
Thierry Breton durante una sesión del Parlamento Europeo, 14 de noviembre de 2019.
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Hay una realidad que discurre paralela al infantil y edulcorado relato de los medios de comunicación y tiene que ver con el imparable ascenso del neoliberalismo que, como un bote de miel derramada, lo impregna todo con su espesa sustancia. Mientras miramos absortos y entretenidos nuestros móviles y ordenadores una legión de fieles servidores del peor capitalismo trabaja en la sombra, día y noche, sin descanso con el fin de aumentar el poder del sector privado hasta que este ocupe todos los ámbitos de decisión política en nuestras sociedades. Fuera de la industria del entretenimiento, que tan hábilmente nos mantiene ocupados, y de “noticias” francamente irrelevantes como los exabruptos de los diputados de Vox, las actividades siempre nobles, por cierto, de Greta Thunberg, o el próximo Barça- Madrid, y dentro de la frenética actividad del poder neoliberal en Europa se ha producido un nombramiento de gran trascendencia dentro de la nueva Comisión Europea, concretamente en el Comisionado de Mercado Interior y Servicios, en el que el francés Thierry Breton fue elegido como nuevo comisario el pasado mes de noviembre. Lo más lógico, en la inigualable estrategia del neoliberalismo de evitar que exista un movimiento político-económico con este nombre con el fin de lograr una invisibilidad esencial para su triunfo, es que no hayamos escuchado apenas hablar de Breton, pero como su mentor, Emmanuel Macron, procede de la banca de inversión (Banco Rothschild).
Se explicará un día cómo los ciudadanos del s. XXI entregaron sus democracias a oscuros y mediocres demagogos y a personas cuya trayectoria ha estado siempre vinculada al capitalismo más depredador
En la historia de los despropósitos humanos, se explicará un día cómo los ciudadanos del siglo XXI entregaron sus democracias no solo a oscuros y mediocres demagogos, sino también a personas cuya trayectoria ha estado siempre vinculada al capitalismo más depredador, que no es exactamente el perfil que se le exige a un servidor público. Breton encarna a la perfección el prototipo de político neoliberal: esa clase de gestores que lo mismo sirven para presidir un banco, que para gestionar una multinacional, que para dirigir un ministerio de Defensa o cualquier otra institución pública desde la cual, paradójicamente, tratarán de destruir todo lo público y disminuir el tamaño del Estado. No importa dónde estén porque en todos los ámbitos aplicarán de forma fiel sus ideas. El sistema es enormemente eficaz a la hora de formar a sus servidores, a los que posteriormente deja actuar con total libertad porque no suelen morder la mano que les da de comer. Breton pertenece a esa élite parisina en la que conviven altos funcionarios, banqueros, grandes empresarios y políticos de primera línea. Más de un tercio de los directores de las empresas que cotizan en la Bolsa de París provienen de dos universidades, que son las que forman también a la mayor parte de los funcionarios y políticos franceses de alto rango: el Ecole Nationale d’Administration, donde estudió Macron, y la École Polytechnique, donde se formó Breton (Supélec).
Conflicto de intereses
Desde 2009 y hasta finales de octubre de 2019, Breton dirigió Atos, una multinacional francesa de consultoría de tecnologías de la información que opera en un amplísimo campo que incluye la seguridad cibernética, la consultoría de telecomunicaciones y servicios financieros, la atención médica, la electrónica aeroespacial y la defensa. Esto da lugar a un conflicto de intereses evidente respecto a las áreas que dependen directamente de la comisaría de Mercado de Interior y Servicios de la Unión Europea: política industrial, defensa, tecnología y el espacio. Atos no solo tiene un interés claro en políticas que ahora gestionará quien ha sido su director ejecutivo hasta hace tres meses, sino que algunas instituciones de la Unión han sido fuente de financiación para la compañía. Solo en 2018, Atos recibió algo más de 107 millones de euros a través de diferentes fondos de la Comisión, como el fondo EU-LISA o el Horizon2020. También hemos sabido que un sistema de monitoreo creado por la empresa Bull, propiedad de Atos, denominado Eagle fue objeto de una investigación por parte del fiscal de París porque el programa fue vendido a varias dictaduras como la de Marruecos, el régimen libio de Gadafi y el régimen tunecino de Ben Alí. El sistema ideado por Bull permitía a estos países controlar a ciudadanos y, de manera más específica, a periodistas.
