EL DECAMERÓN (XXXV)
Jornada trigésimo quinta: Desconfinamiento-Sutra
La responsabilidad ha pasado a la autonomía y al individuo. Respecto a lo primero, veremos qué pasa en las autonomías de ultraderecha. Respecto de lo segundo, es preciso facilitar a la ciudadanía más información para que sea más responsable
Guillem Martínez Madrid , 5/05/2020
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1- El mar en BCN ha cambiado de color. Es del azul de unos ojos azules. Y el cielo es azul de bandera argentina. Con lo que cualquier día le aplican la ley de extranjería. La sensación es que el mundo progresa adecuadamente sin nosotros. Lo que habla de nosotros. Nosotros: nos hemos aplazado. Y, con el desconfinamiento, nos hemos dejado de aplazar. En ese sentido, no creo que nos haya cambiado la covid-19. Simplemente nos ha acelerado. Ha acelerado dinámicas que llevábamos encima. O, mejor, que nos caían encima. Con la covid-19 sucede como con la gripe española, en 1918. La llevaron a sus ciudades los chicos del frente. Consistió en llevar a la vida civil el frente –un frente absurdo, cruel, arbitrario; como una enfermedad–. La covid-19 ha traído a nuestras vidas, a nuestra casa, en la que estamos confinados, lo que nos está cayendo encima. Una pugna, sin piedad, entre la última casilla del neolib –una casilla autoritaria, populista, brutal, crispante– y lo que no entra en esa categoría.
La mala noticia es que eso –eso: sustituir la planificación sanitaria por la batalla cultural; en plena pandemia; se dice rápido– está resultando un éxito
2- Esa pugna, mundial, se ve muy bien en BCN y MAD. Les explico cuatro detalles de BCN, que es donde estoy. Un CAP –centro de asistencia primaria– pidió a la Gene que desinfectara un geriátrico. Y nada. El Ajuntament optó por pedírselo al Ejército. El Ejército, en el trance de hacerlo, puso unas tiendas de campaña en la calle. Lo que desató la furia propagandística de la Gene, que denunció la cosa como una invasión marciana. No sólo no desinfectó, por tanto, un geriátrico, sino que planteó una guerra cultural en vez de hacerlo. Y, al parecer, ganó. Es decir, el hecho de no dar un palo al agua quedó camuflado tras los sentimientos vertidos. Eléctricos y con éxito de crítica y público. Este finde, planteó otra guerra cultural. Zas. El Ajuntament proyectaba un megaconcierto en terrazas, retransmitido con drones con camaritas. Es decir, alguien pretendió chulear a la Gene su dominio en el espacio público. La Gene planteó la batalla. Bajo el criterio de que eso –costaba unos 200.000 pepinos– era un despilfarro. El ala procesista de los músicoZzzz –dependen de la Gene, es decir, de su comportamiento, para sus negocios; se le llama Cultura de la Transición– se aproximó al posicionamiento de su empresario natural. El resultado es que la Gene ganó la batalla cultural. A saber: el concierto no se hace. Y, por el mismo precio, una institución un tanto inepta en esta pandemia, formada por un partido condenado en firme la pasada semana por aquello del saqueo del Palau, que en esta crisis ha regado generosamente la sanidad privada, y que ha subido el sueldo a los ex-presis, ha quedado como la reina del no-despilfarro, la honestidad y la lucha continua contra la pandemia. Wala.
3- No pasa nada que no pasara. Simplemente, ahora se verá mejor esa pugna. Ahora = el desconfinamiento. Por lo que veo, es el punto en que empezarán a saltar las contradicciones de esta pandemia. Contradicciones: el neolib quiere salir del confinamiento a toda leche y con el menor número de cambios en la realidad previa a la pandemia. La metáfora de ese estado de ánimo es Bolsonaro y Trump. Son el modelo. En esta crisis han sustituido planificación y medidas por guerra cultural. Trump, por ejemplo, ha acelerado el abandono de toda limitación a las emisiones de CO2 –vamos, ha velado por el pasado–. Y ha sustituido el cuidado a su sociedad por declaraciones como aquellas de que lo mejor era chutarse desinfectante en las venas –PatoWC, lo más–. Suena ridículo y excesivo, pero eso –sustituir medidas por guerra cultural, por propaganda, por marcos– es lo que ha hecho el neolib en todas partes en las que ha podido. Es lo que ha hecho, por ejemplo en Cat –defender un confinamiento extremo y modélico y científico, que nunca ha practicado en esta crisis–, o en MAD, donde la propaganda –el IFEMA, un hospital propagandístico, construido para disimular la ausencia de sanidad pública, ha servido fundamentalmente para el acto propagandístico de su clausura–. En MAD y Cat, parece, es donde se dará con mayor brutalidad la batalla cultural del neolib por el desconfinamiento. Máxime porque, gracias al neolib, son los puntos con mayor número de enfermos, muertos y contagios esta mañana a primera hora.
