Análisis
De ZP a Pedro Sánchez
Un gobierno con una gran oportunidad frente a ‘la España que siempre vuelve’
3/01/2020
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El próximo gobierno PSOE-Podemos recupera para algunos la ilusión del primer ‘ZP’, el ejecutivo presidido por José Luis Rodríguez Zapatero en 2004 que se atrevió a realizar reformas en un principio impensables en España. Más de 15 años después, tras una descomunal crisis económica, el rearme de las derechas y un agudo problema territorial, dos partidos progresistas parecen haberse puesto de acuerdo para asestar otro golpe a la sabiduría convencional española: el impulso de una economía menos desigual y con una mayor protección de los trabajadores para salir de un estancamiento que, además, empeora las relaciones territoriales. En este ‘revival’ del espíritu ‘ZP’ aparecen nuevos y viejos personajes, con una importante idea de fondo: muchos de los nubarrones y amenazas pueden ser convertidos en oportunidades políticas, en un periodo en el que las grandes certezas se han tomado algo más que un respiro.
Primer ‘round’. Culminar los derechos sociales
El presidente Zapatero impulsó en 2004 y 2005 una auténtica ‘terapia de shock’ aprovechando los primeros compases de la VIII Legislatura para introducir modificaciones legislativas que transformarían la percepción de nuestra realidad social: la retirada de las tropas de Irak, la regularización de inmigrantes, el incremento de la Ayuda al Desarrollo, la aprobación del matrimonio LGTBi con el derecho a adoptar, la Ley de la Paridad, la de la Dependencia, los trámites para la de Memoria Histórica y la Ley Integral contra la Violencia de Género constituyeron un verdadero paquete de reformas por la modernización de una sociedad que, en algunos de estos aspectos, se convertiría en un referente europeo.
El próximo gobierno se caracterizará por la canalización de nuevas demandas de la sociedad civil, como el refuerzo de la lucha contra la violencia de género o la eliminación del adoctrinamiento religioso en las aulas
Pasados más de quince años de aquella pequeña gran revolución, queda todavía mucho por hacer. El próximo gobierno de coalición se caracterizará por la canalización de nuevas demandas de la sociedad civil, como el refuerzo de la lucha contra la violencia de género, la eliminación del adoctrinamiento religioso en las aulas, la mayor visibilización de personas con diversidad funcional, la regulación del derecho a la muerte digna y a la eutanasia, la recuperación de las libertades civiles con la eliminación de la denominada ‘Ley Mordaza’…
Pero quizá la mejor vía para potenciar las políticas de ‘ZP’ sea la presencia transversal de las políticas feministas en la mayoría de los ministerios, así como la intención de hacer de las políticas de cuidados e igualdad de género un terreno con una centralidad creciente. No deben despreciarse, como aliados, las redes resultantes de las políticas públicas de los años de Zapatero, reforzadas por las exigencias del movimiento 15-M y por las organizaciones surgidas en torno a las fechas 8 de marzo y 25 de noviembre, que cada año adquieren una importancia política mayor en todo el país.
Segundo ‘round’. La economía: el fracaso que podría ser victoria
Para un país que ocupa un papel secundario en el conjunto eurozona-Unión Europea, las reformas económicas tienen siempre un cierto sesgo sumiso. El primer ‘ZP’ heredaba, en abril de 2004, una economía en pleno crecimiento, que llegó a alcanzar un superávit fiscal como consecuencia de los ingentes ingresos por el motor de la construcción y de la inmobiliaria, una ‘virtud’ a crédito que impediría tomar conciencia de la situación que pronto se nos vendría encima: dicho superávit convivía con un récord de déficit por cuenta corriente y de deuda privada.
En aquella situación, la aversión al riesgo político del ejecutivo llevó al equipo de economistas de Zapatero a plantear reformas fiscales liberales –se llegó a debatir una versión moderada del impuesto plano–, una notable potenciación del I+D y alguna poco conocida intentona para limitar el crédito inmobiliario de los bancos –con la frontal oposición de la patronal y de los lobbies aledaños.
El ‘neoliberalismo progresista’ del primer ‘ZP’ cristalizó como nunca el 30 de junio de 2005, cuando, unas horas después de la histórica aprobación del matrimonio homosexual, una reducida representación parlamentaria dio el sí a una enmienda del grupo Convergencia i Unió a la Ley de Reforma Fiscal entonces en curso. La aprobación de dicha enmienda amnistió de facto todas las SICAV (Sociedades de Inversión de Capital Variable) irregulares, que ya no podrían seguir siendo investigadas por Hacienda. Cuando llegara la crisis, el déficit público no solo derivaría del gasto, sino también de unos ingresos fiscales con los que se había decidido ser algo más laxos. Cosas de la coyuntura.
En 2020, aquellas alegrías presupuestarias parecen bromas macabras. Los últimos gobiernos españoles llevan ya muchos años sintiendo la verdadera naturaleza de la eurozona. La hipotética vicepresidencia económica de Nadia Calviño –ex alto cargo de la Comisión Europea y especialista en presupuestos– representa el empeño del nuevo presidente de no dar miedo a los mercados. En esto, Calviño –Técnico Comercial y Economista del Estado– se parece mucho a Pedro Solbes, también Teco y ministro económico de Zapatero. Las numerosas referencias a la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) en el documento programa de PSOE y Podemos completan un panorama económico y fiscal que, en síntesis, refleja una fuerte continuidad burocrática e ideológica.
No obstante, hay esperanzas fundadas: el último presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, ha vivido una auténtica transición en el organismo más poderoso de la zona euro, superando los tradicionales miedos a la inflación para observar con preocupación una economía europea que no remonta, que amenaza con deprimirse en cualquier momento y en la que el paro, a menudo, se torna en una pobreza que retroalimenta la anemia del crecimiento.
En este contexto, surgen cada vez más voces para que las inyecciones de liquidez del BCE vayan directamente al bolsillo de los ciudadanos –‘QE for the People’, popularizado en el Reino Unido–; para la puesta en marcha de distintos tipos de ingreso mínimo vital que podrían acabar transformándose en una Renta Básica Universal; y también, para la puesta en marcha de un ‘Nuevo Pacto Verde’, un ‘Green New Deal’ con el apoyo directo del Banco Central que permita alcanzar políticas de pleno empleo dirigidas a actividades de elevado valor añadido y de transformación de las estructuras productivas de la economía nacional.
La España que siempre vuelve… con distintas siglas
Un gobierno PSOE-Podemos con un apoyo implícito de ERC, después de una DUI, encarcelamientos, algaradas callejeras y distintas sentencias judiciales no es un coche precisamente fácil de conducir. La cohesión entre los dos socios y la comunicación continua con los independentistas republicanos parece la condición necesaria pero no suficiente para conseguir las metas sociales expuestas.
Están surgiendo cada vez más voces para que las inyecciones de liquidez del BCE vayan directamente al bolsillo de los ciudadanos que podrían acabar transformándose en una Renta Básica Universal
Enfrente están los de siempre, a veces, con una distinta combinación lineal de siglas. Algunos ejemplos llamativos: Francisco Alcaraz, el expresidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo que calificó al presidente Zapatero de ‘embajador de ETA’, ahora es diputado de Vox por la provincia de Jaén; la asamblea de Madrid y otros parlamentos regionales albergan a distintos diputados vinculados con la asociación Hazte Oír, una red ultra decidida a prohibir el aborto y toda forma de familia que no responda a la de los premios por natalidad, para la que Zapatero representaba el emisario de un proyecto destinado a acabar con la esencia de los españoles; dirigentes de la asociación por la Defensa de la Nación Española, DENAES, como Santiago Abascal o Iván Espinosa de los Monteros, están ahora al frente de Vox en el Congreso de los Diputados.
Algunos de los que entonces gritaron en las calles ‘¡Zapatero, vete con tu abuelo!’ –en referencia al fusilamiento del capitán Juan Rodríguez Lozano en 1936 a manos del bando nacional–, han pedido recientemente “la horca” para el presidente que está a punto de formar gobierno. Una diputada de Vox alerta, quizá con cierto júbilo, que acabamos de entrar en 1936. La historia, que para los beodos ideológicos tiende a rimar más de la cuenta, parece querer darles la razón.
En los años de ZP, el historiador exGrapo Pío Moa vendía miles de libros culpando al PSOE y a ERC de iniciar la guerra civil en 1934; en octubre de 2006, durante un altercado entre dirigentes del PP e independentistas en la ciudad barcelonesa de Martorell, una locutora de la Cadena COPE quiso ver el reinicio, ochenta años después, de la contienda más fratricida de nuestra historia… Eran tiempos de pensamiento conspirativo, de mucha imaginación y de algo de ácido bórico: la jefa de gabinete del exministro y secretario general del PP Ángel Acebes, la historiadora y periodista Cayetana Álvarez de Toledo, todavía no había visitado como madre una procesión de Reinas Magas. Ahora es la portavoz del grupo parlamentario de Pablo Casado, que por aquellos años se esforzaba con denuedo por cumplir sus sueños académicos…
El primer gobierno de Rodríguez Zapatero se enfrentó a todos estos hologramas del terror, a estos simulacros catastrofistas con una política comunicativa inteligente que contribuyó con mucho a su segunda victoria electoral. Su gran derrota, la economía, representa una oportunidad para la próxima coalición, que debería encabezar los actuales vientos de cambio, rematar las conquistas sociales de los anteriores ejecutivos progresistas y mirar de frente a estos agoreros de ida y vuelta: con una bien tejida organización interna y la mayor cantidad posible de promesas cumplidas, la España que siempre regresa tendrá que darse un par de vueltas más por la M-40.
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