Dietario (I)
La historia que emocionó a nadie
Cada tres o cuatro meses me pregunto qué hago aquí. Madrid es acogedor como una lluvia de collejas. Pero soy joven, y esto está lleno de oportunidades. Por eso venimos
Elena de Sus 31/07/2020
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Cuando mi jefe me encargó que escribiera un diario me dio un poco de apuro porque, al contrario de lo que él sospecha, mi vida no tiene interés narrativo. Todo lo que ocurre en ella es más o menos previsible y no se puede aprender casi nada con su lectura. Mis éxitos no son meritorios ni inspiradores y mis fracasos no llegan a ser trágicos, son como esas canciones indie pop que hablan de relaciones de pareja cutres bajo un punto de vista irónico y cuando las escuchas te dan ganas de morirte, pero tampoco harían llorar a nadie. Con estos mimbres, en fin, tenemos que hacer un cesto.
Trabajo aquí, en CTXT. Una de mis tareas es editar artículos y subirlos a la web. Leo de forma pormenorizada un 25% de lo que se publica, más o menos, y el resto lo leo por encima, para promocionarlo en redes. Esta lectura constante de CTXT, junto con otras circunstancias de mi vida, me aporta la preparación necesaria para ser influencer de la derecha populista, en caso de que quisiera.
Soy de Huesca, factor que me permitió tener una educación pública de calidad, o eso le decían a mi madre sus parientes madrileños. En el cole sacaba buenas notas gracias a la memoria, la curiosidad y unos padres con estudios universitarios que me explicaban las cosas en su tiempo libre. El esfuerzo por mi parte era mínimo, y eso me producía un difuso sentimiento de culpa que tardó muchos años en irse.
Venir a Madrid a estudiar Periodismo no fue la mejor de mis ideas, pero lo llevo con deportividad. Prefiero morir de pie que protagonizar un reportaje de El País sobre la generación perdida.
Vivo en un piso compartido en Chamberí. El alquiler cuesta un ojo de la cara, pero lo normal en el barrio son dos ojos, y en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Tengo tres compañeras de piso, de las que intentaré no contar mucho porque el respeto es la base de la convivencia.
Cada tres o cuatro meses me pregunto qué hago aquí. Madrid es acogedor como una lluvia de collejas. Sé que hay gente que disfruta eso, y lo respeto. “Se trabaja y se sufre mucho, la vida es carísima”, como dijo la presidenta de la Comunidad. “Pero a cambio nos hemos dado un modo de vida diferente, divertido”, añadió Ayuso. Yo no acabo de pillar la gracia. Me río por disimular. Y when Fray Luis de León said “¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido!”, y todo lo demás, I really felt that.
Pero soy joven, y Madrid está lleno de oportunidades. Por eso venimos (o huyendo de algo peor). En algunos casos las oportunidades no acaban de llegar, no llega el dinero y los años pasan y se sigue intentando, con el apoyo moral y económico de los padres (si los padres no tienen dinero, estas misiones se abortan enseguida, sin dramatismo). La inercia de la ayuda familiar y las expectativas funciona como una subvención, parecida a las que están dando los Estados ahora con la pandemia, y el día que se acabe, sectores enteros van a tener que replantearse las cosas, entre ellos el de la comunicación.
No sé cuánto más durará este camino que nos podría llevar a reivindicar la prórroga del abono joven de transporte hasta los 45 años.
La próxima entrega de este dietario se publicará el 3 de agosto.
Cuando mi jefe me encargó que escribiera un diario me dio un poco de apuro porque, al contrario de lo que él sospecha, mi vida no tiene interés narrativo. Todo lo que ocurre en ella es más o menos previsible y no se puede aprender casi nada con su lectura. Mis éxitos no son meritorios ni inspiradores y...
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Elena de Sus
Es periodista, de Huesca, y forma parte de la redacción de CTXT.
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