Músicas urbanitas (III)
El cajón de sastre de la industria musical capitalista
La llamada música urbana, impulsada por el abaratamiento de la tecnología, diluye los géneros y homogeniza a los autores en pos del consumo de masas
Álex Blasco Gamero 16/08/2020
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“En este mundo urbano Justin Timberlake y Robin Thicke resulta que son dioses del R&B, Kim Kardashian es el símbolo del pandero grande y los asiáticos son la leche en la pista de baile. ¡Venga ya! Panderos grandes, R&B y baile eran cosas de negros”. Con esta frase comenzó en 2014 la serie estadounidense Black·ish. Una sátira sobre una familia afroamericana de clase media alta que capítulo tras capítulo traza una serie de términos racistas normalizados en EE.UU. –en ocasiones bajo un paraguas elitista de ropa cara, colegios privados y problemas de ricos. Con esa frase la serie arrancó con una clara intención: la cultura afroamericana es tendencia en todo el mundo, pero no se puede asumir que lo es y por ello mejor llamarla de otra forma.
El término urbano contemporáneo lo acuñó el dj y presentador afroamericano Frankie Hollywood Crocker, que ayudó al crecimiento de WBLS, hoy una de las emisoras de radio de música negra más famosa de Nueva York. A finales de 1970, la mezcla de música disco con R&B que realizaba Croker le llevó a crear esta etiqueta como una marca personal, algo que le acarreó un despido en la emisora. Cuando los directivos vieron que el concepto urbano les podía servir como abstracción para atraer a artistas blancos –como fue el caso de Madonna–, más público y anunciantes al eliminar la etiqueta negra, Croker fue contratado de nuevo.
Con la llegada del concepto urbano, potenciado por el auge del posmodernismo, el cuestionamiento histórico de los géneros musicales entró en los medios especializados. La era de la información y el lenguaje empezó a crear una nueva realidad. El precio de los medios técnicos de comunicación bajó y la facilidad para acceder a ellos aumentó. Así subió el consumo de arte y los programas musicales empezaron a mutar de especializaciones a grandes agrupaciones abstractas para llegar a más gente. El populismo o la democracia –pueden elegir término– llegó a la producción del arte. El término música urbana había nacido.
Aunque en su inicio la meta de esta etiqueta solo fue la de expandirse a nivel comercial, la concepción cambió. Como nos contó el rapero y productor Frank T, “con el paso del tiempo esta etiqueta se ha utilizado de una forma negativa para ocultar cada uno de los géneros y quitar posibilidades a artistas que hacen música pop, pero que, por ser negros, les van a meter en música urbana”. Un problema que hemos podido ver en varias ocasiones en los premios Grammy.
En 2012, la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de EE.UU., institución que otorga los Grammy, revisó sus premios dejándolos en 81 trofeos, dos años antes eran 109. Una de estas revisiones fue la de crear el premio ‘Mejor Álbum Contemporáneo Urbano’ bajo la definición de estilos musicales modernos derivados del R&B, algo que creó una gran controversia ya que aglutinaba géneros que llamaron “pop urbano”, “rock urbano” y “música alternativa urbana”, entre otros. Esta polémica –sorpresa– se terminó de rematar en 2017.
El artista canadiense Drake acusó a la Academia de verlo solo como un rapero y no como un artista pop debido a sus trabajos One Dance y Hotline Bling, este último nominado a Mejor canción de rap y Mejor interpretación de rap a pesar de no ser una canción de rap. Como protesta Drake no asistió a la ceremonia de entrega de los premios y ese mismo día, el 12 de febrero, actuó en Mánchester. A la polémica de Drake se unió la del ‘Álbum del Año’. Cuando muchas publicaciones de música consideraban que debía ganar el álbum Lemonade de Beyoncé saltó la sorpresa. El premio se lo llevó Adele con 25. Steve Knopper, crítico musical de la revista Rolling Stone, creía que perdió debido a que los votantes de los Grammy eran todos hombres blancos de cierta edad, algunos vinculados con el partido republicano, y no podían dejar ganar a Beyoncé después de sus críticas contra Trump y la policía estadounidense.
Las constantes polémicas y las cada vez más claras evidencias de la discriminación racial de los jueces de los Grammys les llevó en junio a un lavado de cara renombrando el premio ‘Mejor álbum contemporáneo urbano’ por ‘Mejor álbum de R&B Progresivo’, pero manteniendo el cajón de sastre que era incluyendo dentro “álbumes con elementos más progresivos del R&B y que pueden incluir características del hip-hop, rap, dance y música electrónica”. Unos días después se conoció que el cambio tuvo relación con el comunicado de la discográfica Repulic Records, una división de Universal Music Group y sello de los artistas Drake, Ariana Grande, Post Malone y Taylor Swift –una de las compañías más grandes del mundo–, de prohibir el término ‘urbano’ dentro de su organización por sus connotaciones racistas.
Mientras, en España, el Grupo PRISA cogía la máquina del tiempo en abril para viajar a un añejo 2020. La emisora KeBuena pasó a llamarse Los40urban. Un rebranding que unificó todos los diales de Los40 principales bajo las etiquetas classic, dance y urban, un sufijo que tras más de 40 años de existencia y constantes denuncias por sus connotaciones racistas elige PRISA como bueno para “dar cabida a uno de los estilos musicales con mayor tirón comercial en nuestro país”. Por fin, la radio musical española llega a los años 70.
Tras unos días escuchando la emisora podemos confirmar que muchas de las canciones que ponen en esta “nueva” emisora son las mismas que ponían antes del cambio de chapa y pintura, y que en menor medida son las mismas que se pueden escuchar en la cadena principal, que nos esperan unos años de mucho Bad Bunny, J.Balvin y Ozuna, que se puede medio entender una canción de Bad Gyal censurando las “palabras malsonantes”; que el término urbano en España lo utilizamos como sinónimo de reggaetón o música latina, con alguna excepción como Nunca estoy de C. Tangana, que Gasolina, la canción de 2004 de Daddy Yankee, aún puede ser vendida como nueva y altos directivos creen que es “lo que se escucha en la calle” y que si necesitas información sobre talleres, autoescuelas y centros de ITV tienes que encender la radio.
Como bien nos avisaba el crítico y teórico literario Fredric Jameson en La lógica cultural del capitalismo tardío (1984), si para vender más la industria tiene que homogeneizar, discriminar y desvincular de su origen y sentido al arte lo hará. Da igual que esta no tenga nada que ver con ser urbano.
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MÚSICAS URBANITAS (I): Afrika Bambaataa y el Hip-hop como instrumento pacificador.
MÚSICAS URBANITAS (II): FRANK T / RAPERO, PRODUCTOR Y PRESENTADOR: “La radio musical en España es una mierda”.
“En este mundo urbano Justin Timberlake y Robin Thicke resulta que son dioses del R&B, Kim Kardashian es el símbolo del pandero grande y los asiáticos son la leche en la pista de baile. ¡Venga ya! Panderos grandes, R&B y baile eran cosas de negros”. Con esta frase comenzó en 2014 la serie estadounidense...
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Álex Blasco Gamero
De Leganés. Estudió periodismo y cª políticas –eso dicen dos papeles muy caros–. Actualmente es miembro de la redacción de CTXT.
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