Naomi Klein / Autora de ‘La doctrina del shock’
“Las élites aprovechan las crisis para aprobar políticas que profundicen aún más la desigualdad”
Marie Solis (Vice / Sin Permiso) 26/03/2020
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El coronavirus es oficialmente una pandemia mundial y hasta ahora ha infectado diez veces más personas que el SARS de 2003. En EE.UU., escuelas, universidades, museos y teatros, cierran sus puertas; y pronto, ciudades enteras harán lo mismo. Los expertos advierten de que algunas personas, sospechosas de estar infectadas por el virus, prosiguen su rutina cotidiana. Porque su empleo no les permite bajas remuneradas dadas las deficiencias del sistema privatizado de salud norteamericano.
La mayoría de nosotros [NT.: ciudadanos norteamericanos] no sabe qué hacer ni a quién escuchar. El presidente Donald Trump ha rechazado las recomendaciones de los centros de control y prevención de enfermedades; y estos mensajes contradictorios han reducido nuestro margen de maniobra para atenuar los daños causados por este virus extremadamente contagioso.
Son las condiciones perfectas para que los gobiernos y la élite mundial desplieguen programas políticos, que, de otra forma, encontrarían gran oposición. Esta cadena de acontecimientos no es exclusiva de la crisis creada por el coronavirus; es el proyecto que los políticos y los gobiernos persiguen desde hace décadas, conocido con el nombre de “doctrina del shock”, término inventado por la activista Naomi Klein en un libro del mismo título de 2007.
La historia es una crónica de “shocks”: las guerras, las catástrofes naturales y las crisis económicas, y sus consecuencias. Estas consecuencias se caracterizan por el “capitalismo catástrofe”: “soluciones” calculadas y de libre mercado para las crisis que estallan y exacerban las desigualdades existentes.
Según Klein, asistimos ya a un capitalismo catastrófico en el terreno nacional; para responder al coronavirus, Trump ha propuesto un plan de estímulo de 700.000 millones de dólares que incluye reducción de las cargas sociales (que devastarán la seguridad social) y proporcionará ayuda a las industrias faltas de oportunidades de negocio causadas por la pandemia: “No lo hacen porque crean que es el medio más eficaz para paliar el sufrimiento causado por la pandemia; formulan tales ideas porque ven una oportunidad para desplegarlas”, ha declarado Klein.
VICE ha preguntado a Klein sobre la forma en la que el “shock” del coronavirus está llevando a la cadena de acontecimientos que describió hace ya más de diez años en La doctrina del shock.
Empecemos por lo esencial. ¿Qué es el capitalismo de catástrofe? ¿Cuál es su relación con la “doctrina del shock”?
La forma en que defino el ‘capitalismo catástrofe’ es muy simple: describe cómo las industrias privadas emergen para beneficiarse directamente de las crisis a gran escala. La especulación sobre las catástrofes y la guerra no es un concepto nuevo, pero se intensificó claramente con la administración Bush a partir del 11 de septiembre, cuando el gobierno declaró este tipo de crisis de seguridad sin plazo, y simultáneamente la privatizó y externalizó; esto incluyó la privatización del Estado de seguridad nacional, así como la invasión y ocupación (privatizada) de Irak y Afganistán.
La “doctrina del shock” es la estrategia política que consiste en emplear las crisis a gran escala para hacer avanzar políticas que profundicen sistemáticamente las desigualdades, enriqueciendo a las élites y debilitando a los demás. En tiempos de crisis, la gente tiende a concentrarse en las urgencias cotidianas para sobrevivir como sea y tiende a contar sobre todo con los que están el poder. En épocas de crisis, desviamos un poco la mirada, lejos del juego real.
¿De dónde viene esta estrategia política? ¿Cómo trazar su historia en la política norteamericana?
La estrategia de la doctrina del shock fue una respuesta de Milton Friedman al programa del New Deal. Este economista neoliberal creía que todo estaba equivocado en el New Deal: para responder a la Gran Depresión y al Dust Bowl [N.del.T: Tormenta de polvo] surgió un gobierno mucho más activo en el país, que se propuso resolver directamente la crisis económica de la época creando empleos públicos y ofreciendo ayudas directas.
Si usted es un economista neoliberal, comprenderá que cuando los mercados quiebran hay preparado un cambio progresivo mucho más orgánico que el tipo de políticas de desregulación que favorecen a las grandes empresas. La doctrina del shock se desarrolló como un medio de evitar que las crisis cedan el lugar a momentos orgánicos en los que surjan políticas progresistas. Las élites políticas y económicas entienden que los momentos de crisis son la ocasión para hacer avanzar su lista de deseos de políticas impopulares que polarizan aún más la riqueza, en este país y en todo el mundo.
