EL DECAMERÓN (XXXIII)
Jornada trigésimo tercera: Covid-Torniquete
La única esperanza es que la crisis sea tan bestia que obligue a la UE y a sus Estados a plantearse el sentido de la vida –de la UE– y su ideología neolib, que aumentó hasta la catástrofe la crisis en el Sur, en 2008
Guillem Martínez Madrid , 26/04/2020
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1- Prosigo con mi yo de 10 años. Que me habla de “ruido de una máquina de coser, tarde perlada / de cansancio, cortinas fantasmales, / unánime el pasillo hacia el balcón”. Fantásticos versos del Gimferrer de los 70, que evocan la infancia y una madre sólo con ruidos y objetos. Pero, ahora que caigo, ¿tu has leído a Gimferrer, pollo? “Yo soy tú, burru”. En todo caso, tanto él como yo –es decir, yo y yo–, llevamos días escuchando el rumor de una máquina de coser. Supongo que añoramos a mamá. Si bien mamá no se ponía en la máquina de coser ni jarta de garnacha. Deportes en el micro-piso, hoy combates tagalos. Básicamente, una pelea de toda la vida, con variantes preciosistas –ta agalo, debe de decir, en chino inventado, el jugador que consigue agarrar al otro por los, ejem, güevos, de ahí el nombre–. Es doloroso en extremo. Pero, de la risa, no duele. Luego invertimos varias horas en hablar del Ferrari que nos compraremos cuando seamos mayores. Como queda claro, no tenemos ni idea de economía. De ahí el interés de este artículo redactado por dos niños de 10 años.
2- Prima, por lo demás, el buen rollo covid. Las curvas bajan, los pajaritos cantan, las faldas se levantan. Hay hoteles-hospital en MAD y BCN, montados a toda leche cuando el Ejército Rojo rodeaba ambos Berlines que, verbigracia, están a menos del 50% de ocupación. Mucho, para un hotel en estos días, pero muy poco para un hospital en estos días. No hay datos claros, salvo los contactos personales, esa cosa que filtra en tu vida el azar, pero por esos contactos/azares me da la impresión de que personas ancianas, que tenían vetada su hospitalización en MAD y Cat, ahora acceden a las UCIs con cierta normalidad, incluso. Y lo que es mejor, salen de ellas. Yupi. Estos datos, que se tendrán que ordenar y contrastar en el futuro, indican que se ha sacrificado a una generación de ancianos, para evitar el colapso de las UCIs, cuando el marrón. Una generación cuya primera memoria fue la postguerra, y cuya última memoria ha sido otra escasez, ideada también por la ideología del beneficio. Una generación dolorosamente capicúa, con un guión simétrico, como en los dramas griegos.
3- Por lo demás, el paso del tiempo permite evaluar ya algunas políticas gubernamentales en lo económico. No es económico, pero sí es económico: al parecer, la vuelta al trabajo de los trabajadores no esenciales de hace ya más de una quincena no se ha traducido en nuevas infecciones. O, por ahora, en un gran paso hacia atrás. Yupi. Por otra parte, se empiezan a notar y a poder evaluar las primeras actuaciones del Gobierno ante la crisis económica. Del 11-M al 31-M, hubo unas 900.000 bajas en la SS. Despidos, vamos. En 2008 se produjo un número similar de despidos, descomunal. Pero, glups, en los primeros seis meses, no en una quincena. Lo que dibuja la brutalidad de la cosa. En la actualidad, hay unos cuatro millones de trabajadores en modo ERTE –en 2008 hubo sólo algo más de un millón–. De una manera u otra, el SEPE –el pagano de las ayudas– ha multiplicado por seis su volumen de gestión de prestaciones. El saldo de la SS, a fecha del 13-A, era positivo. Vivir para ver. Por la cosa ERTE, pero también por la vuelta al trabajo de la industria, la construcción y algunos servicios, y por el primer sector, que está cosechando frutas de colores. Se ha contenido, en fin, la catástrofe, mayor y más condensada que en 2008. Y se ha repartido y paliado algo en este primer golpe. Se ha impedido, al menos en este momento, que cuatro millones de trabajadores se fueran al paro, y se ha posibilitado que esos cuatro millones, cuando esto vuelva a algo parecido a la vida, accedan al gasto. El BBVA Research considera que, con todo ello, se ha reducido la caída del PIB en un 3,5%. Ahora sólo es de chorrocientos puntos. Hablo –piticlín, piticlín– con Bruno Estrada, economista y chico CTXT, autor de un articulete con las cifras que les he transcrito. “Literalmente, el Gobierno ha intervenido el mercado laboral. Se ha evitado la catástrofe, si bien no se sabe hasta cuándo. Pinta mal, por ejemplo, el sector hostelería y el del turismo. Se tendrán que plantear algún tipo de medidas sectoriales al respecto”. Recapitulando las medidas, me dice: “Se ha hecho un torniquete”, esa cosa que no es la solución, pero que te pueden mantener vivo hasta ella.
