La ‘batalla’ perdida por el FMI
La candidatura de Nadia Calviño no cuenta con el apoyo internacional necesario para dirigir la entidad. Rodrigo Rato lo consiguió en 2004 por las relaciones de José María Aznar con George W. Bush y Tony Blair
Ernesto Ekaizer 31/07/2019
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La ministra Nadia Calviño se ha caído, extraoficialmente, de la lista de candidatos que optan a ser la propuesta única de la Unión Europea (UE) para el puesto vacante de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Los cinco candidatos que forman parte de las negociaciones que coordina el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, son el portugués Mário Centeno, presidente del Eurogrupo; el holandés Jeroen Dijsselbloem, expresidente del Eurogrupo, Nadia Calviño, ministra de Economía de España; Olli Rehn, expresidente del Eurogrupo y presidente del Banco Central de Finlandia y la búlgara Kristalina Georgieva, consejera delegada del Banco Mundial desde 2017.
Y aunque las gestiones siguen, es un secreto a voces en Bruselas y Fráncfort que la candidata española no tenía posibilidades de competir.
No es extraño. En materia de currículum, los cuatro rivales de Calviño exhiben una experiencia de gestión imbatible. Y está el aspecto político, las relaciones políticas internacionales.
Fue la personalidad de Rodrigo Rato, en su calidad de vicepresidente económico durante ocho años del gobierno de José María Aznar y miembro del Eurogrupo, lo que le permitió alzarse en 2004 con la candidatura europea al puesto de director gerente del FMI ante la renuncia anticipada de Horst Köhler a dicho puesto para asumir el cargo de presidente de Alemania. Pero no es menos cierto que para zanjar la operación hacía falta el apoyo del Reino Unido y de Estados Unidos.
La historia se remonta a la tarde del viernes 29 de agosto de 2003. Aznar hizo los contactos telefónicos para reunir al día siguiente, en una comida en La Moncloa, a Javier Arenas, secretario general del Partido Popular, y a los tres candidatos a sucederle: Mariano Rajoy, Rodrigo Rato y Jaime Mayor Oreja. Aznar miró a Arenas y le señaló que había decidido. Rajoy era su sucesor.
Rato señaló que era una muy buena decisión y que era muy acertado resolver el asunto de la sucesión sin dar tiempo a que se creara una situación de incertidumbre en el partido. Tanto Arenas como Mayor Oreja expresaron su aprobación a la celeridad de la decisión.
Recuerda Aznar en sus memorias que al terminar el almuerzo, le pidió a Rato que se quedara un momento. “Quería tener un gesto de deferencia hacia él. Entonces me volvió a decir: “Pues ahora hubiese querido”. Aznar añade: “Yo sabía que él quería. Lo sabía entonces y lo supe en el momento de tomar la decisión. Sin embargo, después de una reflexión larga y profunda, había llegado a la conclusión de que elegir a Mariano en lugar de a Rodrigo tenía más ventajas que inconvenientes”.
Unos días más tarde, cuando se supo la noticia de que Rajoy era el sucesor y reemplazaba a Aznar como secretario general del Partido Popular, un anuncio procedente de Berlín tendría una influencia notable en el destino de Rato. Fue el 5 de septiembre de 2003. El presidente de Alemania, Johannes Rau, informaba de que no se presentaría a la reelección como jefe de Estado en la votación de la Asamblea Federal, prevista para mayo de 2004.
Según Aznar, que no ha mencionado las circunstancias de Alemania, poco después de la conversación del sábado 30 de agosto tuvo un nuevo encuentro con Rato.
“La designación de Rajoy obligó a Rato a reflexionar sobre su futuro y a rehacer sus planes. Poco después de nuestra comida en la Moncloa, me pidió ayuda para optar a un puesto de gran relevancia económica y política: la dirección del Fondo Monetario Internacional. Era una apuesta complicada… En cuanto Rodrigo me lo pidió, me puse manos a la obra y comencé a recabar apoyos para su candidatura. Lo hice con mucho gusto. Llamé personalmente a cuatro personas: George Bush, Tony Blair, Jacques Chirac y Gerhard Schroeder. De los cuatro, los realmente determinantes, por su peso y capacidad de influencia, eran Bush y Blair. A ellos les pedí de manera especial que respaldasen a Rato. La respuesta de ambos fue incondicionalmente positiva: me aseguraron un apoyo cerrado para Rato y se lo dieron, incluso después de que perdiéramos las elecciones [del 14 de marzo de 2004]”.
Por tanto, la candidatura de Rato movilizaba, según el relato del expresidente de Gobierno, al mismísimo trío de las Azores en la invasión y guerra de Irak de marzo de 2003.
La noticia de que Rau no se presentaría a su reelección en mayo de 2004 por sí sola difícilmente podía servir para poner en marcha a Rato hacia su destino. Pero ya se conocía en aquellas fechas que los liberales alemanes comandados por su jefe, Guido Westerwelle, y los conservadores del CDU, intentarían colocar en la presidencia a su candidato en sustitución del socialdemócrata Rau.
El nombre de Hörst Kohler, director gerente del FMI, todavía no había aflorado.
Y aunque Rato ya estaba encaminado hacia el FMI fue designado como número dos en las listas del PP por Madrid, después de Rajoy, para las elecciones del 14 de marzo de 2004.
Ahora bien, lo que unía a Aznar con Bush y Blair era al mismo tiempo lo que le separaba de Chirac y Schroeder: la guerra de Irak. Chirac, por su parte, apoyaba la candidatura de Jean Lemierre, quien se debatía en aquellas fechas por renovar su puesto, en el mes de abril, como presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) o saltar a la dirección del FMI.
Pero Rato tenía otra carta en la mano: su relación personal con Gordon Brown, ministro del Tesoro del Reino Unido, y presidente del Comité Monetario y Financiero Internacional, órgano de gobierno del FMI.
Kohler anuncia, finalmente, el 4 de marzo de 2003, su decisión de abandonar el FMI para ser candidato a la presidencia de Alemania. Y Rato ya estaba en la pista: contaba con las gestiones de Aznar y con el respaldo del futuro gobierno de España que por aquellos días, se descontaba, sería presidido por Rajoy.
El 9 de marzo, en la reunión de los ministros de Economía europeos, el Ecofin, Rato obtiene la candidatura oficial. Gordon Brown juega un papel importante en el cónclave.
El 11 de marzo de 2004 llega la masacre terrorista fundamentalista islámica de Madrid y el 14 de marzo de 2004 José Luis Rodríguez Zapatero gana las elecciones generales.
Ahora Rato tiene dos nuevos problemas: superar la derrota del PP, que ya no gobierna en España, y la promesa de Zapatero de retirar las tropas españolas de Irak.
Rato no solo es ahora un candidato sin gobierno que de momento le apoye, sino que el presidente de ese nuevo gobierno va a cumplir en las próximas fechas su propuesta electoral estrella: la retirada de tropas de Irak. El candidato del trío de las Azores, por así decir, se encuentra con obstáculos al parecer insalvables.
Miguel Sebastián, candidato a ministro de Economía que finalmente declinará el ofrecimiento de Zapatero, aconseja al presidente salir en apoyo de la candidatura de Rato. El 16 de marzo Zapatero se lo comunica a Rato personalmente y un día después anuncia públicamente que el candidato cuenta con su apoyo y que ha dado instrucciones para aclarar esa posición favorable ante los gobiernos europeos.
En Francia aparece la luz al final del túnel. El nuevo ministro de Economía, Nicolas Sarkozy, está dispuesto a considerar el apoyo a Rato una vez que hay consenso europeo sobre su candidatura. Rato mantiene una conversación con el ministro francés.
Y así el principal rival, Lemierre, optará por un segundo mandato en el BERD. La fecha para ser reelegido es el 19 de abril, ocasión en la que acudirán al acto en Londres los ministros europeos de Finanzas. Allí, también, estará el secretario de Estado de Economía, el número dos de Rato. Su nombre: Luis de Guindos.
Pero dos días antes, el 17 de abril, está previsto en Madrid la toma de posesión del presidente del Gobierno Zapatero. Y un día más tarde, el 18 de abril, el presidente anuncia la retirada de las tropas de Irak.
De modo que en un ambiente cargado, Rato y De Guindos pulsan, el 19 de abril, la temperatura en Londres.
El presidente del Eurogrupo, el irlandés Charlie McCreevy, coge a De Guindos y le susurra.
–Aznar tiene que hablar con Bush. Tenemos un problema y solo Bush es quien decide…
De Guindos, pues, informa a Rato de que la retirada de las tropas es un escollo importante que se interpone en su candidatura al FMI.
Aznar, por su parte, sigue en la brecha. En su diario anota una entrada el 7 de abril de 2004:
“Me estoy ocupando de la candidatura de Rodrigo al FMI. Se lo merece, el cargo le viene como anillo al dedo. La Casa Blanca lo apoya con entusiasmo. Hoy he hablado con Koizumi, el primer ministro de Japón, que ha estado receptivo, y esta tarde hablaré con Putin, con el que supongo que habrá más dificultades”. Y el 8 de abril anota: “Ayer por la tarde hablé con Putin. Me despedí. Le hice testimonio de amistad y le pedí apoyo para Rodrigo. Como suponía tiene un acuerdo con el francés”.
Aznar seguirá hasta conseguirlo. El 4 de mayo de 2004, el directorio ejecutivo del FMI nombraba director gerente a Rato en sustitución de Horst Köhler.
“Quizá por eso –reflexiona en sus memorias– me costó comprender la posterior reacción de Rodrigo. Yo era consciente de su decepción ante el desenlace de la sucesión y sabía que, después de tantos años de amistad, nuestra relación ya no sería la misma. Sin embargo, no esperaba que Rodrigo pusiese una distancia tan grande desde tan pronto. Yo le llamaba para interesarme por el buen desarrollo de nuestras gestiones para lograr su nombramiento al frente del FMI, pero él a mí no me llamaba para contarme nada. La constatación de que se había abierto una brecha se produjo con motivo de la primera visita que Rodrigo realizó a España ya como director gerente del FMI, en la que se citó con una amplia representación del mundo político y económico español. A mí no me llamó”
Rato anunciará “por razones personales” su renuncia a ser director gerente del FMI el 27 de junio de 2007 con vigencia desde noviembre de dicho año. Su sucesor será el economista y exministro francés Dominique Strauss-Kahn…
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