La influencia de EOS es tal que en ocasiones sus propuestas han sido adoptadas punto por punto por las instituciones de la Unión Europea, tal como ocurrió con el libro blanco del Mercado Único
Desde noviembre de 2014 hasta finales de 2018, funcionarios de alto nivel de la Comisión Europea mantuvieron 24 reuniones de lobby con representantes de Atos con el fin de discutir sobre economía digital, estrategia industrial y ciberseguridad. Estos datos contrastan poderosamente con las cifras aportadas por Atos al registro de lobbies de la Unión Europea (¡el registro es voluntario!), que en 2018 ascendió a menos de 49.999 euros. Este dinero ni siquiera serviría para sufragar los gastos de los dos lobistas que representan a Atos en Bruselas. Una búsqueda de datos de Atos en diferentes registros de organismos de la Unión muestra que la multinacional francesa pagó, al menos, 60.000 euros a tres empresas lobistas para defender sus intereses: MSL Brussels, Schuman Associates y Gplus. Atos también es miembro financiador de EOS, la poderosísima y opaca asociación que reúne a las principales empresas de defensa de Europa. La influencia de EOS es tal que en ocasiones sus propuestas han sido adoptadas punto por punto por las instituciones de la Unión Europea, tal como ocurrió con el libro blanco del Mercado Único, presentado en 1985 por la Comisión Europea, que era un calco del informe “Europa 1990” de la ERT (Mesa Europea de Industriales), el más poderosos de los lobbies industriales que operan en Bruselas. Sorprendentemente, la declaración de Atos en el Registro de Transparencia de la Unión omite incluso las ayudas que la empresa recibe de Europa.
Anticor, la principal organización francesa para luchar contra la corrupción política presentó dos quejas, una en 2015 y la otra en 2019, acusando a ANTAI, la Agencia Nacional de Procesamiento Automatizado de Infracciones, de favorecer a Atos en los procesos de licitación pública, y mencionaba la puerta giratoria de Breton para explicar estos casos. Antes de ser nombrado comisario hace tan solo unas semanas, Breton renunció a su puesto de CEO en Atos y anunció la venta de sus acciones en la empresa. Por esta operación recibió 40 millones de euros a cambio de sus títulos en la propia Atos y 5,7 millones procedentes de la venta de acciones en su filial Worldline. Cuando Ursula Von Der Leyen, ahora presidenta de la Comisión Europea era ministra de Defensa de Alemania, Breton presionaba desde Atos para que se creara un Fondo Europeo de Defensa que permitiría a los países de la Unión que las inversiones en gasto militar estuvieran exentas de las estrictas normas de austeridad que hoy rigen los dictados económicos en el continente. Finalmente, el Fondo de Defensa creado fue diferente respecto a las propuestas del propio Breton, lo cual no es obstáculo para que Atos desenvuelva sus actividades en campos perfectamente definidos como prioritarios por el Fondo como para que la multinacional francesa sea considerada beneficiaria de subvenciones en esta materia.
Thierry Breton presidió la Fundación Arnault de Bélgica, siendo apadrinado por su compatriota, Bernard Arnault, el propietario de Louis Vuitton y del emporio del lujo LVMH
Mucho antes de su gestión en Atos, Thierry Breton presidió la Fundación Arnault de Bélgica, siendo apadrinado por su compatriota, Bernard Arnault, el propietario de Louis Vuitton y del emporio del lujo LVMH, considerado el 3º hombre más rico del mundo en 2019 con algo más de 106.000 millones de dólares de patrimonio. Cuando Breton era ministro de Economía y Hacienda de Francia, allá por 2005, Arnault transfirió parte de su dinero a Bélgica, fundando para ello un conglomerado llamado Pilinvest, que se hizo con parte de las acciones de LVMH. Arnault traspasó a esta sociedad el 90% de sus títulos para posteriormente dividirlos, otorgando la propiedad a sus hijos y conservando para sí mismo la capacidad de recibir los dividendos, en uno de tantos artificios legales permitidos a los poderosos. Jurídicamente, fue necesario crear una fundación, que recibió el nombre de Proctinves…presidida por el propio Breton. La operación se llevó a cabo para lo de siempre: los mismos que nos exigen un comportamiento ejemplar como ciudadanos son los que luego evitan pagar gastos de sucesión, donación o lo que se tercie. Ellos, que no suelen cobrar mil o mil doscientos euros al mes, sino que cuentan sus ingresos por decenas, cientos de miles y hasta millones de euros. En virtud de este acuerdo, el mayor grupo del mercado del lujo del mundo, LVMH, pagó el 6% de impuestos en lugar del 45% que correspondería. El caso fue desvelado por el periódico francés Le Canard enchaîné, en 2013, y Thierry Breton, interrogado por este medio juró “no saber nada al respecto”.
