar políticas de saneamiento. Desde su escaño de diputado en Madrid, el reconvertido suena en Ciudadanos como alternativa a Juan Marín como candidato a la Junta de Andalucía. La cosa no cuaja y centra sus esfuerzos en su regreso a Granada: en 2019 se presenta de nuevo a la alcaldía.
Hoy, Luis Salvador es el nuevo alcalde de la ciudad andaluza tras obtener, otra vez, cuatro concejales. El PSOE de Cuenca no ha logrado hacer valer sus diez ediles a pesar del apoyo de los tres de Adelante –la mayoría está en catorce– y la tercera fuerza se ha hecho con el Ayuntamiento, gracias a los siete votos del PP y los tres de Vox –ahora sí, catorce–.
Ambición y amenazas: la alcaldía se decidió en Madrid
¿Se acuerdan de Sebastián Pérez? Tras su salida del Ayuntamiento de Granada en 2016, empieza a preparar su nueva campaña política: postularse como candidato a la alcaldía. Y, bueno, se presenta. Mayo de 2019. El PP pierde 13.775 votos en Granada, la mayoría de ellos captados por Vox. El representante de Vox en Granada es Onofre Miralles, un exmiembro del PP –todo queda en casa– que abandonó el partido en 2006 después de que este denunciara a su esposa por destapar un caso de corrupción de los populares en el municipio granadino de Ogíjares. Ahora ha logrado más de 10.000 votos en la ciudad.
Miralles denunció hace dos semanas a Sebastián Pérez ante la Agencia Española de Protección de Datos: el rifirrafe entre ambos, que se mantiene desde el episodio de Ogíjares, explotó tras unas declaraciones de Pérez. En un comunicado, Miralles decía sobre el candidato del PP que venía “demostrando que la legalidad y él son polos opuestos”.
El pacto de Granada podría narrarse desde diferentes ángulos. El ángulo de noventa grados: la relación entre los candidatos de PP y Vox. El ángulo agudo: Luis Salvador, un arribista que ha condicionado el pacto de las derechas a su candidatura. Y el obtuso: Sebastián Pérez, quien hasta horas antes estaba convencido de que sería alcalde. Pero, al final, la geometría se ha decido en Madrid y Granada ha sido poco más que una moneda de cambio entre PP y Ciudadanos. La decisión de que Pérez diera un paso atrás no ha venido, ni mucho menos, motu proprio: responde a los acuerdos que los de Pablo Casado han alcanzado con su doppelganger naranja.
Y así, con los pantalones todavía por las rodillas, el circo de la política ha hecho escala en Granada. No hay nada escrito y ninguno de los otros dos candidatos de derechas parece tener claro qué ha firmado con sus votos a Luis Salvador; no lo sabe ni él. Ciudadanos dice que será alcalde durante los cuatro años. El PP, que el pacto implica alternar la alcaldía a los dos años. Mientras, Vox amenaza con una moción de censura si no entra en el gobierno. Salvador ya ha dicho que el partido de Miralles no entrará, pero nadie puede poner en duda la flexibilidad y capacidad de adaptación del nuevo alcalde.
La vomitera de declaraciones e intereses cruzados, fruto de un acuerdo que apesta, amenaza con situar a Granada en una posición, una vez más, de ingobernabilidad. Llegados a este punto solo cabe esperar que, sea cual sea el resultado de las negociaciones –las que empiezan ahora–, el Juego de Poltronas acabe cuanto antes y emane el menor hedor posible.
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Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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