4- La mala noticia es que eso –eso: sustituir la planificación sanitaria por la batalla cultural; en plena pandemia; se dice rápido– está resultando un éxito. Por lo visto, PP está subiendo como la espuma en intención de voto. Y lo mismo JxC en otra nación arcádica. Lo que nos podría llevar a pensar que las derechas postdemocráticas esp –PP, Vox, JxC– están conducidas por unos genios de la propaganda. Lo que no es verdad. Para elaborar discursos propagandísticos descomunales, para mentir, para crispar, para robarte el bocata cada mañana en el patio, no es preceptiva la genialidad. Es más, deben tenerla, o se deprimirían. El auge del post-fascismo, intensificado en esta pandemia, no se explica nunca, en fin, por el post-fascismo, ese crecepelo, esa carrera a toda velocidad contra un muro. Sino por nosotros. Nosotros: todo aquello desde la derecha liberal hasta la extrema izquierda. Tendríamos que ser amiguitos en esa pugna por la democracia. Porque somos pocos y, literalmente está pasando eso. Y, se diría, ya veremos, estamos perdiendo.
5- El deep-State, por si fuera poco, se ha sumado a la fiesta. A mediados de abril, un mando afiliado a la AME escribió un articulete golpista, en el que relacionaba las propuestas-eje de PP/Vox/JxC a la crisis con la idea de castigo “7 veces mayor a la pena que está infligiendo (Sánchez) a Esp”. Lo que, me temo, es algo más que pam-pam al culete. Nuestro glorioso TC, por otra parte, la semana pasada prohibía las manis del 1 de mayo. Entre todo el argumentario razonable posible –que estamos en pandemia sería un buen argumento– adujo la ausencia de derecho a la manifestación en un estado de alarma. Lo que no es cierto. Salvo en una cultura democrática restrictiva. Desde la que les saludo: hola.
6- Va a caer la del pulpo, por otra parte. Esto es una crisis social y democrática y económica descomunal. Que irá en aumento en ausencia de economía, ingresos y su prima, la desigualdad. Las propuestas de las derechas post-fascistas y post-democráticas esp/cat, cortoplacistas y como una moto, ni lo huelen, pero esto puede llegar a ser, si unimos a los ingredientes los ingredientes que esas derechas suman, un pifostio. Se enfrentan a la mayor crisis de la historia con neolib, autoritarismo, propaganda y/o nacionalismo. Y sin saber, siquiera –en el caso de las derechas esp; las cat ni lo huelen tampoco, pero juegan en otra Liga–, que en ausencia de cambios, de democracia, de democracia económica, sólo hay un fusible. El mismo que se utilizó en 2008 para que no saltara todo por los aires en ausencia de cambios, de democracia, etc. La monarquía, estos días confirmada en su trayectoria estructural de corrupción. Sí, mucho viva-el-rey y todo eso. Pero, cuando el agua les llegue al cuello, no dudarán en accionar el fusible. Diría que ya empieza a estar calentito.
La monarquía, estos días confirmada en su trayectoria estructural de corrupción. Sí, mucho viva-el-rey y todo eso. Pero, cuando el agua les llegue al cuello, no dudarán en accionar el fusible
7- Bueno. Así está la cosa. Desconfinamiento y lucha entre neolib y el resto. Para acelerarla y volver a donde lo dejamos. De hecho, a pesar de sus discursos propagandísticos –somos ciencia I+D, somos planificación, tanto que ni se ha notado que nos hemos cargado la sanidad–, las derechas postdemocráticas –PP, Vox, JxC– no apoyarán el estado de alarma. Con un par. A pesar de sus propagandas. El estado de alarma –no ese estado de excepción que le mola al TC, por ejemplo– es una herramienta útil en este momento en el que todo pasa por la responsabilidad individual –por fin; yupi–, pero también, snif, por la autonómica, esa cosa sin responsabilidad en las CC.AA. gobernadas por las derechas post-todo.