Tampoco supo nada, en su condición de miembro del consejo de administración y presidente, nada menos, del comité de auditoría de la empresa química Rhodia, del escándalo contable de esta empresa, que a punto estuvo de hacerla desaparecer, pese a que las actas de los consejos de administración de Rhodia demostraban que estaba al corriente de todo. Por esto y por la venta de Canal+Technologies, filial de Vivendi Universal, a Thomson, de la que fue presidente entre 1997 y 2002, fue investigado en Francia. Sus sobresalientes números en la gestión de empresas como Bull, Thomson o France Telecom se consiguieron gracias a generosas inyecciones de dinero público-6.000 millones de euros en el caso de la telefónica francesa-, una constante entre los neoliberales, que solo apelan al sagrado poder del Estado cuando se trata de transferir dinero del erario a sus empresas o de socializar pérdidas, tal como sucedió en la propia France Telecom, cuando se planteó que sus trabajadores perdieran la condición de funcionarios, hecho que, unido a las políticas de hostigamiento por parte de la compañía provocó, al menos, 19 suicidios entre sus empleados, según la Justicia francesa, que condenó a la empresa por “acoso moral” el 20 de diciembre de 2019.
La experiencia como ministro
Durante su gestión como ministro, Breton supervisó las privatizaciones –como no– de la eléctrica EDF (parcial) y la gasista GDF (total). Como consecuencia de estas operaciones, el precio de la luz y del gas han sufrido aumentos en Francia del 50% y el 49%, respectivamente. Estas privatizaciones han sido calificadas como desastrosas en el país vecino porque han privado al Estado galo de gran parte de su capacidad para diseñar la política energética. Si recuperamos los editoriales de la prensa económica mundial –en su mayoría controladas por los neoliberales– previas a estas operaciones todas incidían en lo mismo y utilizaban el mismo lenguaje plagado de eufemismos y destinado a convencernos de que no existe otra forma de gestionar la economía que no sea la de favorecer al sector privado en detrimento del público: “La realidad económica de un país que lleva como mínimo 10 años sin abordar ninguna de las reformas sustanciales indicadas por todos los especialistas (los expertos que, siempre desde la óptica neoliberal, nos dictan lo que debemos hacer sin admitir ningún otro punto de vista alternativo): la modernización y reducción del perímetro del Estado (privatizar lo que hemos construido entre todos para que lo compren los pocos que pueden hacerlo), la flexibilización del mercado de trabajo (precarizar las condiciones de trabajo y disminuir los salarios), la equiparación de derechos y obligaciones entre el sector público y el sector privado” (siempre a la baja, igualando ambos sectores en las peores condiciones, que suelen ser las del sector privado).
También fue desastrosa para las arcas galas la privatización de las autopistas francesas, en 2006, gestionada por el ministerio dirigido por Breton. En diferentes informes, el Tribunal de Cuentas de Francia y la Autoridad de la Competencia criticaron con dureza la forma en que el Gobierno francés se subordinó a los intereses privados elaborando los concursos sin que pudiera existir posibilidad alguna de recurso para el Estado.
