Diriye Osman / Escritor somalí ‘queer’
“La sensación de ser un extraño nunca te abandona”
Carlos Bajo Erro Barcelona , 4/09/2019
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Diriye Osman se ha puesto, sin complejos, delante de los ingredientes más críticos de la vida de la comunidad LGBTIQ africana en Londres. El desarraigo, la identidad, la experiencia de la migración, la religión, las costumbres y las tradiciones, la presión social, las enfermedades mentales, el rechazo de la familia, pero también el sexo, el placer, la alegría, el amor y la vida que se despliega. Cuando Osman publicó Fairytales For Lost Children provocó una considerable sensación en el mundo literario británico. La crítica acogió con unanimidad la emergencia de una nueva voz fresca, desacomplejada y provocadora, que trataba con naturalidad y claridad los aspectos más oscuros de las vidas de personas LGBTIQ africanas en el Reino Unido. Ahora el autor de origen somalí ve su colección de relatos publicada en español bajo el título Cuentos para niños perdidos (Team Angelica Publishing).
Las historias que componen su libro Cuentos para niños perdidos son realmente impactantes. ¿Qué parte hay de reivindicación? ¿Qué parte de visibilización? ¿Y qué parte de catarsis?
Las historias de este libro fueron creadas desde una posición de autodescubrimiento y, en último término, de catarsis. He querido expresar un poco de la pasión, el miedo, el deseo y la sensación de placer que había experimentado cuando era más joven. He pretendido explorar la intersección de mi sexualidad y mi herencia cultural como un hombre africano queer que vive en Londres a principios del siglo XXI. He intentado hacer una aportación a la existencia de narrativas queer somalíes y, a juzgar por la respuesta positiva que despertó el libro en su momento, tanto en el Reino Unido, como en toda la diáspora, diría que he cumplido mi misión.
Algunas de las historias suenan especialmente íntimas, así que seguramente los lectores se pregunten, ¿qué hay del autor en los protagonistas de esos relatos?
Pues la verdad es que solo hay una historia realmente autobiográfica en toda la colección. Todas las demás son pura ficción. Yo creo que el motivo por el que el libro ha llegado tanto a los lectores, especialmente a los más jóvenes, es por ese tono íntimo. Las historias tienen una gran ventaja, y es que generan la sensación de que al lector se le ha concedido la entrada a mis ansiedades más íntimas y a mis momentos de alegría.
Los relatos tienen un considerable contenido explícito. ¿Tienen voluntad de provocación?
Sinceramente, al principio fui un poco tímido al escribir escenas de sexo, aunque sabía que tenía que haber algunos momentos de liberación sexual. Mis intentos iniciales fueron tan débiles y carentes de personalidad que mi editor tuvo que intervenir y me dijo: “O te metes de lleno a escribir las escenas de sexo o las suprimes”. Elegí la primera opción. Nunca se trató de una provocación, que creo que hubiese sido un ejercicio cínico y sin alegría. En realidad se trataba de compartir las propiedades regenerativas y curativas del buen sexo, de retratar a africanos queer con toda su diversidad como seres sexuales sin temor a ser censurados.
Encontramos escenarios recurrentes como Londres, Nairobi o Somalia, ¿qué papel desempeñan esos espacios en tu narrativa?
Nací en Mogadiscio y crecí entre Nairobi y Londres. Todas estas ciudades han jugado un papel importante en mi narrativa. Mi familia y yo huimos de Somalia durante la guerra civil buscando una vida mejor en Nairobi. Descubrí que Nairobi es paradójicamente paradisíaco y, al mismo tiempo, corrompe el alma de muchos somalíes. La retórica antiinmigrante y, en particular, antisomalí, estaba muy presente. Londres, por otro lado, fue donde me encontré a mí mismo, en todos los sentidos. Es la ciudad donde me convertí en un hombre y estoy orgulloso de poder considerarla mi hogar.
También encontramos temas recurrentes: desarraigo, identidad, conflictos familiares, enfermedades mentales... ¿por qué están tan presentes estos problemas?
Porque estas son las coordenadas de la historia de un somalí queer. Tuvimos que abandonar a regañadientes nuestros hogares en Somalia durante la guerra civil y huir a diferentes rincones de este planeta. A partir de esa experiencia, la sensación de ser un extraño nunca te abandona, se convierte en parte de tu ADN emocional. Con respecto a la identidad, las enfermedades mentales y los conflictos familiares, simplemente son las realidades a las que nos enfrentamos. No pretendo que esto sea un festival de la lástima, pero es que esa es la realidad para la mayoría de las personas queer, ya sean de Somalia, Surinam o España. Es importante articular esos sentimientos sin importar cuán dolorosos sean.
