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Cerca de un millón de personas sufre algún trastorno mental grave en España. Patologías que, en algún momento de su vida, sufrirán hasta un cuarto de la población. Pese a estas cifras, la atención que se destina a tratar estas enfermedades en el país sigue siendo absolutamente insuficiente, tal y como llevan tiempo denunciando distintos colectivos y asociaciones, que también advierten sobre la distancia que aún nos separa de Europa en este campo. Según datos publicados recientemente por Eurostat, a cierre de 2017 –último ejercicio con cifras armonizadas– España apenas disponía de 36 camas de hospital para tratar afecciones psiquiátricas por cada 100.000 habitantes, un ratio muy alejado de las 69 camas de las que disponen, de media, los países de nuestro entorno comunitario.
De esta forma, y de acuerdo con estas cifras, nuestro país se sitúa como el cuarto país de la Unión Europea con el menor porcentaje de plazas hospitalarias para este tipo de afecciones, solo por delante de Italia, Chipre e Irlanda. En el extremo contrario aparecen Estados como Bélgica, que cuenta con 135 camas para tratamiento psiquiátrico por cada 100.000 habitantes, Alemania, con 128, y Letonia, con 125.
Los datos que ha publicado el portal estadístico europeo también demuestran cómo los años de la crisis y los fortísimos recortes presupuestarios en el ámbito sanitario han afectado a los servicios de salud mental en el país. En 2007, justo antes del comienzo de la recesión, España disponía en sus hospitales de 41 camas para atención psiquiátrica por cada 100.000 habitantes, 5 plazas más que las 36 que están disponibles en la actualidad.
Pero España no es, ni mucho menos, el único de la Unión Europea donde se ha dado un descenso en la disponibilidad de plazas hospitalarias para tratar afecciones relacionadas con la salud mental. Desde 2007, en el conjunto de la Unión Europea se ha registrado un descenso del 9% en el número de camas destinadas a tratamiento psiquiátrico, hasta el punto de que apenas dos países, Alemania y Rumanía, han aumentado sus ratios por cada 100.000 habitantes en este ámbito.
Según un reciente informe de la OCDE, en la Unión Europea cerca de 84 millones de personas –uno de cada seis habitantes– sufre algún tipo de problema relacionado con la salud mental. Una cifra creciente que, ante los recortes sanitarios y la falta de impulso de unidades especializadas en salud mental, está teniendo un efecto rebote sobre el gasto que generan estas patologías en los países europeos.
De esta forma, los costes indirectos asociados a estas enfermedades –en forma de bajas laborales, incapacidades o caída de la productividad– ya se han convertido en el principal gasto relacionado con la salud mental para la Unión Europea.
En el caso de España, el Ministerio de Sanidad estima que el coste total de los trastornos mentales en el país asciende a cerca de 83.000 millones de euros. Pese a ello, el gasto público en sanidad en el país todavía se encuentra entre los más bajos del conjunto de la Unión Europea, con una inversión total cercana al 6% del PIB, más de un punto por debajo de la media comunitaria en este ámbito.
Si se atiende a otras cifras sobre el campo de salud mental, el panorama es todavía más desalentador: según la Confederación Salud Mental España, la media de profesionales de la psicología clínica en el país es todavía más baja que la del número de camas, con apenas 4 especialistas por cada 100.000 habitantes. En el conjunto de la Unión Europea el ratio es bastante superior, con 18 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes.