Músicas urbanitas (I)
Afrika Bambaataa y el Hip-hop como instrumento pacificador
A mediados de los 70, el dj creó una asociación en el Bronx para unificar todo el movimiento cultural más allá de bandas, drogas y violencia
Álex Blasco Gamero 31/07/2020
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Dicen que la necesidad es la madre de la creatividad. Que de ella nacieron el flamenco, el jazz, la cumbia, el soul o el grunge –bueno, puede que este último de otro tipo de necesidad–, y de una situación de extrema violencia germinó un movimiento cultural en el empobrecido barrio neoyorkino del Bronx a finales del siglo XX. Hoy, este movimiento, el hip hop, es mundialmente conocido por su relación con las drogas, la violencia y los personajes excéntricos, como el rapero de pelo rosa 6IX9INE, el diseñador de Louis Vuitton Virgil Abloh o el artista del grafiti KAWS, desvirtuando la función para la que nació. Ya sea por conductas compartidas por los pobres de todo el globo, por intereses del turismo de clase, porque la excentricidad vende o porque el capitalismo se ha “adaptado” a la cultura de la clase menos pudiente para vender más y más, este se ha convertido en tendencia disociada de su origen, el de crear comunidad y unas condiciones mínimas de vida.
“Vengo de una familia de 11, y tengo siete hermanos que estuvieron presos. Seis de ellos por drogas”. Con este testimonio de una vecina del Bronx, el programa En Portada comenzaba, en 1986, uno de sus primeros capítulos: ‘La dureza del Bronx de los 80 (El sueño americano)’. Un reportaje que nos introducía mediante un hilo musical ciberpunk –marca de la casa– en la situación de precariedad extrema, delincuencia y altas tasas de drogadicción que vivía el barrio neoyorkino durante los años 70 y 80, y que hoy, lejos de la realidad, forma parte de nuestro imaginario.
Este barrio es uno más en el que la especulación inmobiliaria ha hecho pinza desde la isla de Manhattan hasta la burguesa zona norte del distrito, apretando con el índice y el pulgar el precio de la vivienda y los costes de vida hasta cotas inalcanzables para muchos, que obligan a la población más humilde a emigrar a la siguiente periferia. La gentrificación, amigos. Una situación similar a la vivida durante los años 20 y 30 con la migración judía e italiana, pero que en su día fue frenada por el aumento descontrolado del consumo de heroína y de la violencia en la ciudad en los años 50.
Durante los años 60, el precio de las viviendas en el Bronx sufrió una gran caída, y muchos propietarios, para no perder el dinero invertido en sus casas y poder cobrar el seguro, contrataron a pirómanos para quemar sus propiedades. Esta situación se alargó hasta los 70. Los incendios en el Bronx se contaban por centenas cada mes, según el documental Decade of fire (2019); hasta un 40% de los edificios fueron carbonizados y un 80% de las viviendas quedaron afectadas de alguna manera –se llegó a tasas anuales de 12.300 incendios–. De los muertos-asesinados en los fuegos provocados no hay una cifra exacta, ya que no se solían realizar investigaciones –no interesaban–. Sin embargo, sí hay un dato exacto de asesinatos en esas fechas en toda la ciudad. El número de homicidios anuales en Nueva York se duplicó de 1965 a 1975, de 681 a 1.690.
El monstruoso plan renove no funcionó y, como la zona no salía rentable para los inversores, la mayoría de los edificios quemados fueron abandonados. Las carbonizadas estructuras se convirtieron en centros de fiestas clandestinas, de distribución y consumo de droga, prostitución y de reunión para bandas callejeras.
El ayuntamiento de Nueva York daba la zona por perdida y la mayoría de los neoyorquinos, incluida la policía, trataban de evitar el barrio dando vía libre para que las bandas se apropiasen de las calles. Al estilo de The Warriors (1979) o GTA: San Andreas (2004), el distrito se segmentó y las bandas diferenciadas por los parches del chaleco o por la gama cromática elegida para la equipación se repartieron las manzanas, como si hablásemos de cartografía, con el fin de mapear el barrio por zonas de venta de droga. En alguna ocasión llegaron a sellar las papelinas con su logo con el fin tanto de saber que en su zona solo se consumía y vendía lo suyo como de mostrar una “marca de calidad”.
