EL DECAMERÓN (XXX)
Jornada trigésima: Covid-Derechos
El Gobierno argentino recomienda la masturbación y el sexo virtual para aliviar el confinamiento. Cuando un Gobierno emite obviedades es que no tiene nada que decir, o que está a punto de ponerse a gritar
Guillem Martínez Madrid , 18/04/2020
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1- Hoy, tras la práctica deportiva –pilla-pilla de alta precisión; gano yo; es decir, gana mi yo de 10 años–, el niño ha insistido en ir a la calle. Para que no le tiren una bombona desde un balcón de centro-derecha le he buscado un brazalete azul. No he encontrado ninguno, por lo que al final le he cosido una estrella amarilla en el abrigo. Para el caso, es lo mismo. Hoy, mientras desayunaba, hemos estado leyendo el cartón de la leche. Y hemos descubierto que las vacas están provistas del certificado AENOR, que les confiere de más derechos –sanidad, alimentación, pernocta, paseos por el prado; el asturiano, no el museo; igual también el museo– que a un niño. O a un adulto. “Total, sólo tienen que dejarse tocar las tetas una vez al día. ¿Dónde hay que firmar?”. En la calle, cogiditos de la mano, hemos estado hablando de la libertad. Ya la conoce. Hace unos meses no fue al cole. Se pasó la mañana tirando piedras al río. Con Andúbar. Andúbar es un fenómeno. Se come los gusanos de seda de un bocado. Aquel día, en el río, cazó una rata. Encendió un fuego, la cocinó. Y se la comió. Cuando tiraban piedras al río, cantaban canciones de la radio. “A mí me explotaba en el pecho una sensación rara, como de vivir en una película”. Es la libertad, le digo. No consiste en hacer cosas sino, por lo general, en dejar de hacerlas. Es hipnótica. Cuando la pruebas quieres más y en más sitios. Por lo demás, en las calles, vacías, nos hemos cruzado con un policía al lado de un niño soplillo y tierno, una chica punk junto a una niña vestida de bailarina, haciendo piruetas, y un enfermo psiquiátrico gritando, con un niño apacible y dulce cogido de la mano. Todo el mundo, en fin, avanza con el niño que fue.
En Esp sigue sin haber un criterio unificado del muerto. Y eso que, históricamente, somos especialistas
2- El Gobierno argentino recomienda en pandemia la masturbación y el sexo virtual –un barroquismo; el sexo siempre es virtual; ocurre en partes no previstas– para solventar la congoja del confinamiento. Cuando un Gobierno emite obviedades es que no tiene nada que decir y que el paso a que empiece a gritar está próximo. Todos los gobiernos, en cierta medida y por tanto, están argentinizados en esta pandemia.
3- Curiosamente, para ser una pandemia, los Gobiernos están disparando a todo lo que se mueve. Pero dejando un tanto en paz –demasiado– a quién se queda quieto. No hay, en fin, estadísticas fiables de muertos. The Economist ha sacado un repor en el que calcula que quién ha mentido menos es UK –ha escatimado un 10% de fiambres–, y quién ha mentido más es Holanda –ha escatimado un 120%–. China, Esp y Francia, mienten en un 50-70%. Alemania, un Estado que no puede volver a explicar a su sociedad muertes masivas de conciudadanos, guarda silencio al pasar por el Bunder-Pilar. Alemania y Suecia, dos Estados idílicos, con baja mortalidad en esta pandemia, lo están dejando de ser, me dice –piticlín-piticlín– Casandra. En Esp sigue sin haber un criterio unificado del muerto. Y eso que, históricamente, somos especialistas.
4- Importante –y ya entramos de pleno en el tema derechos, aunque ya habíamos entrado de pleno, de hecho, en el anterior punto, en el que queda claro que la transparencia y la sanidad son derechos blandos; sobre el carácter blando de la sanidad: Casandra, pititclín-piticlín: “No hay materiales en esta pandemia porque, desde los recortes, no los hay”–, Fiscalía ha abierto causa penal –repito, penal; por posibles cargos como homicidio imprudente, abandono o maltrato–, a 38 residencias –MAD es líder, con 19, le siguen CAT, 7, y Castilla-La Mancha con 5–. Vendrán más. Y en otros Estados. El abandono de abuelitos, para que no colapsaran las UCIs, ha sido general, por lo visto, en Esp, Francia, Italia, Bélgica, Irlanda y UK. Más aún en Holanda, donde por cultura eso no es un escándalo, me dicen, sino un acceso propio, con voluntariedad y consenso, a la eutanasia. Será ilustrativo ver cómo cada cultura solventa esos juicios. Y cómo se adentran, o no, en el Estado. Causa última, diría. En alguna CC.AA. hay serios indicios de conducta penal. De decisión, o de olvido. O de decisión de olvidar.
5- La próxima semana, el Gobierno esp estudiará regularizar el paseo con niño, que por fin adquirirá así los derechos del perro. Habrá leches, en ese sentido, con las CC.AA., que también quieren emitir planes de desescalada. Es decir, emitir autoridad. Argentina. En esta crisis, en fin, ha quedado claro que aquí no hay federalismo alguno. Es decir, contrapoder. Sino diversos centros con ganas de poder. Argentino. Mi favorito sigue siendo Cat, biotopo en el que el Conseller d'Interior la semana pasada reglamentó la compra y uso de monas, un pastel que los padrinos regalan a sus ahijados por Pesaj. Como decía Azaña, “se ha visto que un esp, a la que se pone una gorra de plato, es un militar implacable”. Me temo que de Cat vendrán más cosas divertidas, en tanto que el staff de comunicación, comisariado de propaganda y trolls, defenestrado en 2017, ha vuelto y está modulándolo todo. En Redes y en analógico. En otra cultura, en 2017, les hubieran dado un reloj de oro y les hubieran despachado. En una cultura democrática, solamente lo último.
6- Por lo demás, prosigue el acoso y derribo policial de desobedientes, que salen de casa y son detenidos en operaciones que, en las ruedas de prensa de militares+poli+GC, parecen la invasión de Isla Perejil reloaded. El Abogado Javier Melero –seguramente lo conocerán de otras películas, como el Juicio al Procés en el TS–, me condensa –piticlín-piticlín– la situación. “Es una bestialidad”. A lo que agrega: “Máxime si pensamos que el delito de desobediencia requiere desobedecer, como su nombre indica, una orden. Supone, por tanto, una ampliación del decreto de estado de alarma, consistente en pasárselo por, ejem, el forro”. “Se trata de un confinamiento, la fantasía polizonte, la de Hitler y Stalin. Y todos aplaudiendo a las 20:00 por una sanidad que no fue defendida, y por cuya desaparición pagamos con nuestra libertad”. En total, son más de 500.000 multas –el monto da para una RB con derecho a tabaco–, emitidas por tres cuerpos policiales. El abogado Carlos Sánchez Almeida –piticlín-piticlín– me valora la juerga. “Nos confinamos por solidaridad. A pesar de eso, el Estado nos trata a patadas. Se trata de un exceso de celo ante una incidencia de problemas mínima”. “El estado de alarma no permite la suspensión de derechos. Y eso es lo que está pasando. Marlaska ha definido como desobediencia todo lo que no sea aceptación resignada de una orden policial. Y ha informado que la policía tiene acceso a las app de la pandemia –no se pierdan el punto 8-10–. Un tercer abogado, sexy y listo –“no pongas mi nombre, no me líes”–, me explica que “alguien ha dado la orden de emitir multas sancionadoras, pero no tramitarlas luego”. ¿Eso es bueno? “Es otra vuelta de tuerca. Una obra de teatro que requiere la participación de los cuerpos y fuerzas del Estado”. Estas obras de teatro, si lo son, se realizan con fuego real. O, al menos, IRIDIA, Centre per la defensa dels Drets, informa de una operación conjunta en BCN de polis, mossos y guàrdia urbana, contra inmigrantes. En plena pandemia. Con nadie que lo controle.
En total, van ya más de 500.000 multas –el monto da para una RB con derecho a tabaco–, emitidas por tres cuerpos policiales
7- Otro polo de restricción de libertades es el fake. Medios, partidos, y gobiernos y governs autonómicos lo emiten, con incidencia en Redes y, un cacho, en la realidad. Es un problemón. Ignoro cuál es la respuesta adecuada. Creo que no la hay, salvo la autorregulación. Es decir, que no la hay. Cuando un medio, un partido o una institución hacen de la mentira su eje, es que no hay retorno. La respuesta gubernamental es, no obstante, la demanda judicial. Por lo que veo, por atentado al honor. Un mecanismo torpe, contraproducente y que limita el derecho de expresión.
8- Otra tendencia cargada de futuro son las apps pandémicas. Tenemos la tira. Simona Levi, de Xnet, me pone–piticlín-piticlín– al día. “Hay tres tipos de app. Las de 1) autodiagnosis. Diversas CC.AA. se hicieron con una. Por lo general, comprada a un colegui, o pagada por grandes empresas, como Ferrovial, que así se dotaban de datos para, pongamos, aseguradoras privadas. El ejemplo sería la de la CAM o la Gene. No servían para nada más. No sirven para nada si no te atienden, o si no se hacen test. La menos desastre era la del Gobierno, una web, no una app, y por ello, menos peligrosa”. “Ahora se está hablando mucho de las app de 2) traceado de contacto. En China han tenido cierta utilidad y sentido. Pero trabajan con modos protegidos en la UE”.