4- Quedan flecos. El Gobierno de MAD ha repartido, en marzo, tantas raciones de alimentos como en todo 2019. Se supone que se trata de parados sin prestación. O/y autónomos. Otro fleco que queda son los inquilinos, pagadores de alquiler en impago, desordenado o en el orden relativo de los sindicatos de inquilinos. Un torniquete, algo grande y exótico, no visto antes en una crisis, es solo un torniquete. Como se dice al final del anterior punto, permite mantener la vida.
5- Lo que nos lleva a la pregunta: ¿qué es la vida? A lo que Espronceda responde “¿Qué es la vida? / Por perdida ya la di /cuando el yugo del esclavo / como un bravo sacudí”. Lo que, a su vez, tampoco nos orienta mucho. En caso de hundimiento del Titanic, como es el caso, la vida es un bote salvavidas, como su nombre indica. Un bote supone un gasto. Alto, tanto que el Titanic, como los Estados previos a la pandemia, carecía de ellos. Lo que nos lleva a pensar que la vida es gasto. Y, su contrario, naufragio y austeridad. El gasto debe ser profundo, de economía de guerra, para poder sacar el torniquete y operar, salvarte la pierna y, ya puestos, ponerte un par de prótesis de silicona. Que siempre anima. Un Titanic hundido supone un Titanic nuevo. Y mejor. O estamos perdidos.
6- Este jueves, gracias a la reunión de jefes de Estado de la UE, se supo más de dónde vendrían las cantidades que aseguren el gasto y la reconstrucción. Es decir, que no se sabe nada. Lo que tiene guasa. Sí, se habló de un Fondo de Recuperación. Y de que podría ser de 1,5 billones. Pero no se pusieron de acuerdo en si será un crédito –chungo; esa vía huele a intervención–, o a fondo perdido –esa vía huele a improbable; si se produce, habrá que leer la letra pequeña; vamos, que será un beso, pero tal vez con burundanga–. Ni de dónde saldrá la pasta. Hay un fondillo de la UE para Estados con renta inferior a la media, creado por iniciativa de Alemania, para ir teniendo mercados que le compren las chuches que fabrica. Estaban presupuestados unos 330.000 millones en siete años. Igual la pasta puede salir de ahí. Y de créditos. Se especula que la Presidencia rotativa de Alemania puede ser el momento en el que la UE se ponga las pilas y haga algo. Es decir, decidirse por la deuda, o la deuda con juego de sartenes. No habrá mutualización vía eurobonos, en todo caso. Habrá, al menos por un tiempo, esa suerte de mutualización mangui, pero efectiva, que consiste en que el BCE compre deuda como si no hubiera un mañana. Igual no la hay, como la UE no ofrezca algo más allá de la deuda pura y dura.
7- La posibilidad de que la UE se ponga las pilas es remota. Consiste en alejarse de una tradición. Algo que ya ha hecho. Políticas de gasto, keynesianas, parecidas a lo que en el siglo XX se llamó socialismo democrático, han vuelto, zas. Estaban, literalmente, prohibidas por la UE. La única esperanza es, paradójicamente, que la crisis sea tan bestia que obligue a la UE y a sus Estados a plantearse el sentido de la vida –de la UE– y la ideología neolib de la UE, que aumentó hasta la catástrofe la crisis en el Sur, en 2008. Parece que, en ese sentido, están pasando cosas, ignoro con qué repercusión futura. La Comisión, por ejemplo, está despenalizando herramientas prohibidas por la Comisión en otros tiempos. Como la nacionalización. Hay un borrador al respecto. Y, posiblemente, un acuerdo que aparecerá este mismo mes. E, importante, presionado por Italia, Francia, pero también Alemania. Italia tiene prisa por nacionalizar Alitalia. Francia, Orange, Air France y Renault. Y Alemania, Lufthansa y Adidas, las zapatillas del pueblo, a partir de ahora. ¿Supone eso una vuelta al Léon Blum way of life? No. Igual es incluso lo contrario. Evitar la compra de empresas por especuladores –chinos, por ejemplo–, y mantenerlas calentitas hasta que vuelvan a ser un negocio de especuladores rostros-pálidos. En contra de esta vía a la nacionalización está Holanda y, curiosamente, Calviño, me dicen.
