Las semanas pasaban y cada alumno, en su casa, se daba cuenta de su propia realidad. A algunos les pesaba mucho el haber perdido a su ser querido, a otra sus problemas psicológicos le hacían pasar una “doble cuarentena”. Otros ni siquiera contaba con ordenador para acceder a las clases, mientras que otros no contaban con internet. Las preguntas a facultades y Rectorado empezaban a producirse; rara vez se daba una solución positiva para la situación personal de alguien. Mientras tanto, algunos profesores, como buenamente podían, empezaban a dar sus clases, a impartir sus trabajos, a modificar sus criterios de evaluación o a ponerse en contacto con sus alumnos si tenían algún problema. Decimos algunos porque, lamentablemente, no podemos decir que todos hayan seguido la línea de comprensión con el alumnado.

No sabemos si la libertad de cátedra ha impedido a Rectorado y a las facultades interponerse en los “mandamientos” de los profesores, así como tampoco sabemos qué ha pasado en las reuniones virtuales entre los jefes de nuestra universidad. Francamente, no sabemos casi nada. Nos encontramos en la más absoluta de las incertidumbres que podríamos sufrir. Día tras día nos llegan cambios de fechas de exámenes, algunas facultades siguen esperando la respuesta desde hace días para las evaluaciones y no somos pocos los estudiantes que miramos con extrañeza el correo de la universidad, por si nos llegan noticias de nuestro profesor, ése que desde el mismo día que la universidad cerró sus puertas y abrió Google no se ha puesto en contacto con sus alumnos.

Entretanto, fueron naciendo plataformas estudiantiles que clamaban claridad por parte de sus universidades. Los compañeros de Galicia se pusieron en huelga, desde Granada consiguieron que, por lo menos, en Twitter se les hiciera un poco de caso y nosotros, en Madrid, los pocos alumnos que decidimos reunir las quejas de todos los compañeros universitarios posibles a través de la difusión vía WhatsApp, partiendo desde abajo, montamos una asamblea con el propósito de intentar hacer algo. Apenas contamos con 4 días de vida y nos queda mucho que conformar en muy poco tiempo. Hemos conseguido una movilización en Twitter que nos ha situado a la cabeza de las tendencias en España durante 6 horas mediante el hashtag #EscuchaUCM. En él, todos los alumnos que han participado han expresado sus quejas personales, que no han sido pocas. Desde ACE (Asamblea Complutense de Estudiantes) hemos seguido la estela de los movimientos estudiantiles de la Complutense durante la cuarentena, que han sido en balde ante la no respuesta de nuestra Universidad.

Mientras ayer nos felicitábamos por la repercusión obtenida, nos llegaban las noticias de que, a la par que comienza la desescalada, las facultades empiezan a prever exámenes presenciales a partir de julio: Estadística, Derecho, Medicina, Enfermería, Química, Psicología, Ciencias y Tecnología de la Alimentación... De las demás facultades esperamos con impaciencia las mismas extrañas medidas. 

Nos cuesta comprender por qué se prometió docencia online cuando es evidente que no la ha habido. Si ha llegado a existir, no ha contado con excesivo seguimiento y, mucho menos, con la calidad que se espera de una Universidad mundialmente conocida. No entendemos por qué, tras casi dos meses de paralización de noticias por parte de nuestro Rectorado, ahora corre prisa establecer exámenes presenciales en la Complutense, cuando hasta hace poco alardeaban de lo bien que estaban haciendo todo. Dicen que quieren garantizar la calidad. Curiosa pretensión, exactamente la misma que estamos reclamando nosotros, no sólo desde nuestro nacimiento el lunes pasado, sino también individualmente desde nuestras casas, desde los grupos de clase. Cada día los mensajes invaden las notificaciones de nuestros móviles, preguntándonos si nuestra profesora ha contestado acerca de si se puede amoldar un poco a esta situación.

Nos da la sensación de que la Complutense se está comportando como una empresa. Parece que importa más mantener el prestigio y la fama que los alumnos. Desconfían de quienes les damos de comer a través de las caras matrículas que abonamos en la educación pública. Dudan de nuestra integridad como personas, pensando que el modus operandi de la gente se basa en copiar, no en aprender. Parece que desconfían incluso de la Universidad como garante del conocimiento, abandonando a los alumnos a su suerte autodidacta por la falta de contenidos académicos que nos han aportado. Eso sí, procurando que no se copie en los exámenes y citándonos hasta finales de julio en la capital para someternos a pruebas evaluativas. Al fin y al cabo, siempre es la nota lo que define a las personas en esta sociedad y es más importante el premio que la salud.

Parece que la Universidad no ha aprendido nada de estos meses que llevamos confinados. Parece que no están al tanto de que Madrid, probablemente, sea la última en completar las fases de desescalada. No obstante, quieren sacrificar a sus alumnos nada más acabar una pandemia mundial, que cojan un autobús, un tren y un avión para presentarse, esto los que tengan la oportunidad ¿Qué pasará con los que, viviendo fuera de España no puedan volver a hacer los exámenes? Las visas expiran y las fronteras siguen cerradas. Sin embargo, este, como tantos otros parece un tema residual para la UCM, algo de lo que no hacerse cargo, como todo lo que parece afectar a sus estudiantes, los cuales se encuentran sin espacio donde hospedarse durante julio y agosto, para dar la cara por ellos. Nos hubiera gustado que ellos la hubieran dado por nosotros. Pese a todo, curricularmente están mejor preparados y disponen de más conocimiento para los deberes que pone la vida, pero nos están tratando como niños, aun comportándonos como lo que somos, adultos. Quizás es hora de que se sienten, ya no digo a negociar, sino, como decía el Ministro Castells, a que las Universidades escuchen a los alumnos: en esto se basa la sociedad. Sin embargo, no hay que olvidar que en su intervención alabó la meritocracia intelectual, antes que el cuidado a quienes pueden quedarse atrás. 

Si no hacen caso a nuestras quejas ni a las redes sociales, espero que les llegue este artículo y se planteen hablar con los alumnos. Estamos dispuestos a ayudar.

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La Asamblea  Complutense de Estudiantes (ACE) está formada por alumnos de las Facultades de Bellas Artes; Ciencias de la Documentación; Ciencias Económicas y Empresariales; Ciencias Físicas; Ciencias de la Información; Ciencias Políticas y Sociología; Ciencias Químicas; Comercio y Turismo; Derecho; Educación; Enfermería, Fisioterapia y Podología; Estudios Estadísticos; Farmacia; Filología; Filosofía; Geografía e Historia; Informática; Óptica y Optometría; Psicología; Trabajo Social; Medicina y Veterinaria.