Testigo de cargo (V)
Diana Quer, del asesinato como un ‘reality show’
Dentro de poco se celebrará el juicio por el crimen cometido en 2016. No hay muchas dudas sobre el fallo, pero hay incluso menos de que despertará un nuevo aquelarre mediático
Xosé Manuel Pereiro A Coruña , 28/08/2019
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“Era el último día de las fiestas do Carme dos Pincheiros en A Pobra, el lunes 22 de agosto, y a mediodía empezaron a aparecer carteles con la foto de una chica desaparecida, que no había vuelto después de la verbena. Comprobamos en la Guardia Civil que se había presentado la denuncia y, como era mayor de edad, nos limitamos a dar una nota breve, a la espera de que pasaran 48 horas”. Moncho Ares era aquel 2016, y sigue siendo, delegado de La Voz de Galicia en Barbanza, la península más al sur de la costa coruñesa.
Ser el responsable de la edición comarcal de un periódico tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Conocer el ambiente y prácticamente a la audiencia tiene las dos cosas a la vez, y por eso hay que ser doblemente cauteloso con lo que se publica. “Pero aquel mismo lunes, antes de ese plazo, en un programa de televisión, Coto Matamoros, que era amigo de la familia, pidió la colaboración ciudadana. Se disparó todo”. Se disparó tanto que seguramente si les adelanto que a aquella chica de los carteles de 18 años recién cumplidos, Diana Quer López-Pinel, vecina de Pozuelo de Alarcón y veraneante en A Pobra, la encontraron muerta en un pozo 500 días después no cometo pecado de spoiler.
En aquel 2016 se denunciaron en España más de 21.571 desapariciones, de las que todavía están activas 587, 15 de ellas consideradas de alto riesgo, según datos del Centro Nacional de Desaparecidos. Es decir, aunque sea un escaso consuelo para aquellos casos sin aclarar, la inmensa mayoría de las desapariciones tienen una resolución, positiva o negativa. En contra de lo que se cree, no existe un plazo de 48 horas para comenzar a investigar las desapariciones. Si se trata de menores, se considera siempre un caso de alto riesgo, y las pesquisas deben iniciarse inmediatamente, entre otras razones porque las primeras horas son fundamentales. Si son mayores de edad (los mayores de 18 años tienen derecho a no estar con sus familias, pero no a estar desaparecidos), hay elementos que aconsejan esperar: antecedentes de fugas anteriores; recogida de documentos, ropa o dinero y existencia de problemas familiares, escolares o laborales. En aquel caso de Diana se daban al menos dos. Casi todo apuntaba a una desaparición voluntaria.
En la información de sucesos hay una regla periodística no escrita, que es que el tono y el contexto, incluso el medio, en el que se publican las primeras noticias marcan el desarrollo posterior del asunto. “El martes por la mañana, A Pobra estaba llena de medios de toda España, y la desaparición de Diana Quer se mencionaba en todos los magazines matutinos de la tele o de la radio. Una desaparición que todavía podía ser de 24 horas nos obligó a ponernos en guardia”, recuerda Ares. Las operaciones de búsqueda fueron también inmediatas: Policía local, Protección Civil, familiares y amigos, a los que paulatinamente se fueron sumando grupos de voluntarios y hasta dotaciones de Infantería de Marina. Por A Pobra y por el rosario de poblaciones Porto do Son, Boiro, Ribeira, Rianxo, que jalonan la orilla norte de la Ría de Arousa.
Un whatsapp a un amigo, a las 02:30, en el que le comentaba su temor porque un feriante le había dicho “ven para acá, morena”, desvió la atención hacia los de las barracas, por poco tiempo. Por sugerencia de las teles, los padres, divorciados, dieron una rueda de prensa conjunta en la que aventuraron que se trataba de un secuestro. Cuando se abren espacios en las páginas de los medios escritos y en las escaletas de los audiovisuales, hay que llenarlos, aunque no haya nada estrictamente noticiable, ni mucho menos información oficial. Además de las especulaciones (faltas) de rigor sobre la investigación, la mayoría del material que se consumía procedía de las redes sociales de la propia víctima y de su hermana pequeña, Valeria. Famosos como Arantxa de Benito, Terelu Campos, Dani Martín, Fonsi Nieto, Christian Gálvez, Paula Echevarría, Paula Vázquez o Raquel Meroño también contribuían expresando públicamente su apoyo y aliento a la familia. Pero, sobre todo, el tinglado de la candente actualidad se sostenía y se sostuvo, de principio a fin, a base de bucear en las intimidades de los Quer-López Pinel, que revelaban que para ser una familia desestructurada no es necesario carecer de dinero. Una pareja adinerada y bien relacionada, con un par de hijas adolescentes, inmersa en un proceso traumático de divorcio solo necesita un desencadenante para convertirse en carnaza.
La tregua entre los padres no duró mucho: a instancias del padre, la juez le retiró la custodia de la otra hija a la madre . “Una medida que llega tarde”, deslizó el inductor, inoculando la sospecha y abriendo la espita de más especulaciones. Como suelen decir los portavoces policiales, todas las hipótesis estaban abiertas, pero la del secuestro por dinero y la de la desaparición voluntaria estaban, apenas una semana después, prácticamente descartadas. Esta última porque el móvil de Diana dejó de emitir un cuarto de hora después de aquel whatsapp y la documentación la había dejado en casa. Las batidas se convirtieron en investigación, reforzada por unidades de la Guardia Civil llegadas de Madrid (en su día, llegaría a participar el CNI).
Son interrogados la madre, los amigos de Alcorcón y de Boadilla (estudiaba allí), los sospechosos habituales del Barbanza (un par de cientos, que enseguida quedan reducidos a menos de la mitad). Se comprueban y desechan las pistas que indican que la han visto en un par de sitios de la provincia de Lugo. Se escudriñan cientos de horas de grabaciones de cámaras y se investigan los miles de matrículas de coches que aparecen en ellas. Se profundiza en las declaraciones de algunos testigos que vieron subirse a una chica a un coche en el que iban una o tres personas, o cambiar de coche, cerca de Taragoña (Rianxo). Todo ello sin más resultado que imágenes muy parciales de alguien que podría ser Diana y de algún coche sospechoso inidentificable, y la casi certeza, según el análisis de las antenas a las que se conectó su teléfono, de que antes de las 4 de la mañana se desplazó en coche a Taragoña y allí se apagó.
El móvil, un iPhone 6 blanco, lo encontró dos meses después un mariscador de Rianxo que trabajaba en la desembocadura del río Beluso, debajo del viaducto que atraviesa la Ría de Arousa. A unos 15 kilómetros de donde Diana había sido vista por última vez y al lado del puerto de Taragoña. Enseguida pensó que podía estar relacionado con Diana Quer y lo entregó a la Guardia Civil. Para los investigadores era la prueba casi definitiva de que la desaparición no iba a tener un buen final. Los análisis sobre la capacidad de extraer información de un móvil sumergido en el mar durante un tiempo pasaron a presidir las tertulias del caso.
Hacer información local, repito, tiene sus ventajas y sus inconvenientes. “Faltaba un redactor y otra estaba de baja. Estábamos cuatro periodistas, uno de ellos dedicado a eso a tiempo completo, aunque llegamos a estar todos a ello. Afortunadamente, éramos de allí, trabajábamos a pie de obra”, recuerda el delegado. El problema es que, además, hay que llenar 8 o 16 páginas de la edición con otras noticias, porque las importantes como esta son absorbidas por la edición general. “También estábamos en aquella fase en la que en la web no se volcaba toda la información, se guardaba algo para el papel del día siguiente”. Y otra desventaja más: la competencia, no solo con los otros medios, sino con los magazines llenos de expertos y tertulianos. “‘Oye, que en la tele tal dijeron esto, y nosotros no’. Tienes que defender tu información incluso a nivel interno. El secreto sumarial era impenetrable, pero nos llegaron unas filtraciones que al final coincidieron, no sé si por casualidad, o porque estaban en lo cierto. Eran que el sospechoso estaba relacionado con el mundo del trapicheo de droga, miembro de la banda de Os Fanchos, con antecedentes por violencia o agresión sexual. Todo acabó cuadrando con el que luego resultó ser autor confeso del crimen, el Chicle, que en su día había sido de Os Fanchos”.
El teléfono de Diana fue finalmente desbloqueado en julio de 2017, casi un año después de la desaparición, y tres meses después que el juez archivara provisionalmente la causa. No sirvió de mucho. En realidad, José Enrique Abuín Gey (originalmente era O Chiclé, como el elemento del motor, dada su afición a los coches, pero mutó al más universal el Chicle) ya estaba en el punto de mira porque tenía algún antecedente por agresión sexual, por tráfico; los desplazamientos del móvil que usaba coincidían en el tiempo y el lugar con los de la víctima…, pero tenía una coartada. Su mujer aseguraba que los dos habían salido a robar gasóleo aquella noche. Nada más creíble que inculparse de un delito. “Empezaron a seguirle, le pusieron balizas [dispositivos de seguimiento y escucha] en el coche… él llegó a darse cuenta y habló con los guardias civiles, los conocía porque había colaborado con ellos cuando estaba en Os Fanchos, ‘¿por qué me perseguís si yo no tengo nada que ver con la chica esa’?”