La gente tenía miedo, las bandas campaban a sus anchas y la mayoría de los jóvenes se unían a ellas por supervivencia. En la zona de Bronx River se situaba la banda más grande y violenta del distrito, Black Spades. “Los Black Spade dominaban la cultura callejera. Como conquistadores, iban haciéndose con una manzana tras otra y o te unías a ellos o te eliminaban”, cuenta Grandmixer DXT, músico nacido en el barrio, en el documental Hip-Hop Evolution. Uno de los responsables de ese crecimiento fue Lance Tyler, más conocido como Afrika Bambaataa.
Se creó un grupo de representantes de distintas bandas, dedicado a la gestión y seguridad de las fiestas del Bronx llamado The Organization
Bambaataa fue durante años uno de los líderes de Black Spades, el encargado de crear nuevas alianzas y de contactar en momentos de crisis con el resto de las bandas, pero el aumento de la violencia y asesinatos entre clanes unido a la aparición de asociaciones vecinales relacionadas con la Nación del Islam, los Panteras Negras o los Young Lords, que reivindicaban los derechos de los habitantes del barrio, hizo levantar la cabeza a Lance para ver que podía existir otra forma de vida en el Bronx.
Las reuniones entre pandillas que buscaban un acuerdo de paz comenzaron en 1973. Se creó un grupo mixto de representantes de distintas bandas, dirigido por Bambaataa, dedicado a la gestión y seguridad de las fiestas del Bronx llamado The Organization. Este proceso estuvo a punto de truncarse cuando Cornell Benjamin, miembro de Ghetto Brothers, fue asesinado a manos de otro pandillero mientras intentaba convencerlos de que abandonasen los ataques entre bandas. Sin embargo, Benjamin Melendez, fundador de la banda, tuvo la sangre fría e inteligencia de no responder y decidió convocar una reunión con todas las bandas en el polideportivo del Bronx para zanjar sus diferencias y firmar un documento de paz que pusiera fin a esa situación. El sueño de Bambaataa se empezaba a cumplir: establecer una zona de paz dentro del Bronx en la que crear conciencia ciudadana a través del arte.
The Organization se quedaba corto y estaba demasiado vinculado a las bandas y las drogas para la idea que tenía Bambaataa de socialización, por lo que en 1976 fundó la asociación cultural Universal Zulu Nation. Una organización que buscaba la unificación de todo el movimiento cultural. Los djs, los b-boys, las b-girls, los grafiteros, los raperos y el quinto elemento, que une todo y combina conocimiento, cultura y puesta en escena, bajo el paraguas de lo que llamaron hip hop. Una organización dedicada a crear eventos presentados por Bambaataa a los platos en los que vecinos del Bronx, perteneciesen a la banda que fuese, se encontrasen en su pequeña Suiza, una zona de paz en la que relacionarse y crear comunidad, en la que poder desarrollar sus vidas lejos de la delincuencia, lejos de la prostitución, lejos de la cocaína y el crack.
Con la llegada de los 80, el aumento de público en las fiestas despertó la atención de productoras, medios de comunicación y salas de Manhattan. El género empezaba a dar dinero, y el dinero llama a más dinero. El hip hop se convirtió en mainstream y con ello abandonó el Bronx para empezar a ocupar los barrios bajos del resto del mundo.
Dicen que la necesidad es la madre de la creatividad. Que de ella nacieron el flamenco, el jazz, la cumbia, el soul o el grunge –bueno, puede que este último de otro tipo de necesidad–, y de una situación de extrema violencia germinó un movimiento cultural en el empobrecido barrio neoyorkino del Bronx a finales...
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Álex Blasco Gamero
De Leganés. Estudió periodismo y cª políticas –eso dicen dos papeles muy caros–. Actualmente es miembro de la redacción de CTXT.
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