En medio del desconcierto y la zozobra de estos últimos años, los intelectuales jóvenes han decidido reivindicar con entusiasmo productos culturales antes marginales e ignorados, como el fútbol masculino, las pelis de superhéroes, los programas de Telecinco y la música de Daddy Yankee. 

Leo una entrevista en Marca a Nacho Carretero, el periodista autor de Fariña, en la que le preguntan sobre el polémico final de la liga en Segunda División y el descenso de su equipo, el Deportivo de La Coruña. Carretero opina que “en España [el fútbol] tiene una presencia tan apabullante y tiene un peso tan grande que el que va a incomodar no suele salir muy bien parado. A veces echo de menos incidir más en las cloacas de este mundo, que son muchas, que se han multiplicado desde que el fútbol ha cobrado una dimensión de negocio tan brutal”. 

En Fariña, Carretero recoge una declaración del administrador judicial Luis Rubí donde afirma que estuvo mucho más tranquilo gestionando el pazo de Baión, incautado al narcotraficante Laureano Oubiña, que el Atlético de Madrid, cuyo entonces presidente Jesús Gil y el vicepresidente Enrique Cerezo estaban siendo investigados por apropiación indebida. 

CTXT es del Atleti. No creo que sea un secreto. Aquí se han publicado muchos elogios al equipo y a la afición, al entrenador y al estilo, y también críticas a la dirección. El Club Atlético de Madrid no concede entrevistas a CTXT, no quiere saber nada de CTXT. Es una situación curiosa. 

¿Qué es el Atlético de Madrid? ¿Una comunidad unida por un sentimiento? ¿Un equipo de fútbol? ¿Una empresa? En la práctica, es uno y trino. 

Ante los ataques en redes por la gestión del Valencia CF, Kim Lim, la hija del singapurense Peter Lim, su máximo accionista, escribió en Instagram que “el club es nuestro y podemos hacer lo que queramos con él”. Una afirmación correcta sobre el papel. 

Rabia contra los dueños, amor a los colores. Qué difícil es esto, ¿no?

En primero de carrera fuimos a entrevistar a una periodista deportiva para una asignatura. Hablamos sobre el machismo en su sector. La entrevista fue interesante, quedó bien y sacamos buena nota en ese trabajo. Después de apagar la grabadora, como había una cosa que no me acababa de cuadrar, hice una pregunta inocente, que dio lugar a un off the record inesperado, largo y a ratos atropellado sobre a) la evolución del negocio y el contenido televisivo y b) los efectos mentales y sociales de que desde temprana edad los futbolistas tengan ingresos muy elevados, sean idolatrados, se conviertan en símbolos y vivan en un determinado entorno.

Esa periodista también comentó que en su clase de la Universidad Complutense había unas 80 personas y que solo tres, que ella supiera, estaban ejerciendo la profesión, un dato que habría merecido una reflexión más profunda por mi parte. Pero esa es otra historia.

Yo también soy del Atlético de Madrid. Creo en el cholismo. La verdad es que es una de las experiencias colectivas que más me emociona, la que me ha llevado a saltar de alegría o jurar en arameo en el mismo momento, en el mismo sitio y por el mismo motivo que, entre otras muchas personas, un montón de neonazis. Será mejor no darle muchas vueltas.

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La próxima entrega de este dietario se publicará el 24 de agosto.

Dietario (I): La historia que emocionó a nadie

Dietario (II): De repente, un gatito

Dietario (III): Memoria del Tránsito

Dietario (IV): Digital pero cutre

Dietario (V): Me agobia escribir esto