Blackface
¿Es la Cabalgata de Alcoy una fiesta ofensiva para la comunidad negra? ¿Qué sentido tiene que la mayoría de partidos políticos apoyen la candidatura para convertirla en Patrimonio de la Humanidad?
Sara Beltrame 6/11/2019
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Hace un año, en España, hubo una gran polémica sobre una petición para que el blackface masivo de la Cabalgata de Alcoy se convirtiera en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Desde varios colectivos afrodescendientes y antirracistas españoles se pidió no solamente que se retirara la petición sino que se revisara esta práctica, que resulta ofensiva para la comunidad negra. El pasado 19 de febrero, obviando las protestas y las quejas, el Senado de España aprobó la candidatura de la Cabalgata, permitiendo que el Ayuntamiento de Alcoy inicie los trámites para pedir el reconocimiento. La iniciativa, presentada por el Partido Popular, fue apoyada por Podemos, Izquierda Unida, Esquerra Republicana de Catalunya, el Partido Socialista, el Grupo Parlamentario Vasco y Ciudadanos.
Con el término blackface se hace referencia al maquillaje teatral empleado para representar a una persona de raza negra africana. La práctica ganó popularidad en el siglo XIX, especialmente en Estados Unidos. Mientras en las plantaciones del sur del país se seguía empleando a esclavos provenientes de África, el blackface trataba de ocultar la auténtica cara de la trata ridiculizando y representando a las personas negras como dandis, felices y lujuriosas. Este maquillaje estuvo vigente hasta 1960, cuando el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos obligó a prohibirlo, ya que era un evidente ejemplo de racismo.
Dejando de lado a los alcaldes y concejales blancos que se disfrazan de Baltasar, como Alberto Ruiz Gallardón, quizás desde entonces ningún político había sido visto practicando el blackface hasta que el 18 de septiembre del 2019 se publicaron las fotos de Justin Trudeau durante una fiesta en 2001 con manos, piernas y cara pintadas de negro. La narración que Trudeau hace de sí mismo es la de un campeón en temas de justicia social, inclusión, diversidad. De allí el escándalo que esas fotos produjeron, en plena campaña electoral canadiense. En el discurso que Trudeau dio para disculparse —publicado en vídeo, en su cuenta de Twitter— no solo pidió perdón por lo que había hecho sino que se preguntó públicamente por qué pensó que en aquel momento pintarse de negro fuera una buena idea. Se hacía esta pregunta hablando a sus votantes desde sus privilegios: ser un hombre, ser blanco, tener poder. Todavía no sabemos si el hecho de que el blackface se haya convertido de manera explicita en un tema político servirá para que se vuelva a poner sobre la mesa lo racista que puede llegar a ser la sociedad blanca sin querer entenderlo; de todas maneras, dio la casualidad que, mientras en Canadá tenían lugar estos acontecimientos, había un público, en la Sala Fenix, un teatro en Barcelona, que sí estaba teniendo la oportunidad de comprender el asunto profundamente, escuchando las palabras de Silvia Albert Sopale, actriz feminista, activista y afrodescendiente española.
Blackface y otras vergüenzas –así se titula la pieza de Albert Sopale–, que ha agotado todas las entradas durante los días de la función, se abre con una mujer afrodescendiente muy fan del blackface masivo de Alcoy que toma conciencia de por qué esta práctica es racista. La narración sigue entrando firmemente en las venas del público mientras la actriz, cambiando a menudo su registro narrativo, hace un recorrido por las otras vergüenzas (algunas de las otras vergüenzas) de la historia española y europea: los zoológicos humanos (el último es de 1958), en los que se mostraban en vivo “hombres, mujeres y niños negros en condiciones autóctonas para la educación y la diversión de los europeos blancos”; el “Negro de Banyoles” (1831), considerado una joya cultural catalana, que fue disecado y expuesto como un animal en el museo de Banyoles hasta que se consiguió su entierro en Botswana el 4 octubre del 2000; Sara Baartman (en idioma afrikáans: Saartjie Baartmann), nacida en Suráfrica, esclava de unos granjeros, vendida al doctor británico William Dunlop y llevada a Europa para ser exhibida como atracción circense; hasta llegar al gorila Copito de Nieve que, cantando un magnifico rap, denuncia el privilegio blanco en nuestra sociedad.
Una narración clara, divertida, conmovedora.
¿Dolorosa?
Necesaria.
En agosto, mientras Silvia estaba intentando obtener una financiación pública para su espectáculo en uno de los países que más necesitaría hacer una revisión profunda de su pasado esclavista y colonialista, The New York Times publicaba “The 1619 Proyect” (hashtag: #1619project), en el que se explicita que América no sería América sin tener en cuenta de la historia que emprendió hace cuatrocientos años, cuando, el 20 de agosto de 1619, los primeros veinte esclavos africanos registrados como mercancía llegaron a la colonia británica de Virginia.
“Por fin ha llegado el momento de contar nuestra verdadera historia”. Estas palabras pertenecen a una publicación cuyo objetivo es replantear la historia del país, considerando 1619 como su verdadero año de fundación y colocando las consecuencias de la esclavitud y las contribuciones de los estadounidenses negros en el centro de narración. La revista recoge ensayos de diferentes autores. He aquí una muestra de algunos de los títulos: “Los ideales sobre los que se fundó nuestra democracia eran falsos cuando fueron escritos. Los estadounidenses negros han luchado para que sean verdaderos”, escrito por Nikole Hannah-Jones; “Si quieres entender la brutalidad del capitalismo estadounidense, tienes que empezar por una plantación”, escrito por Matthew Desmond; “Fueron forjados en un trauma. Fueron convertidos en negros por aquellos se consideraban blancos”, podcast de Nikole Hannah-Jones; “Los mitos sobre las diferencias físicas raciales fueron utilizados para justificar la esclavitud – y los médicos hoy todavía los consideran validos”, escrito por Linda Villarosa.
La comunidad afrodescendiente nos indica cuáles son los atajos necesarios para dinamitar los pilares cancerígenos en los que se basa nuestra sociedad –patriarcado, colonialismo, racismo y capitalismo– y de los que todavía evitamos apartarnos, para que su historia pueda ser contada.
Si ahora no, ¿cuándo?
Para saber más:
Sara Baartman
https://es.wikipedia.org/wiki/Sara_Baartman
Demando mi libertad
http://www.icesi.edu.co/editorial/demando-mi-libertad/
United Minds
Afroféminas
El africano de Banyoles
https://www.bbc.com/mundo/noticias-37384599
Human zoo
https://popularresistance.org/deep-racism-the-forgotten-history-of-human-zoos/
The NYT 1619 Proyect
https://www.nytimes.com/interactive/2019/08/14/magazine/1619-america-slavery.html?module=inline
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Sara Beltrame
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