EL DECAMERÓN (XXXIV)
Jornada trigésimo cuarta: Covid-ultraderecha
Si bien la extrema derecha se reparte los roles en Esp –unos trabajan las Redes, otros gestionan el sentido común creado en medios, y los políticos lo utilizan como normalidad política–, en Cat el Govern participa en cada uno de los tramos
Guillem Martínez Madrid , 30/04/2020
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1- Atravesando MAD a toda leche. En un taxi. El taxista trabaja tres días a la semana. Gana unos 50 pepinos al día. En dos semanas tiene para los autónomos. Va con una mascarilla chunga. Un monumento a la mascarilla. Como un monumento a Pericles, se parece a Pericles, pero no hace ni dice lo que Pericles. Atocha. Estación del AVE. No hay ningún poli. No lo ha habido en todo el trayecto. No obstante, la estación está vacía. Hay algo que impide que esta estación esté llena. Es algo interior. Debe de ser un médico interior. O un policía interior. Lo sabremos cuando todo esto acabe y nos miremos al interior. El pasaje del tren al que me dispongo a subir está compuesto por menos de 50 personas. Mujeres y hombres a partes iguales. Todos muy humildes. Sin ordenadores ni teléfonos móviles de última generación ni apps que te fríen un huevo. Ellas llevan grandes maletas. Van por mucho tiempo. Lo que indica que, tal vez, estén en el inicio o en el final de una aventura. Por lo que oigo en alguna conversación, muchas van a cuidar a alguien. Lo que a su vez es el inicio o el final de una aventura. Ellos apenas llevan equipaje. Una maleta canija y, en una bolsa o sobre el hombro, una manta. Son africanos. Van a Lleida, a la fruta. Esta noche dormirán en la calle. De ahí la manta. Mañana estarán en una plantación. O cómo se llame. Ya no les será necesaria la manta. O sí. Menos un rostro-pálido, que lleva una máscara tan currada que parece la de Darth Vader, el resto lleva monumentos. La zona rubia de MAD y BCN, se dice, está al 50%. Se han ido a la segunda residencia. Ningún Gobierno ha podido evitar esa diáspora rubia, descomunal. Y a ningún Gobierno le importa esta diáspora minúscula y morena. Ni los desplazamientos de los rubios ni los de morenos, aparecen en los medios. No encajan. Hablan de un mundo brutal y violento. Sobre el pasaje del AVE: como se dice en la última escena de Las uvas de la ira, son la sal de la tierra. Siempre están viajando de Oklahoma a California. Son imparables. Llegamos a BCN. El taxista trabaja dos días a la semana. En tres semanas tiene para los autónomos. No hay nadie en las calles. BCN, una ciudad últimamente más sentimental que MAD, parece, por lo mismo, más trágica.
2- Sobre el sentido trágico de la vida. Ha salido en El País un artículo de Patricia R. Blanco. Sobre la técnica de elaboración y difusión del fake, por parte de la extrema derecha, en esta crisis. Partía de los descubrimientos, en su laboratorio de Cambridge, de los investigadores Jon Rozenmeek y Sander van der Linden. Establecía 5 puntos. A los que yo le agrego el 6. No se los pierdan. Siendo 1) la cita y difusión de una fuente fiable –al fake le debes agregar un estudio australiano real, que nunca ha existido, por ejemplo–. Debe 2) exaltar las emociones –“nos matan” tira mucho esta temporada–. Se debe 3) extraer una polarización –según un informe australiano nos matan, y lo hacen porque no aman a Esp; son otra trinchera; injusta; nuestra trinchera, por lo contrario, es justa–. Se le debe agregar, si se puede, una 4) teoría de la conspiración –la anti-Esp que nos mata y está adherida al Protocolo de Sion, que censura informes como el australiano–. Con todo ello, 5) se debe fabricar descrédito –son, como demuestra el informe australiano, unos chapuceros, ergo cualquier obra de ellos es una chapuza; la Renta Mínima es una chapuza–. El 6 es novedoso. Sólo ocurre en sociedades ya enfermas, y sin discriminación entre lo real y lo verosímil. Lo dejo –hemos venido a jugar– para el punto 5.