Actualmente estamos confrontados con múltiples crisis: una pandemia, falta de infraestructuras para resolverla y hundimiento de la bolsa. ¿Podría explicarnos cómo cada uno de estos elementos se inscribe en el esquema que ha descrito en la doctrina del shock?
El shock en realidad es el mismo virus. Se le ha tratado de manera que maximice la confusión y minimice la protección. No creo que sea una conspiración; es justo la forma en que el Gobierno estadounidense y Trump han gestionado, horriblemente mal, esta crisis. Hasta ahora Trump ha tratado esta situación, no como una crisis de salud pública, sino como una crisis de percepción y un problema potencial para su reelección.
Lo que revela esta crisis es nuestra interrelación. Comprobamos que estamos mucho más interconectados de lo que nuestro brutal sistema económico nos permite creer
Es el peor de los escenarios, máxime si se tiene en cuenta el hecho de que Estados Unidos no dispone de un programa nacional de salud y que la protección de la que se benefician los trabajadores es muy mala: por ejemplo, la ley no establece prestaciones por enfermedad. Esta combinación de fuerzas ha provocado un choque máximo. Será explotado para salvar industrias que están en el núcleo de las crisis más extremas a las que hemos de enfrentarnos, como la climática: la industria aérea, la petrolera y gasística, la de los cruceros. Quieren apuntalar todo esto.
¿Cuándo hemos visto esto antes?
En La doctrina del shock hablo de lo que pasó después del huracán Katrina. Grupos de expertos de Washington como la Heritage Foundation se reunieron creando una lista de soluciones “pro libre mercado” para el Katrina. Podemos estar seguros de que ahora se hará el mismo tipo de reuniones. De hecho, la persona que presidió el grupo Katrina fue Mike Pence [N. del T.: la persona que dirige ahora la gestión del coronavirus]. En 2008, ese movimiento se tradujo en salvar a los bancos, cuando los países les entregaron cheques en blanco, que finalmente se elevaron a varios billones de dólares; pero el coste real de esta situación tomó la forma de amplios programas de austeridad económica (reducciones ulteriores de servicios sociales). Así que no se trata tan solo de lo que pase ahora, sino también de la forma en que lo pagaremos en el futuro, cuando se presente la factura de todo lo que se debe.
Si nuestros gobernantes y la élite mundial van a beneficiarse de esta crisis para sus propios fines, ¿qué puede hacer la gente para apoyarse mutuamente?
“Voy a cuidar de mí y de los míos, podemos adquirir la mejor póliza de seguro privado de enfermedad, y si usted no la tiene, probablemente es su culpa, no es mi problema”. He aquí lo que una economía de vencedor mete en nuestros cerebros. Lo que revela un momento de crisis como el actual es nuestra interrelación de unos con otros. Comprobamos en tiempo real que estamos mucho más interconectados de lo que nuestro brutal sistema económico nos permite creer.
Podemos pensar que estaremos seguros si obtenemos buenos cuidados médicos, pero si la persona que prepara o suministra nuestros alimentos, o que envuelve las cajas, no tiene acceso a cuidados médicos y no puede permitirse los análisis, y aún menos quedarse en casa porque no tiene prestación por enfermedad, no estaremos seguros. Si no nos cuidamos unos a otros, ninguno estará seguro. Estamos atrapados.
Las diferentes formas de organizar la sociedad favorecen o refuerzan diferentes partes de nosotros mismos. Si está en un sistema que, como sabe, no cuida de la gente, y no distribuye los recursos de manera justa, nuestro impulso por la acumulación estará en alerta. Piense esto, y reflexione. En vez de empecinarse en pensar en cómo pueden cuidarse a sí mismos y a su familia, podemos cambiar y reflexionar sobre la forma de compartir con nuestros vecinos, y ayudar a las personas más vulnerables.
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Este artículo se publicó en Sin Permiso traducido de ZinTV
Traducción de Ramón Sánchez Tabarés.
El coronavirus es oficialmente una pandemia mundial y hasta ahora ha infectado diez veces más personas que el SARS de 2003. En EE.UU., escuelas, universidades, museos y teatros, cierran sus puertas; y pronto, ciudades enteras harán lo mismo. Los expertos advierten de que algunas personas, sospechosas de estar...
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