La ultraderecha y la venganza de los lugares que no importan
Vox fue la lista más votada en 27 municipios de la Comunidad de Madrid. No solo en pueblos, sino también en ciudades de renta baja y clase media proletarizada. Varios especialistas analizan las razones del ascenso del ultranacionalismo
Aníbal Malvar Madrid , 3/12/2019
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“La venganza de los lugares que no importan”. Con esta expresión explican algunos estudiosos de ciencia política, demografía y otras disciplinas fenómenos como el auge de la ultraderecha en determinadas poblaciones con rasgos aparentemente muy dispares. Los lugares que no importan, y su venganza, fueron por primera vez verbalizados por el catedrático de Geografía Económica de la London School of Economics Andrés Rodríguez Pose, asesor habitual de la Comisión Europea, el BCE, la ONU, la OIT y otros organismos. Pose explica, en la venganza de esos lugares que no importan, el voto que contribuyó a dar la sorpresiva victoria a Donald Trump, el primer germen de los chalecos amarillos franceses, la inesperada victoria del brexit en Gran Bretaña y la feraz eclosión de Vox en España.
A Héctor Meleiro le gusta esta teoría de la venganza de los lugares que no importan para explicar lo que ha ocurrido este pasado 10 de noviembre en el sur de la Comunidad de Madrid. Veintisiete municipios de la CAM se amontonan a los pies del mapa madrileño con un rasgo común: en todos ellos el partido ultraderechista Vox ha sido la lista más votada.
Valdemoro es la villa con más población, casi 75.000 habitantes. En los 207 días transcurridos entre las dos elecciones generales, el color del voto mayoritario ha pasado del naranja Ciudadanos al verde Vox
Meleiro es el analista de datos de la consultora 40dB. encargado de filtrar y dar sentido a lo que han dicho las urnas en esa franja, que desde Robledo de Chavela hasta Colmenar de Oreja, abarcando municipios tan importantes como Valdemoro o Navalcarnero, ha votado masivamente a los de Santiago Abascal. “Me gusta mucho esa frase de la venganza de los lugares que no importan para explicar lo que ha pasado en todo el sur de Madrid, pero solo es una intuición. Es pronto para hacer un análisis más científico, porque todavía nos quedan muchos datos de lo que pasó el 10-N que aún no tenemos o no hemos podido procesar”, señala el analista.
Sin embargo, Meleiro sí estudió a fondo los resultados todavía bastante frescos del 28 de abril, cuando las urnas ya dieron a Vox 24 escaños a nivel nacional y seis de las 27 mayorías municipales ultra que hoy dibujan la franja verde del sur de Madrid. Ya en abril se fraguaba esta venganza de lugares que no importan.
Valdemoro es la villa de la franja con más población, casi 75.000 habitantes. Solo en los 207 días transcurridos entre las dos convocatorias de elecciones generales en 2019, el color del voto mayoritario ha pasado del naranja Ciudadanos al verde Vox. El partido neoliberal, que gobierna el municipio, se dio un rotundo batacazo al caer de 9.892 votos a 3.869. Los de Santiago Abascal obtuvieron 10.769 (tenían 8.251). El PP perdió 600 votos, Unidas Podemos se dejó 1.400, y los socialistas unos 800.
El asunto de la inmigración, uno de los reclamos electorales más estridentes de Abascal, no debería ser causa nuclear para explicar este alzamiento electoral de Vox en Valdemoro: tiene una tasa de extranjeros empadronados sensiblemente inferior a la media en la comunidad autónoma (9,1%, frente a 12,5%), según datos de 2018 del Instituto de Estadística madrileño.
Valdemoro es una de esas ya raras ciudades españolas donde no es difícil ver niños. Es una población con un grado de juventud (porcentaje de personas de entre 15 y 29 años) del 21,46%, seis puntos por encima de la media madrileña. La edad media era de 36,23 años en 2018 (INE), pero “no es el voto joven el que se lleva Vox”, matiza a CTXT la expresidenta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) Belén Barreiro.
La explicación quizá sí sea que Valdemoro, como toda la franja sur de Madrid, se haya ido convirtiendo con la crisis en uno de esos “lugares que no importan”. Así lo sugiere, aún de forma intuitiva, el analista Meleiro.
Los llamados por Rodríguez Pose “lugares que no importan”, según el creador del lírico apotegma, son aquellos pueblos y ciudades pequeñas, medianas y grandes, víctimas de “la economía de archipiélago” que, según su criterio, está concentrando el talento, la inversión, el dinero, la tecnología, el poder y las oportunidades solo en las grandes urbes.
En España, el investigador del Centre d’Estudis Demogràfics de la Universidad Autónoma de Barcelona, Miguel González-Leonardo, ha estudiado recientemente este fenómeno. Su tesis: que de seguir la evolución demográfica actual, en unas décadas España será un país vacío con solo dos o tres grandes urbes concentrando a la casi totalidad de la población. El fenómeno se está reproduciendo a nivel mundial.
Resulta difícil admitir que una ciudad como Valdemoro, cuya plaza del ayuntamiento se encuentra a 28 kilómetros en línea recta de la Puerta del Sol de Madrid, y a 32 minutos en el tren de cercanías, pueda sentirse marginada de la metrópoli. Pero esos 28 kilómetros son la distancia entre la renta disponible por habitante de 30.096 euros anuales en Madrid capital, y los 22.790 de Valdemoro, los 21.562 de Navalcarnero, los 18.357 de Navas del Rey, o los 18.319 de Aldea del Fresno, todas ellas hoy tintadas por el verde mayoritario de Vox. Los datos disponibles son de 2017.