Vox ha planteado ya el tramo judicial para después de la pandemia. A través de dos temas: a) la escasez de material EPI en sanitarios y residencias, y b) el abandono de las residencias en MAD, las dos Castillas y CAT
3- En Redes, vamos, la extrema derecha fabrica odio. Elabora un culpable ante la pandemia y lo dibuja como incapaz y maligno. En el dibujo de ese enemigo se retrotrae a la Guerra Civil, y al dibujo de las izquierdas realizado desde la propaganda de Burgos. Un fantoche inepto, sin conocimientos. Y con el casco ladeado. Lo divertido es que este dibujo acaba llegando, zas, a los medios afines. Puede aparecer citado –el fake puede aparecer citado; ha pasado–, pero más comúnmente, aparece implícito. Se convierte en la lógica desde la que es emitida y recibida la información. Ese sentido común es, por otra parte, el utilizado por PP y Vox en sus declaraciones. En el Congreso, por ejemplo. Y parece que culminarán en la Justicia. Vox ha planteado ya el tramo judicial para después de la pandemia. A través de estos temas: a) la escasez de material EPI en sanitarios y residencias, y b) el abandono, durante semanas, de las residencias en MAD, las dos Castillas y CAT. Se tendrán que establecer responsabilidades, en efecto. Parecen ser autonómicas. Ya veremos. En todo caso, esta dinámica comunicativa y política tóxica no pretende ni aspira a fiscalizar a un Gobierno –tendremos que hacerlo solitos, cuando pase todo esto–. Sino a establecer una dinámica comunicativa y tóxica. Una continuación de la política por otros medios. Otros medios, sinopsis: fake, Redes, medios, partidos y Justicia. Y odio.
4- En Cat es diferente, no obstante. Si bien la extrema derecha se reparte los roles en Esp –unos trabajan las Redes, otros gestionan el sentido común creado en medios, y otros, los políticos, lo utilizan como normalidad política–, en Cat el Govern participa en cada uno de los tramos. El Govern –políticos, departamentos, autoridades, personal técnico– difunden el fake/el informe australiano. Los medios públicos y concertados tratan el fake como material informativo de primer orden, comúnmente a través de tertulianos, de políticos o introduciendo conceptos clave, nada neutrales, en la narración neutral de los hechos. Finalmente, los políticos ejercen en la política el sentido común –esa cosa tan elaborada y poco común–. Incluso en pandemia. Luego está otra originalidad local. El punto 5 de las narices. Ahí va. Alehop.
La indignación es el primer elemento discursivo en sistemas propagandísticos como el turco, en el que cualquier opinión es, ante todo, un ataque, una falta del respeto al pueblo
5- Se trata de un aspecto que no he percibido, o no aún en su esplendor, en la obra en Redes de la extrema derecha Esp. Se trata de la capacidad –en Redes, pero exportada a medios y política– para invalidar información contraria. Un ejército de políticos, bots y/o trolls participan en ello. La dinámica consiste en tratar una información contraria a los intereses gubernamentales como falsa. Sí, eso no es una novedad. La novedad es la forma. Fundamentalmente a través de dos estilos, que demuestra fuerza y coordinación. Estilo 1) se retuitean artículos explicándolos de manera que se explica lo contrario a lo que los artículos señalan. Un artículo en el que se transcriben mails internos de epidemiólogos, cuestionando el carácter científico de diversas propuestas del Govern, puede ser presentado como un artículo en el que no hay transcripción alguna. Wala. Estilo 2) se somete a indignación un artículo o información o punto de vista que no satisface al Govern, a través de elementos que el artículo, información o punto de vista no posee ni propone. En ese trance se dota a ese producto de partículas indignantes. Que, en efecto, de ser así, causarían indignación. La indignación es el primer elemento discursivo, y el mejor sostenido y proyectado, en sistemas propagandísticos como el turco, en el que cualquier opinión es, ante todo, un ataque, una falta del respeto al pueblo. Posteriormente, es poco más. Queda neutralizado. Veamos un ejemplo de todo esto.
6- Esta semana ha aparecido una entrevista en El País al ministro Pedro Duque. En ella explicaba que es imposible hacer test a toda la población. Aducía problemas técnicos. A los que se ha de sumar otro problema aún más efectivo. Los test rápidos –los únicos que impedirían que colapsaran los laboratorios– no sólo son chungos y poco fiables sino que, como los reactivos de los PCR –los únicos fiables– están en el top-one de materiales escasos y caros en esta crisis mundial. Duque decía, en todo caso, que el objetivo era someter a test a las personas sintomáticas. Lo que es razonable, diría. En eso, a través de Redes, Duque fue interpelado por un Oriol Mitjà indignado.
