Melancolía, locura y rabia en un bareto japonés
Astiberri publica en España la obra de Yaro Abe: pedazos de una vida que se nos escapa entre los dedos a base de alcohol, sexo y violencia
Manuel Gare 3/07/2019
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar puede leer la revista en abierto. Si puedes permitirte aportar 50 euros anuales, pincha en agora.ctxt.es. Gracias.
“Se tiene muy poca idea de lo que es el deseo, el deseo verdadero, cuando nos hipnotiza, cuando se apodera de nuestra alma entera, engatusándola por completo, ¡Hasta el punto de convertirlo a uno en un demente, un poseso, dispuesto a todo por una migaja, por un poquito de nada de lo que allí se cuece, ante nuestra nariz subyugada por un aroma diabólico!”. Lo que describe Muriel Barbery en Rapsodia Gourmet (Seix Barral) es el inenarrable deseo de los sabores; la exploración gastronómica como salvoconducto.
Barbery coincide con Yaro Abe, autor de La cantina de medianoche –recién publicado en España por la editorial Astiberri–, en situar la apoteosis del gusto en platos repletos de nostalgia. Es un patrón que se repite entre los personajes del manga de Abe: sus vidas, difíciles y ajetreadas, se dejan caer sobre la sencillez de un plato cargado de recuerdos. Un amor imposible, un padre ausente o una costumbre arrastrada durante años, traducidos en forma de un sándwich, unos fideos yakisoba o un filete de cerdo empanado.
La cantina de medianoche es una taberna típicamente japonesa –pequeña, cutre y encantadora– que abre desde las doce de la noche hasta las siete de la madrugada con un dueño dispuesto a cocinar cualquier cosa que le pidan, siempre y cuando tenga los ingredientes necesarios o el cliente se preste a traerlos. Y, una vez la comida se convierte en el hilo conductor, los visitantes nocturnos pasan a ser los verdaderos protagonistas. Desde boxeadores a yakuzas, pasando por prostitutas, actores porno y, por supuesto, transeúntes que rozan la normalidad, se dan cita en el garito. Huyendo de sus vidas, plagadas de decepción y fracaso, encuentran en La cantina de medianoche una vía de escape, un lugar alejado de sus problemas donde compartir unos momentos de sinceridad con completos desconocidos.
La rabia contenida se esfuma a golpe de mundanidad: una discusión sobre qué ingrediente o salsa le va mejor a un plato, un ramalazo impotente de sexualidad o una historia de terror que arranca en mitad de un apagón. Pequeñas dosis de vidas ajenas que se suceden en las viñetas de un cómic que, lejos de sentar cátedra, es un reflejo vital de unos personajes más próximos a nuestras vidas que a la ficción o la excentricidad nipona.
Abe desarrolla así un tejido plagado de melancolía en el que el reencuentro, el afecto o el desengaño permiten a sus personajes mantenerse otro día más en pie; escapar a la locura a la que ellos mismos se han visto abocados. “¡Qué felicidad!”, exclama una de las clientas del bareto mientras se come un curry de ayer, un plato de curry frío puesto a reposar durante una noche. Entretanto, la obra de Abe rezuma costumbrismo tokiota de principios de siglo. La desilusión de la adultez, el trabajo como un sistema de validación personal constante, el sueño de la fama, el exotismo extranjero y el sexo, siempre presente, son un reflejo de esa búsqueda incesante de una vida mejor.
La cantina de medianoche, que lleva más de veintiún números publicados en Japón, dos adaptaciones cinematográficas y varias en forma de serie –una de Netflix incluida, titulada Midnight Diner: Tokyo Stories–, es una muestra sublime de la capacidad del manga para expresar emociones sin caer en el sentimentalismo barato. Junto a Abe, autores como Jiro Taniguchi, Kazuo Kamimura o los hermanos Tsuge, todos ellos publicados en nuestro país, han logrado situar al cómic nipón como baluarte de una expresión artística sin florituras que se recrea en nuestra humanidad: cómo observamos al mundo y cómo el mundo nos devuelve la mirada.
CTXT se financia en un 40% con aportaciones de sus suscriptoras y suscriptores. Esas contribuciones nos permiten no depender de la publicidad, y blindar nuestra independencia. Y así, la gente que no puede pagar...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí