“Ahora somos un poco más ciudadanas que ayer”
Después de años de batalla de los colectivos LGBTI, iniciada por la pareja Pamela Troya y Gabriela Correa, Ecuador ha legalizado el matrimonio igualitario
Alba García Ruiz Quito , 17/07/2019
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El matrimonio entre personas del mismo sexo ha entrado en vigor en Ecuador la noche del 8 de julio de 2019 tras años de lucha del colectivo LGBTI. Después de la publicación de unas sentencias favorables al matrimonio igualitario de la Corte Constitucional, Ecuador se ha convertido en uno de los 30 países del mundo en legalizar el matrimonio entre parejas del mismo sexo y en uno de los siete países en permitirlo en América Latina junto con Argentina, Brasil, Colombia, Uruguay, Puerto Rico y algunos estados de México. Pamela Troya y Gabriela Correa fueron la primera pareja del mismo sexo en comenzar la batalla para conseguirlo. Seis años después, van a poder casarse como deseaban.
“Nos sentimos muy contentas (...) Haber logrado esto nos llena de mucha emoción el corazón y esperamos que esto solo sea el inicio de varias luchas”, dice Gabriela. “Ahora somos un poco más ciudadanas que ayer”, sentencia Pamela, que es activista LGBTI y portavoz de la campaña Matrimonio Civil Igualitario Ecuador. “Es una lucha que no es solo importante para las poblaciones LGBTI (...) es una lucha importante para el país, porque convierte al Ecuador en un país un poco más justo e igualitario”, continúa.
Una vida como pareja LGBTI
Pamela y Gabriela comparten su vida desde hace una década. “Una mañana ella me dice: ‘mi amor quiero casarme contigo’. Recién levantada, yo con la ojera, la legaña, todo”, cuenta Pamela. Gabriela fue la que propuso contraer matrimonio después de dos años de convivencia. Ellas fueron la primera pareja del mismo sexo en Ecuador en presentar todos los documentos ante el Registro Civil de Quito, capital del país, en agosto de 2013 para solicitar un turno para casarse. Turno que les fue denegado, como ya preveían, pero que utilizaron como primer paso para comenzar una lucha legal y social con el objetivo de visibilizar y legalizar el matrimonio entre parejas del mismo sexo.
Las mujeres se conocieron en una discoteca y un mes después formalizaron su relación. Para la familia de Gabriela no fue fácil aceptar la orientación sexual de su hija. “Mi mamá apenas lleva ocho meses en que ya ha podido manejarlo, aceptarlo”, explica. “Antes no se lo imaginaba y realmente pensaba que iba a ser un momento de transición y que ya después se me iba a pasar”, continúa. “En cuanto al resto de mi familia, solo tuve el apoyo de una prima y su esposo y quizás ellos fueron también una parte esencial en llegar hasta mi mamá con sus consejos”. “Lo que más me agrada ahora y lo que más me llena como hija es sentir que ahora ella puede valorarlo y sobre todo considerar a mi amor como su nuera”, dice Gabriela.
La pareja vive con la hermana y el sobrino de Pamela Troya. Los cuatro forman una familia junto con sus cuatro perros y tres gatos. Diana, la hermana de Pamela, siempre ha estado a su lado. “Para mí fue súper natural, fue tan natural como si me preguntas qué tal se siente respirar. Más bien yo no comprendía por qué la gente se hacía problema. Mi hermana y yo venimos de una familia machista, conservadora que además ve las diferentes orientaciones sexuales como una patología, pero igual desde la muerte de mi madre nosotras nos alejamos y ya no supimos nada de nuestra familia”, cuenta Diana. Además, explica cómo su hijo trata de defender y difundir la realidad que vive en casa a su entorno cuestionando los comportamientos de otros niños cuando usan insultos como ‘maricón’ o tratan mal a las chicas. “Obviamente no somos perfectas, no hemos podido darle toda la educación que a mí me hubiera gustado por temas económicos (...) pero siento que le estamos dando cosas más importantes como es tener estos cimientos y que él sea un hombre que va a aportar a ese cambio cultural en la sociedad”, dice Pamela.
Ser parte del colectivo LGBTI en una sociedad conservadora
La homosexualidad fue un delito en Ecuador hasta 1997. En una sociedad de mayoría conservadora, ser lesbiana aún conlleva unos riesgos. “Yo he manejado mis redes de una forma muy pública. Al principio me afectaba leer todo lo que leía (...). Ya uno empieza a hacerse como una especie de muro protector, pero realmente los mensajes son horribles”, dice Pamela. “Los mensajes son siempre más o menos en la misma línea: anormales, aberraciones, antinaturales, hasta uno me dijo que era la hija ilegítima de Satán, ni siquiera Satanás me quiere reconocer”, afirma Pamela. También cuentan un episodio de abuso que sufrieron antes de ser figuras públicas, aunque recalcan que nunca las han atacado de forma física. “Íbamos cogidas de la mano y un carro pasó y nos dijo... ¿qué nos dijo?”, pregunta Pamela; “Tortilleras”, termina Gabriela.
Los delitos de odio existen en la legislación ecuatoriana aunque son muy difíciles de llevar a juicio, según la abogada y coordinadora general de la organización por los derechos LGBTI Fundación Pakta, Bernarda Freire. “Los delitos de odio en el Ecuador son un artículo que está ahí pero que no se aplica. Lastimosamente cuando se hizo el COIP [Código Orgánico Integral Penal] y se establecieron los delitos de odio y discriminación no se pensó bien si es que estas figuras eran las más adecuadas para proteger a las personas. Y no se pensó bien porque el procedimiento es muy complejo y queda demasiada subjetividad al fiscal o a los jueces”, explica Freire.
La entrada legal del matrimonio civil igualitario también ha provocado manifestaciones multitudinarias en contra del mismo. En la capital Quito y la segunda ciudad más grande del país, Guayaquil, miles de personas salieron a las calles protestando contra el matrimonio entre parejas del mismo sexo y pidiendo que se realizase una consulta popular sobre este derecho. “Las sentencias que emite la Corte Constitucional del Ecuador son inamovibles porque son interpretaciones de la Constitución, entonces no se pueden mover, ni se pueden tocar. Ni por consulta popular, ni con otras leyes. Incluso si viniera una Corte Constitucional distinta no habría un procedimiento para poder dar de baja la resolución anterior”, explica Freire. “La única forma que tal vez podría existir sería una Asamblea Constituyente (...) que sería como volver a hacer la Constitución desde el principio”, continúa.
Batalla legal por la igualdad de derechos
Ecuador permite la Unión de Hecho o Unión libre independientemente de la orientación sexual desde 2014. Pamela y Gabriela se lo plantearon en un primer momento, pero decidieron comenzar la pelea para poder optar a lo que consideran una igualdad de derechos. “Esta no es una lucha para reivindicar la institución del matrimonio, esta es una lucha por la igualdad y por la no discriminación. Porque el matrimonio existe. Otra cosa es que estando todos en igualdad de condiciones y accediendo todos al matrimonio, todos como sociedad nos reinventáramos y decidiéramos que el matrimonio ya no es una institución válida y que queremos modificarla. Pero la institución sigue siendo una institución válida para juntar a dos personas y para proteger su sociedad conyugal”, dice Pamela.
Aunque Pamela y Gabriela fueron las primeras en comenzar un procedimiento legal para conseguir que se reconociese el matrimonio igualitario, fueron los casos de otras dos parejas, Efraín Soria y Javier Benalcázar y de Rubén Salazar y Carlos Verdesoto, los que provocaron las sentencias favorables de la Corte Constitucional, máximo órgano judicial. En estas sentencias, la Corte Constitucional ha dictaminado que las menciones al matrimonio en la Constitución no excluyen a las parejas del mismo sexo y ha declarado inconstitucionales las leyes que discriminaban a las personas homosexuales a contraer matrimonio. “Aquí no se requiere un proceso de ley porque [el matrimonio] es un derecho reconocido en la Constitución y reconocido en un instrumento internacional. (...) Lo único que ha hecho la Corte Constitucional es decir que todas estas reglas que ya tratan sobre el matrimonio ahora se van a extender para que no diga marido y mujer sino para que diga cónyuges”, explica Bernarda Freire, una de las abogadas de estas parejas y coordinadora general de la Fundación Pakta.
Pamela y Gabriela se casarán en Quito en una ceremonia civil y celebrarán otra fiesta en Guayaquil más pública, con activistas del colectivo LGBTI. Gabriela dice que se siente nerviosa ante los preparativos pero también muy alegre. “Alegre de que al fin la Corte Constitucional se haya puesto del otro lado (...) Y más que nada que todas las personas podamos tener los mismos derechos que el resto de gente, esto es lo más importante”, afirma. Y sentencia, “ahora básicamente las personas que queramos podemos casarnos y eso es lo que vamos a hacer”.
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Alba García Ruiz
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