7- Y aquí, asterisco, Oriol Mitjà. A falta de un Comité Científico, que no está claro que exista, ejerce de Comité Científico en Cat. Sin cobrar, en lo que es, supongo, un esfuerzo de informalidad para evitar formalidades legales. Es un buen científico, pero como otros profesionales con –si bien no es el caso– reconocimiento internacional –en economía, los antaño candidatos al Nobel Mas-Colell o Sala i Martí–, en su obra pública prima más su aproximación al procesismo, con serias lagunas democráticas y de empatía social, que su disciplina intelectual. En esta crisis ha modulado sus propuestas en medios públicos y concertados y en Redes, antes que en medios científicos. La comunidad científica local lo mira de perfil. Apuesta por marcos descartados, a día de hoy, por la comunidad científica. Como que el origen de la pandemia es MAD, algo poco claro sin paciente cero. Al parecer, el virus ya existía en febrero en Esp. La vía de introducción, parece ser, son los aeropuertos. Menos en Cat, donde la cosa está más repartida que el Gordo. Por lo que –no se descarta, lo acabaremos sabiendo en todo caso– puede haber sido importante el desplazamiento masivo de una parte de la población a Perpinyà, el 28F, a un acto de Puigde. Sobre la idea del origen MAD de la pandemia, sobre la reconstrucción falsa de los hechos –a partir de enmiendas a la información real, como que el Govern estaba por aislar MAD y por el confinamiento en los mismos días que animaba a todo quisque a ir a Perpinyà–, se elabora la comunicación y la política local. Ya saben, los elementos comunes en la extrema derecha esp –incapacidad, cascos ladeados, maldad–, más la originalidad local del supremacismo. Mitjà es el asesor sanitario para Andorra, Estado pequeño y millonetis y poco poblado, el único de Europa que hará algún tipo de test a toda la población. Y posee el prestigioso premio Català de l'Any, del que todo el mundo habla en todos los hemisferios y cada 30 o 35 minutos.
Al parecer, el virus ya existía en febrero en Esp. La vía de introducción, parece ser, son los aeropuertos
8- La interpelación de Mitjà a Duque en Redes fue en modo troll. Lo que en Cat significa que pudo haber sido emitida, en efecto, por un troll o un bot, pero también por un presi, un conseller, un político, un cargo técnico. La interpelación –y he aquí lo llamativo– consistió en afirmar lo que había afirmado Duque, de manera que para el lector quedaba claro que Duque tenía que haber dicho, por tanto, lo contrario. “Ministro: sí se puede y se debe hacer pruebas a toda la población con síntomas Covid-19 para parar la transmisión”. Posteriormente, le pasaba una oferta de tests de unos laboratorios, por si Duque no sabía lo que es una web, y un “llámeme si me necesita”. La web era chunga, por cierto. Pero el mensaje –incompetencia, cascos ladeados, inferioridad– ya estaba emitido. El marco quedó asentado. Y los monstruos de Redes, de medios, y de la política tuvieron para otro día.
9- Mañana les explico, a la luz de Casandra, el desconfinamiento en Esp, Alemania e Italia. Por mi parte, creo que adolece de la cosa provincial. Eso no sucede con las islas, un marco preciso. Además remite a Peter Pan. Las provincias, por lo contrario, son algo más nebuloso. Puede no ser la unidad mínima de la crisis en desconfinamiento. En ese sentido se han pronunciado Galicia, Euskadi, País Valencià y Cat. Creo que todas esas comunidades tienen razón, incluso Cat, que no la tiene. No la tiene porque con esa demanda sólo prima un criterio. El único que posee desde hace 10 años. El propagandístico. El único con el que se está acomentiendo esta pandemia en la que, afortunadamente, los sanitarios lo están dando todo. Como lo da cada día en una sociedad en la que, desde hace 10 años, un tratamiento, pongamos, oncológico es algo difícil y para el que no hay medios. Como en MAD.
10- El procesismo –propaganda, selección negativa, supremacismo, comunión de Redes, medios y política, ultraderechismo Salvini style– está sobradamente explicado. Y, me temo, la debacle ética que supone en la política y la sociedad. Si algo queda por explicar es la decadencia de Cat frente a sistemas con las mismas herramientas, y más operativos en esta crisis. Como el País Valencià. Más efectivos en planificación, lectura sanitaria, lectura política y adquisición de materiales. Esto, en fin, es, en Cat, el final de algo más importante y antiguo que el procesismo.
11- Mañana, más.
1- Atravesando MAD a toda leche. En un taxi. El taxista trabaja tres días a la semana. Gana unos 50 pepinos al día. En dos semanas tiene para los autónomos. Va con una mascarilla chunga. Un monumento a la mascarilla. Como un monumento a Pericles, se parece a Pericles, pero no hace ni dice lo que...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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