Todo parecía muerto, menos las especulaciones, la vivisección de los tres miembros de la familia Quer-López Pinel, y las sospechas sobre José Enrique Abuín. Hasta que el Chicle lo intentó otra vez, en Boiro, el día de Navidad. Esta vez con luz y taquígrafos. Una cámara lo grabó merodeando con su coche alrededor de la que iba a ser su víctima, y el móvil de la chica grabó el audio –estaba enviando un whatsapp cuando fue abordada– del intento de secuestro. Primero la amenazó con un objeto metálico, pero después reculó. Sin embargo, al darse cuenta de que se había fijado en su coche y en la matrícula, quiso meterla a la fuerza en el maletero. “La diferencia es que esta chica era algo mayor que Diana y, sobre todo, estaba acostumbrada a trabajar en la aldea, y era fuerte. No consiguió cerrar el maletero porque ella hacía fuerza con las piernas, y a sus gritos acudieron unos chavales”. El Chicle huyó, pero no por mucho tiempo. La agredida presentó denuncia y la Guardia Civil comprobó que el modelo del automóvil y lo que recordaba de la matrícula coincidía con el del sospechoso número uno.
“Un par de días después, hubo una filtración de que venía una unidad de la Guardia Civil de Madrid para practicar una detención, y ya se precipitaron los acontecimientos y tuvieron que detener al Chicle”, resume Ares. Los responsables de la investigación aseguraron después que llevaban 16 meses intentando reunir pruebas contra Enrique Abuín. Saberse vigilado e intentar de nuevo un secuestro prácticamente al lado de casa no revela un gran talento criminal, ¿no? “No, el Chicle no era muy espabilado. Después se supo que días antes había seguido en coche a tres chicas a la salida de una discoteca, pero ellas pasaron de él y escaparon”. La detención se produjo el 29 de diciembre, pero la coartada seguía firme, hasta que su mujer se retractó de su antigua declaración de que aquella noche lo había acompañado a sustraer combustible en un puerto de la zona.
Después de diez horas de interrogatorio, el Chicle claudicó, pero poco a poco. Primero aseguró que había atropellado a la chica, y que había arrojado el cuerpo al mar. Después, que la había subido al coche, y que la había estrangulado al oponer ella resistencia. Finalmente, confesó que había arrojado el cadáver en el pozo de una nave industrial abandonada en Rianxo. El cuerpo de Diana Quer fue rescatado la madrugada en la que comenzaba 2018. Estaba fondeado con unos bloques de cemento, asegurado con unas bridas.
En el auto con el que abre juicio oral el titular del juzgado de Instrucción 1 de Ribeira, Félix Isaac Alonso, se concluye que el Chicle introdujo a su víctima en el maletero, maniatada con bridas, y abusó sexualmente de ella antes de estrangularla y arrojarla al pozo. Todo se dilucidará en la vista oral, que Moncho Ares afirma que será a finales del próximo mes de octubre. Aquel mismo enero de 2018, mientras estaba en prisión preventiva, Abuín supo que el Supremo había ratificado la sentencia a dos años y medio de cárcel por narcotráfico (le encontraron dos paquetes de cocaína en el coche y él había asegurado que se los había colocado su tío, el líder de Os Fanchos). El pasado abril, fue condenado a cinco años por intento de violación a aquella chica de Boiro que logró resistirse. Ese mismo mes supo que tendría que afrontar una nueva acusación: la hermana gemela de su mujer había presentado una denuncia por violación en 2005, cuando todavía era menor, pero después la retiró porque nadie en su casa la había creído. El juzgado número 2 de Noia acordó reabrir el caso por similitudes en el modus operandi con el de Diana Quer.
Este caso tiene otras víctimas colaterales. Empezando por la hija de Abuín, de ocho años, cuya vida en una zona en la que todo el mundo sabe quién es su padre no debe de ser fácil. Y siguiendo por la familia Quer-López-Pinel, aunque el primer guion ya no tenga razón legal de existir. La hija menor, Valeria, empezó y clausuró un canal de Youtube en el que pretendía contar “mi vida sin mi hermana” y en diciembre del año pasado denunció haber sido violada por un amigo. La madre de la víctima, Diana López-Pinel, y el padre, Juan Carlos Quer, participan en debates y programas de televisión. Ella tiene un perfil más bajo, pero él, que ha delegado su actividad como promotor inmobiliario en sus hermanos, encabeza la Plataforma para la no derogación de la prisión permanente revisable (PPR) y tiene una activa presencia en las redes sociales. También en los titulares de prensa: “¿Dónde estaban las feministas cuando apareció el cadáver de mi hija?”. Dentro de poco más de un mes se celebrará el juicio por el asesinato de aquella chica que regresaba de las fiestas del Carme dos Pincheiros. No creo que hayas muchas dudas sobre el fallo, pero hay incluso menos de que despertará un nuevo aquelarre mediático.
Hemos fundado la Asociación Cultural Amigas de Contexto para publicar Ctxt en todas las lenguas del Estado. La Asociación es una entidad sin ánimo de lucro que también tiene la meta de trabajar por el feminismo y la...
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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