Un documental de la BBC
Un sacerdote guapísimo y las ‘fake news’ de la Guerra Civil
Para que una fotografía alcance la categoría de icono necesita mostrar uno de estos cuatro elementos: un héroe, una víctima, una persona de la que podríamos enamorarnos o un lugar en el que nos gustaría estar
Mario Aranguren 9/02/2020
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Esta es la historia de una fotografía: un joven guapísimo mirando a cámara en una actitud a medio camino entre el desafío y la serenidad. A su espalda, el característico paisaje de los campos segados en verano y al fondo una sierra montañosa. La foto es del año 1936 y el pie de foto decía: “Sacerdote capturado por las fuerzas republicanas instantes antes de ser fusilado”.
Está feo que un director haga spoiler de su propio documental así que lo dejo a modo de pregunta: ¿era realmente un sacerdote capturado por los republicanos a punto de ser fusilado?
Con la aparición de las Leica en la década de los 20 surgió una nueva manera de hacer fotografía; por primera vez las cámaras salieron a la calle. La innovación residía en su reducido tamaño (diseñada para el bolsillo de una chaqueta), en la capacidad de hacer fotografías en serie y en su bajo precio. Se democratizó su uso y su difusión creció enormemente.
Y así surgió el fotoperiodismo. La Guerra Civil española se convirtió en el primer conflicto armado ampliamente fotografiado y difundido; la revista LIFE consolidó a Robert Capa por las instantáneas del reportaje Death in Spain: the civil war has taken 500.000 lives in one year en el que aparecía la famosa foto del miliciano abatido. Esta instantánea se convirtió en el símbolo de la lucha contra el fascismo. Parece que los voluntarios de la causa republicana comprendieron muy bien la potencia de las imágenes a la hora de dar a conocer al mundo lo que estaba pasando en España. Los nacionales nunca consiguieron esa fuerza en su propaganda.
Y así pasaron los años hasta que, en 1987, la agencia EFE dio a conocer el archivo fotográfico de Hans Gutmann (conocido como Juan Guzmán). En esos negativos estaba la fotografía del cura guapo. Muy rápido se relacionó esta fotografía con el sacerdote Martín Martínez Pascual, asesinado por el bando republicano en Valdealgorfa (Teruel), en agosto del 36. La imagen se convirtió en el emblema de la barbarie contra el clero durante la contienda, se imprimieron estampitas, se utilizó como portada de libros, se filmaron reconstrucciones y hay quien se pregunta si todo ello no ayudó a que Martínez Pascual fuese beatificado en 1995 por Juan Pablo II.
El auténtico Martín Martínez Pascual.
Nuestro documental intenta rastrear en clave de misterio y humor el origen de esa fotografía. A través de testimonios recogidos en Madrid, Barcelona, Teruel, Huesca y Salzburgo, plantea la duda sobre si realmente ese hombre era el sacerdote turolense. Es cierto que el fotógrafo Juanito Guzmán estaba en Aragón esos días, pero observando los negativos vemos que las fotografías inmediatamente anteriores muestran el campanario de Siétamo, un pueblo a más de 150 kilómetros de donde fue asesinado el párroco.
Pero más allá de los aspectos formales y narrativos, el documental plantea la pregunta de qué necesita una fotografía para convertirse en símbolo de una generación. Ernest Alós (El Periódico de Catalunya) es un periodista catalán que demostró que la foto del miliciano de Capa fue un montaje y también tuvo un papel fundamental en la investigación del tema de este documental. Sostiene que para que una fotografía alcance la categoría de icono necesita mostrar uno de estos cuatro elementos: un héroe, una víctima, una persona de la que podríamos enamorarnos o un lugar en el que nos gustaría estar. La fotografía que nos ocupa ofrece los tres primeros requisitos.
Otra característica que señala Alós es que suele haber algunos elementos falseados, retocados o mal interpretados. Mussolini, Stalin y Hitler fueron auténticos pioneros en este sentido.
A menudo se dice que la fotografía es capaz de transportarnos a un momento anterior; creo que The handsome priest da buena fe de que esto no es cierto; efectivamente es una ventana al pasado, pero sólo recoge una fracción de segundo, y nuestra visión queda delimitada por los cuatro bordes rectos. En cada fotografía hay un antes, un después y todo un fuera de campo que no vemos. La imagen recoge fielmente lo que ve el fotógrafo por el visor, pero no refleja una verdad completa.
Esta es la historia de una fotografía: un joven guapísimo mirando a cámara en una actitud a medio camino entre el desafío y la serenidad. A su espalda, el característico paisaje de los campos segados en verano y al fondo una sierra montañosa. La foto es del año 1936 y el pie de foto decía: “Sacerdote capturado...
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Mario Aranguren
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