UN VERANO FATAL (IV)
El aguacate
Los pobres acumulamos trabajos porque ser pobre consiste en saber que, tarde o temprano, las cosas vendrán mal dadas. Acumulamos facturas del banco. O cargadores de móvil. Hasta preocupaciones
Gerardo Tecé 20/08/2020
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Estoy estudiando la posibilidad de convertirme en preparacionista, no sé si les suena. Cada año, por estas fechas, dedico tiempo de vacaciones a indagar entre las distintas tendencias sociales, religiones o comportamientos de moda, por si alguno me pudiese encajar y porque ir por libre genera mucha incertidumbre. Recuerdo un verano en el que tiré de clásicos e intenté convertirme en creyente de alguna religión. Miré entre las más recomendadas del catálogo en busca de una buena oferta de certezas vitales que me saliera a buen precio. Como era la que me pillaba más a mano, empecé por la católica –me encantaría ser una de esas personas que tienen rutinas como ir a misa los domingos y juntarse con gente afín– pero la pereza, que para colmo es pecado, me pudo. Lo intenté con la budista, pero me pareció demasiado naif, y también con la musulmana, pero la descarté en cuanto me enteré de lo suyo con el alcohol. Hubo otro verano en el que coqueteé con el crudiveganismo. La cosa funciona como suena: comer exclusivamente verde y hacerlo en crudo, en modo salvaje, sin hervir siquiera. El intento me duró lo que tardé en darme cuenta de que a aquella ensalada le faltaban claramente un chorreón de aceite, otro de vinagre y un poco de atún. Fracasé también con el yoga y lo mismo me pasó con la meditación, actividades que me ponen de los nervios solo de pensar en ellas. Una vez, haciendo meditación –intentándolo– llegué a tocar las 120 pulsaciones. Fue un récord, me dijo el experto en la materia con tanta tranquilidad como asombro. De fracaso en fracaso hasta el fracaso final.
Hasta este año. Los preparacionistas –preppers nos autodenominamos cariñosamente– son –somos– gente que se prepara para “el acontecimiento”. El acontecimiento puede ser cualquier cosa. Desde una pandemia aún más embrutecida y mortal que esta que ahora disfrutamos, hasta una guerra nuclear o caos medioambiental, pasando por una invasión extraterrestre o un apocalipsis zombi. No me digan que no pinta bien la cosa. Para ser un buen preparacionista, según me he estado informando, lo primero que hay que hacer es acumular. Acumular es, sin querer presumir, algo que se me da excepcionalmente bien. Tanto que mi entorno usa habitualmente la palabra Diógenes cuando habla de mí. Acumular, al contrario de lo que se piensa, es cosa de pobres. Los pobres acumulan más que los ricos. Los pobres acumulamos zapatos, camisetas y pantalones. No nos atrevemos a tirar lo que teóricamente ha quedado viejo porque, quién sabe. Los pobres acumulamos trabajos porque ser pobre no consiste tanto en el estado de la cuenta del banco como en saber que, tarde o temprano, las cosas vendrán mal dadas. Acumulamos facturas del banco, que es el equivalente al acumular dinero de los ricos, pero en sentido opuesto. O cargadores de móvil antiguos. Quién sabe, me defendía yo hace poco, si la tecnología, como la ropa, no pegará un giro vintage y esto servirá otra vez. Los pobres, por acumular, acumulamos hasta preocupaciones.
En el caso de los preparacionistas, el objeto a acumular es comida no perecedera. Otro de mis fuertes. Son años siendo increpado por familiares, parejas o compañeros de piso por meter en el carro de la compra productos que en casa ya había. Y qué pasa si ya tenemos, yo quiero más, reivindico mi libertad como un Braveheart de pasillo de supermercado subiéndome al carrito en plan caballo. Tengo derecho a acaparar latas y sobres deshidratados cuyo precio es irrisorio pero su seguridad infinita, alego en mi defensa. Ver toda esa comida cuya fecha de caducidad se prevé para un año al que no imaginas llegar, formando militarmente, bien ordenaditos en el cajón de la cocina. No se me ocurre nada que aporte tanta paz interior. La misma paz, supongo, que a otros les aportan el budismo, la meditación o alimentarse metiendo la cabeza directamente en el macetero. Para acumular una ingente cantidad de comida no perecedera, un prepper, leo en los tutoriales introductorios de esta secta admirable, tiene que tener una buena alacena, un búnker bajo tierra o un trastero vacío. Aquí empiezan los problemas. Los pobres tenemos tantas cosas que acumular como poco espacio.
Como un prepper no nace, sino que se hace, la religión aporta alternativas a estos problemas de espacio. Un preparacionista sin un trastero en condiciones deberá aprender a generar sus propios alimentos para cuando llegue “el acontecimiento”, leo. Aunque esta rama preparacionista consistente en convertirse en una especie de McGyver de andar por casa no me seduce tanto como el paraíso que es una habitación llena de latas de conserva, sobres deshidratados y agua embotellada, he decidido probar. Ayer saqué el hueso de un aguacate, lo lavé y lo metí, siguiendo una receta encontrada en internet, en un vaso de agua. Hay que cubrir el hueso por la mitad, apuntalándolo al vaso con unos palillos. Toca esperar. Los preparacionistas y los pobres también sabemos de espera. En unas semanas la cosa empezará a germinar y de ahí saldrá vida en forma de brote verde. En ese momento tocará trasplantar el hueso y su rama a una maceta y darle una educación y unos cuidados. Posteriormente, pasados unos años y con la maceta pidiendo independizarse, convertirse ya en árbol, llegará el momento de dejarla volar del nido y buscarle una ubicación en mitad del campo, un sitio suficientemente oculto como para que nadie lo encuentre. En un plazo de unos 14 o 15 años, según la web, ese árbol se desarrollará plenamente y podría dar frutos. O no. La aventura merece la pena, aunque la fecha, año 2034, me provoque la sensación contraria a cuando el 2034 aparece en una lata de conservas. Creo que me he vuelto a agobiar. Seguiré mirando religiones.
Estoy estudiando la posibilidad de convertirme en preparacionista, no sé si les suena. Cada año, por estas fechas, dedico tiempo de vacaciones a indagar entre las distintas tendencias sociales, religiones o comportamientos de moda, por si alguno me pudiese encajar y porque ir por libre genera mucha...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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