9- Sobre China, el ejemplo a no seguir, habla Simone Pieranni –el periodista sinólogo star en Italia– desde Il Manifesto. Explica que China es una sociedad volcada al móvil, con el que se realizan los pagos usualmente. Carece de FB, de Wasap, pero Tencent y Alibabá van a tutiplén. A través del móvil y de esas aplicaciones, el PC chino trabaja en la creación de un único y gigantesco database. Que, glups, evalúa el comportamiento –la fiabilidad, si el ciudadano paga las multas, por ejemplo; los antecedentes penales, o el comportamiento administrativo: si ha sido advertido por tocar el claxon indebidamente, por ejemplo–. De ahí nace un nuevo concepto de ciudadanía –a los buenos ciudadanos se les premia, por lo visto, con pasta o vacaciones–, en el que están participando las apps pandémicas. En principio, son efectivas. Ofrecen asistencia y test, y movilidad según un código de colores. Verde, mola. Amarillo, cuidadín. Rojo, chungo. Los impagos en esta crisis no afectan al “crédito social” de un ciudadano. Pero sí, glups, alejarse de las órdenes sanitarias, moduladas y controladas vía app. Lo que explica la pandemia –y la app– como un objeto de control.
10- “Lo dicho, en la UE es diferente” –Simona dixit–. “Disponemos de dos leyes. La de Protección de Datos y, muy importante, la de Retención de Datos. Esta última fija que las compañías guarden –por un año en Esp– los datos de desplazamientos de los móviles, que sólo pueden ser utilizados por el Estado en un caso criminal, como pasó en el de Diana Quer. Los datos son tuyos, no de la empresa o del Estado. Nosotros proponemos que eso sustituya a cualquier app. En caso de infección, el paciente puede autorizar a la autoridad sanitaria a acceder a su trazabilidad, a partir de esos datos. La otra opción son las apps con bluetooth, un coladero, por el que se escapan muchos datos personales. O los bancos de datos de Apple y Google, que alegremente ya han participado en esta pandemia, y que pueden volver a hacerlo en la desescalada. Eso sería una aberración. Y parece que es lo que se impondrá”. “El último grupo de app son 3) para la salida del confinamiento. Se parecen al tipo 2). Y tampoco sirven de nada sin test. Hay alguna en preparación en alguna CC.AA., como en Cat. No pintan bien”.
11- Italia Ha optado por la app de fase 2)/3) denominada INMUNI, de tecnología local. No es obligatoria. Es voluntaria –se supone que, con su uso, tendrás, no obstante, menos problemas con el Estado–. Es una app de bluetooth/coladero. Por lo visto va con código –protege la intimidad, si quedara de eso– y requiere la autorización del ciudadano.
12- Nos despedimos con este simpático popurrí. Ayer el Parlamento Europeo votó una propuesta de Liberales, Socialistas y Populares. Un texto sobre la que va a caer, ambiguo, que daba pie a pensar que se proponía un pequeño plan de inversión o, todo lo contrario, eurobonos. El GP Verdes coló una enmienda, para fijar la mutualización de la deuda del Sur. Perdieron por poco. Pero la votación no supuso una separación Norte-Sur, sino derecha-izquierda. Las derechas esp –por aquí abajo PP, C's, JxC– votaron en contra o se abstuvieron. Hablo con el eurodiputado verde Ernest Urtàsun. “El 23A hay reunión de Jefes de Estado. La idea era trasladar un mensaje contundente del PE sobre la mutualización. La izquierda del Norte y del Sur lo votó. Las derechas del Norte y del Sur lo impidieron”. ¿Qué tal por Bruselas? “Pues aquí, con los de C's y Convers –apelativo entrañable a los pre y post-convergentes en Cat– dándome la brasa en Redes”. Lo que nos lleva al punto 7.
12+1- Nos vamos a la cama mi yo de 10 años y yo. Al desnudarnos nos vemos el ombligo. Tenemos el mismo ombligo. El ombligo es un tatuaje antiguo que nos hace mamá.
1- Hoy, tras la práctica deportiva –pilla-pilla de alta precisión; gano yo; es decir, gana mi yo de 10 años–, el niño ha insistido en ir a la calle. Para que no le tiren una bombona desde un balcón de centro-derecha le he buscado un brazalete azul. No he encontrado ninguno, por lo que al final le...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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