8- Casandra –“hermana de los hombres”, que decía Homero– me dice –piticlín-piticlín– que el desconfinamiento, esa guerra civil incívica entre el neolib y los arrieros-somos, es europea. Y me la empieza a desgranar en Suecia. “Allí manda la izquierda, pero apoyada por la derecha. Lo que confirma lo que está pasando en todos los gobiernos de coalición europeos en esta crisis: gana, se impone, se verbaliza el ala derecha”. Suecia ha sido avalada por la OMS como una buena propuesta. “Lo que no es verdad. Se ha intentado sumar al distanciamiento social la apertura de la hostelería. Lo que ha hecho subir la mortalidad a un récord regional histórico. Repito: histórico. En Estocolmo ya se está endureciendo la cosa. Tardarán en volver a la normalidad. Mucho”. Pero lo peor, para ella, es Alemania.
9- “Alemania es un peligro. Tanto como los USA de Trump”. “Se han creado las condiciones legales para una tarjeta de inmunidad. La aprobó el ministro Spahn” –span+Speer= Spahn–. “Aun reconociendo las dudas científicas sobre la autoinmunidad tras la enfermedad, se apunta que esa tarjeta afectará al acceso al trabajo y contendrá varios datos personales. Entre ellos, la posible anotación de otros virus transmisibles. Como el sida o la hepatitis. Lo que va contra derecho”. “El SPD, que vale, pero los Verdes han puesto el grito en el cielo. Kappert-Gonther ha declarado que es un ‘error médico, ético y social’”. "Por otra parte, hay rumores de que, para la desescalada, Merkel se está cansando de Drosten, un virólogo muy bueno e independiente, partidario de una lentitud que no quieren los Landers. Si cae Drosten, las medidas de normalización se acelerarán. Con más infectados y mayor mortalidad”.
10- “Italia hasta ahora ha hecho un juego de equilibrio entre ciencia y política”. “Ahora han hecho algo que está muy bien antes del desconfinamiento. Un estudio probabilístico, con 92 escenarios posibles, La meta es no superar el 0,2% de reproductibilidad, algo complicado. Si llegan a algo menos del 1%, que se den con un canto. La gracia del estudio es que ha posibilitado un mayor escalonamiento, más lento, al demostrar que una apertura total el 8-J hubiera supuesto 151.000 enfermos en UCI”. “El problema son las regiones autónomas gobernadas por la extrema derecha” –¿les suena?– “como Calabria, que ha anunciado que lo va a abrir todo. Y ya está liada. La cosa irá por vía judicial”. Por vía batalla cultural, vamos. En este caso por las libertades. La extrema derecha será muy de libertades individuales en este tramo, me temo.
11- “Esp no tiene un estudio como el italiano. Tendrá uno de seroprevalencia. Pero en hogares, que no es lo mejor, pues sobrestima el sesgo de la infección”. Le pregunto sobre un plan de varias fases en un Estado en el que cada año se explican las campanadas de fin de año y, luego, nadie se entera. “Es un plan prudente. Pero echo de menos cosas, como una Sanidad Pública, el seguimiento de los pacientes dados de alta, rehabilitación –los respiradores, pero también el virus, dejan secuelas–, y lucha contra la desigualdad social. Eso es importante. La gente muere por su código postal, por su origen social. El código postal es, en ese sentido, más importante que la provincia. La provincia es, no obstante, útil. Más útil que mapas sanitarios con CAPs que no existen, como pasa en Cat. También faltarán materiales. El Instituto Politécnico di Torino ha establecido en un estudio que, en Italia, 8 de cada 10 productos de protección –mascarillas, guantes, gel...– que se venden en farmacias no funcionan. En Esp pasará lo mismo supongo”.
12- “En Esp, la responsabilidad ha pasado a la autonomía y al individuo. Respecto a lo primero, ya veremos lo que pasa en las autonomías de ultra-derecha. Respecto a lo segundo, es preciso facilitar a la ciudadanía más información, para que sea más responsable. Fernando Simón es muy bueno, pero debería superar cierta rigidez mental y modificar los criterios de síntomas. Los hay dermatológicos, de dolor de cabeza, cardiovasculares…”.
13- BCN. AVE. MAD. Llego a casa. Me encuentro con un adolescente tirado en la cama. Me recuerda a mí en los glory days. Mi primera intención es, por tanto, matarle.
14- Mañana, más.
1- El mar en BCN ha cambiado de color. Es del azul de unos ojos azules. Y el cielo es azul de bandera argentina. Con lo que cualquier día le aplican la ley de extranjería. La sensación es que el mundo progresa adecuadamente sin nosotros. Lo que habla de nosotros. Nosotros: nos hemos aplazado. Y,...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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