Entre ese año y 2013, esta brecha económica no ha hecho más que agrandarse exponencialmente. Durante ese lustro, el madrileño capitalino ha incrementado sus dineros en 3.191 euros anuales, mientras el valdemoreño solo ha inflado su bolsa con 1.481 más. Son cosas que suceden en lugares que no importan.
En trazo grueso, hay un agente poblacional en la franja verde del sur de Madrid que puede explicar el éxito de Vox: la prevalencia de una “clase media aspiracional” –la expresión la usa Meleiro– que no ha visto cumplidas sus expectativas laborales y económicas. Las ciudades y pueblos del sur de Madrid se nutren del constante goteo de migrantes internos que dejan otras comunidades autónomas para buscar oportunidades en la capital. Pero también de expulsados por la gentrificación de Madrid: personas a las que la crisis ha recortado recursos, pero que además han visto cómo se disparaba el precio de la vivienda en la capital y ha tenido que buscar acomodo en ciudades más o menos dormitorio donde vivir es más barato.
Los municipios del sur de Madrid no se caracterizaban por ser de lo más obrero del mundo, sino, más bien, municipios en los que ha ido escaseando el empleo
Héctor Meleiro ha constatado que la extrema derecha crece más en aquellos lugares donde se ha destruido industria. “Los municipios del sur de Madrid no se caracterizaban por ser de lo más obrero del mundo, sino, más bien, municipios en los que ha ido escaseando el empleo. Yo tengo una intuición que tiene su respaldo en algunos artículos académicos realizados en otros lugares de Europa. Con los datos del 28 de abril, me salía ya que Vox funciona mejor dentro del campo de la derecha en aquellos municipios que más han sufrido el shock de empleo, como estos del sur de Madrid”.
Valdemoro aún no ha recuperado los datos de desempleo que tenía en 2006 (9,19%), en los prólogos de la crisis económica. En 2012 y 2013 llegó a superar el 18% de desempleo, y hoy está instalado en el 10,37. Lo mismo se puede decir de Navalcarnero, que con la crisis pasó del 8,52 a superar el 20% en los años duros, y a octubre de este mismo año no había logrado bajar del 11,08.
Lo mismo se puede aplicar a los municipios pequeños de esta franja verde. Navas del Rey (2.819 habitantes) triplicó su tasa de paro pre-crisis en 2012, llegando al 30% de población desempleada.
“Esta gente más olvidada que hoy vota a Vox ya votaba a la derecha”, continúa Meleiro. “Eran clases populares, pero de derechas, orgullosos de ser españoles. Pero nuestras encuestas no nos están dando que Vox lo pete entre las clases populares, salvo entre esas clases populares que ya votaban a la derecha. A veces se nos olvida que el PP también tiene una base de votantes de clase trabajadora. No solo le votaban los ricos. Cuando apareció Ciudadanos, le dio una tajada al PP por el lado del votante más urbano y liberal. Vox es todo lo contrario. A partir de las elecciones andaluzas y las del 28 de abril, y es de suponer que en estas últimas, la tajada de Vox viene de las zonas de muy alto poder adquisitivo, pero también de estas otras más populares, de esa ‘clase media aspiracional’ de la que hablábamos”. O sea, de la burguesía que se ha proletarizado con la crisis.
Lorenzo Sánchez Gil, secretario ejecutivo de acción electoral del PSOE madrileño, es el único responsable político que ha descolgado el teléfono a CTXT para analizar los datos. Ninguno de los alcaldes de la franja verde consultados ha accedido a compartir su opinión: es demasiado pronto, ha sido la excusa casi unánime.
“En las zonas ricas el PP se ha mantenido con claridad”, comenta el socialista. “Es en las zonas humildes donde el voto de la desesperación se ha volcado en Vox. En algo habrá fallado el conjunto de la sociedad para que haya pasado esto. Hay ciudadanos jóvenes que no han conocido de primera mano la dictadura y se han volcado en Vox. Es un problema de formación, de trabajo, de acceso a la vivienda. Tenemos que hacer una labor política, pero también pedagógica”.
Añade Sánchez Gil que la multiformidad del voto de Vox hace difícil buscar un patrón teórico donde colgar su foto fija. “Fíjate en Ceuta, donde, entre emigrantes de tercera generación, Vox ha cosechado un voto importante. En ese voto, por ejemplo, hay algo de insolidario: no vengan más, que yo estoy dispuesto a defender lo mío. Son infinidad de factores”.
Y, por supuesto, la sentencia del procés ha sido un detonante del voto a Vox en todo el territorio nacional. La expresidenta del CIS, Belén Barreiro, ofrece una perspectiva demoscópica contundente: “No tengo los datos delante, pero ha pasado en el sur de Madrid y en toda España. A principios de septiembre, observamos cómo el PP, con su campaña de moderación, subía. Sin embargo, con la sentencia del procés esa subida se congela, y el PP empieza de hecho a bajar en expectativa de voto. Es ahí donde vimos el repunte de Vox. El debate en términos racionales que podría imperar en ese momento deriva en debate emocional. Eso ha sido clave”.
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