Breton supervisó las privatizaciones de la eléctrica EDF (parcial) y la gasista GDF (total). Como consecuencia de estas operaciones, el precio de la luz y del gas han sufrido aumentos en Francia del 50% y el 49%
Volviendo a su gestión en Atos: el incuestionable progreso de la empresa bajo la dirección de Breton, que la colocó entre los cinco grupos de servicios digitales más importantes del mundo, se logró a través de adquisiciones de empresas más pequeñas, pero, sobre todo, gracias a contratos con el Estado francés y a ayudas europeas. El neoliberalismo fundamenta su progreso en los costes sociales, que se llevan a cabo sin contemplaciones porque para sus defensores manda la “lógica” del mercado. Así, los directivos de Atos recibieron órdenes en 2015 de eliminar a empleados demasiado “incómodos”: personas mayores, sindicalistas y trabajadores con discapacidad. A la vez, como tantos y tantos defensores del paradigma neoliberal, Breton no pierde oportunidad de recordarnos que lo “responsable” es prolongar la vida laboral e insiste en la importancia de la “moderación salarial”. Son las consignas de nuestros gestores políticos, personas a las que, pese a lo impecable de su discurso ético no les parece prioritario luchar contra los paraísos fiscales, el cambio climático y la contaminación causada por los grandes emporios industriales y petroleros, los lobbies que operan en Bruselas y Washington, o la creciente desigualdad que amenaza a la Unión Europea, pero ¡oh, bajo ningún concepto debemos recibir salarios altos ni aspirar a jubilarnos antes de los 65 años! Nos han engañado de forma masiva al convencernos de que sus ideas son las únicas que pueden regir la economía de forma eficaz. Con el fin de “revitalizar el espíritu emprendedor” en Europa para competir con Estados Unidos, Breton ha propuesto, siguiendo el recetario neoliberal, suprimir impuestos como el Impuesto de Solidaridad a la Fortuna (ISF), creado en Francia en 1989 y sustituido en 2018 por el Impuesto a la Fortuna Inmobiliaria (IFI). Hasta hace poco más de dos meses, Breton figuraba también en los consejos de administración de Carrefour, Bank of America y Sonatel (una compañía de telecomunicaciones senegalesa).
No tengo nada en contra de empresarios como él, que defienden los intereses del sector privado porque eso puede crear riqueza y puestos de trabajo, pero el Estado no puede renunciar a su papel regulador para limitar, precisamente, el poder de los empresarios cuyo único fin es el beneficio incluso a costa de los derechos de los trabajadores. Lo realmente inquietante son las actividades que los grupos de presión llevan a cabo en una opacidad total, llegando a instituciones a las que no suele llegar la palabra de los ciudadanos comunes y corrientes. Mediante prácticas de lobby, las empresas consiguen enormes transferencias de dinero público para después dedicarse a promover políticas profundamente contrarias al Estado de Bienestar que tanto costó construir y del que han extraído valiosos recursos. Por otro lado, resulta paradójico y agotador que debamos defender lo evidente: que el papel de un comisario europeo es defender al ciudadano y la fortaleza del sector público, no los beneficios de las empresas privadas. Si la Comisión protegiera realmente nuestros intereses como ciudadanos, el historial de Breton haría simplemente imposible que fuera nombrado comisario tras el examen del Comité de Asuntos Legales del Parlamento Europeo, que ya rechazó a los candidatos propuestos por Rumanía y Hungría por diversas incompatibilidades.
Pero, nada de esto debe preocuparnos, ni siquiera los posibles conflictos de interés que antes citábamos y que el nuevo comisario tiene en la gestión de materias que incumben a las empresas privadas que antes dirigía porque el neoliberalismo también es esto: que a determinados puestos lleguen siempre personas con las mismas recetas e ideas. Si no es Breton será otro, así que preparémonos para asumir lo inasumible. Además, ya ha prometido en el Parlamento Europeo que su pasado en el sector privado no interferirá en sus decisiones, así como que no participará en aquellas que impliquen a alguna de las empresas en las que ha estado. Y son gente de palabra. Verás lo bien que cuida de nosotros y de nuestros intereses.
Hay una realidad que discurre paralela al infantil y edulcorado relato de los medios de comunicación y tiene que ver con el imparable ascenso del neoliberalismo que, como un bote de miel derramada, lo impregna todo con su espesa sustancia. Mientras miramos absortos y entretenidos nuestros móviles y ordenadores...
Autor >
Eduardo Luis Junquera Cubiles
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