Leemos varias veces frases que transmiten el mismo mensaje: “La homosexualidad no es parte de nuestra cultura”. ¿Qué piensas de ese argumento tan repetitivo?
Desafortunadamente, esa es la realidad de la mayoría de los africanos queer. Nos dicen que nuestras vidas no tienen ningún valor, ya sea en nuestras familias, en los lugares de culto o desde los gobiernos. Somos repetidamente atacados. Incluso en países como España o Estados Unidos, el tema de la homosexualidad sigue siendo tabú en algunos espacios y la gente tiene que luchar por su derecho a llevar sus propias vidas. Por lo tanto, todavía tenemos un largo camino por recorrer en términos de igualdad.
Hay un triángulo que se repite: homosexualidad, religión y costumbres. ¿Cómo se aborda este triángulo desde el punto de vista creativo?
La belleza de la intersección significa que no hay jerarquía o conflicto en lo que se refiere a la propia identidad. Pero, en un momento, hubo mucha confusión, sin alegría, en cuanto a establecer dónde se situaban las lealtades. Lo que trato de decir en este libro es que no tienes que elegir entre tu identidad sexual o tu religión. Los dos componentes pueden coexistir perfectamente si es tu decisión.
En una de las historias te refieres a cómo los artistas africanos están condicionados por lo que se espera de ellos en Occidente, concretamente en Reino Unido. ¿Te has encontrado con alguien que te diga que lo que escribes no es africano?
Lo que intenté con este libro fue crear un nuevo lenguaje con la capacidad de acomodar mi propia historia y la de mi comunidad. He tenido el privilegio de sentarme a la mesa solo para descubrir que no había nada que me interesara. He tenido una buena educación, he trabajado con grandes instituciones que siempre han escuchado con agrado mis comentarios. En muchos aspectos, considero que tengo suerte. Pero al mismo tiempo, también veo las trampas que muchos escritores africanos hacen para tener contenta a una audiencia occidental imaginaria. El Premio Caine, sin ir más lejos, es un excelente ejemplo de esa dinámica. Por supuesto que el premio ha provocado algunos trabajos interesantes, pero muchos simplemente son mediocres. La mejor ficción africana contemporánea no tendrá el beneplácito de la academia. Se está produciendo ahora mismo en los blogs, en las conversaciones de Facebook o de Instagram. Hay cadenas de texto en WhatsApp que son auténticos poemas en prosa. La revolución no molestará a la academia, pero superará la nueva frontera digital.
¿Qué buscas cuando escribes?
Escribo para ver, para sentirme plenamente vivo, para dar sentido a mi realidad y a las realidades a las que se enfrenta mi comunidad. La publicación ya no es el objetivo. De hecho, después de esta traducción de Cuentos para niños perdidos, no tengo intención de publicar más trabajos, ni de hacer más entrevistas. En este punto, simplemente escribo para mi propio placer.
¿La tradición literaria somalí tiene alguna influencia en ti?
Somalia es conocida como una nación de poetas y yo me siento muy inspirado por los ritmos y las cadencias de esa poesía somalí. Es increíblemente hermosa. Intento extraer, para mi narrativa, no solo elementos de la poética somalí, sino también del hip hop o la jerga kiswahili, de las frases árabes y los ritmos de jazz. Amo el lenguaje. Lo amo en todo su poder fortificante, por eso es tan emocionante para mí que el libro haya sido traducido al español por un personaje tan brillante como Héctor F. Santiago Pérez.
¿Crees que es necesaria una literatura LGTBIQ africana?
El hecho de que me estés haciendo esta pregunta demuestra que sí. La literatura LGBTIQ africana es necesaria para que nuestras culturas colectivas sigan avanzando. Al oprimir y silenciar repetidamente a los nuestros, hemos atenuamos la luz de todos nuestros futuros. Necesitamos más y más literatura africana queer. Aprovecho para recomendar a los lectores de esta entrevista las memorias poderosas y alegres de Chike Frankie Edozien, Lives of Great Men, que ganó el Premio Lambda Literario y fue la primera biografía gay nigeriana en ser publicada. También recomiendo las obras de Akwaeke Emezi, Chinelo Okparanta, Anathi Jongilanga o K. Sello Duiker. ¿A qué estáis esperando, lectores? Salid y leed estos libros increíbles que os cambiarán la vida.
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Autor >
Carlos Bajo Erro
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