8- Se están utilizando fórmulas que antaño sirvieron para dibujar un mundo mejor, si bien para renovar el mundo de siempre, me temo. Sería bueno que alguien hiciera política en este contexto. O se la quedará el mundo de siempre. ¿Hay margen para la política en la UE? En 2008 no lo hubo. Ahora la política, el itinerario progresista en esta crisis, puede consistir en el gasto –defendido por la UE–, sin la represión de la deuda y la intervención –que no está claro que sea lo que nos espera en la última casilla–.
9- El Gobierno empieza a hablar de desconfinamiento. Ha marcado cuatro criterios para acceder a él. A) que la tasa de hospitalización sea menor del 30%, que b) hayan transcurrido dos semanas con una tasa de contagio inferior a 1, que c) la tasa de incidencia sea menor de dos nuevos casos por 100.000 habitantes, y que d) estén libres el 50% de las camas UCI. También ha facilitado un porrón de condicionantes más, que más que ilustrar el paso al desconfinamiento, ilustran lo que ha pasado en la crisis sanitaria. Es decir, lo que no ha pasado. Algunos de esos condicionantes: las CC.AA. deben tener la capacidad de hacer pruebas a todos los sintomáticos –emoticono carita llorando de risa–, b) la capacidad para evaluar los casos leves en 24H, o c) capacidad para notificar diariamente al menos el 90% de los nuevos casos, bajas o ingresos en UCIs. Es decir, estadísticas.
10- No mucha información sobre la desconfination. Se sabe que, tras la salida de los niños, esto será, escenográficamente, imparable. Una semana después, por ejemplo, se podrá pasear y correr, y hacer actividades deportivas en la ciudad. Como la caza del gamo. Supongo que, no obstante, se seguirá el modelo italiano –nos parecemos mucho; en Lombardía, el epicentro europeo de la covid-19, ha trascendido que sólo el 1% de la población ha tenido acceso a algún test–. La cosa, allí, estará vertebrada en cuatro planos. Las mascarillas/la distanciación. Los covid-hospitales –ellos lo llaman así, instituciones sanitarias que han renunciado a otro monocultivo–, los test de anticuerpos y la app. Estos dos últimos cacharros mosquean. Es decir, los test pueden dar lugar a un carnet de anticuerpos –si los hubiere. Es decir, a restricciones de la libertad individual. Fascistoides. Y la app elegida, al parecer, es un coladero de la intimidad. Ya veremos. La UE, por cierto, estaba trabajando en una app chachi, en código abierto. El lunes, informaba El Salto, enviaron al equipo a paseo, y le dieron la franquicia a Google/Apple. Yupi. En Italia, como en Esp, se renuncia a la unidad geográfica determinada. Los pasos adelante, o hacia atrás, depende, se harán en micro-territorios. Incluso menores que un municipio, si es el caso.
11- En Cat se aprovechará la fase para exhibir mayor preparación y meditación que el Estado. Algo sencillo, pues no tienes que tenerla, sino sólo exhibirla, comunicarla, propagandear.
12- Creo que mi yo de 10 años se va a pirar con su mamá, ese rumor de máquina de coser en tarde perlada, que nunca cosió. Me da envidia. Las mamás, incluso las que no saben coser, cosen cosas rotas, que tenemos por ahí dentro, creo recordar.
1- Prosigo con mi yo de 10 años. Que me habla de “ruido de una máquina de coser, tarde perlada / de cansancio, cortinas fantasmales, / unánime el pasillo hacia el balcón”. Fantásticos versos del Gimferrer de los 70, que evocan la infancia y una madre sólo con ruidos y objetos. Pero,...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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