La pelota atraviesa la mitad de la cancha y el equipo rival avanza hacia el arco con peligro. El relevo defensivo parece poco para contrarrestar el ataque, pero un chiquitito se interpone. Pecha, recupera la pelota y la entrega en largo al extremo izquierdo de su equipo con precisión. Desde la tribuna se enciende un grito que no llega a ser una ovación, pero sí un sonido colectivo que demuestra aprobación y mucha admiración por el sacrificio. Le suceden aplausos. La jugada finalmente se diluye y termina en un saque de meta, aunque perfectamente podría haber acabado en gol. 

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Esta es una de las tantas jugadas que tienen el sello de Lucas Torreira, el mediocentro uruguayo anunciado oficialmente como nuevo jugador del Atlético de Madrid en el cierre del período de fichajes y que se suma esta semana al plantel de Simeone, tras participar en las clasificatorias sudamericanas con la selección de su país.

Tras dos años en el Arsenal inglés, equipo que lo fichó tras su gran rendimiento en el Mundial de Rusia 2018, Torreira llega al Atleti para reforzar la mitad de la cancha. Su juego está asociado a esa zona del campo, con mucho despliegue, control de balón, eficacia en las entregas y gran pegada a balón parado. Pero, por más extraño que pueda parecer, Torreira comenzó su carrera futbolística como delantero. Fue en el Pescara del Calcio italiano en la temporada 2014-15, por recomendación de Massimo Oddo, cuando el uruguayo tomó la decisión de pararse delante de los defensores y así emprender una carrera profesional en ascenso.

Torreira llegó a Italia a los 17 años para jugar de delantero, como lo hacía desde chico en Fray Bentos, su ciudad natal. En el Montevideo Wanderers también jugaba en posición de ataque, aunque un poco más atrasado. “Yo siempre jugué de mediapunta o enganche, como lo llamamos nosotros, o si no de atacante. Hasta que llegué a Wanderers que me pusieron de volante por derecha o por izquierda, pero también tenía mucha llegada y gol, porque pateaba los penales”, cuenta él mismo sobre las modificaciones de posición en el campo de juego durante sus años de juvenil, en su breve pasaje por las canchas uruguayas.

Massimo Oddo –el exfutbolista campeón del mundo con Italia– fue su entrenador en el equipo Primavera del Pescara, y con su decisión le cambió la vida. El entrenador le planteó que, por sus características, debía empezar a jugar como mediocentro. Torreira aceptó la propuesta y, en su nueva posición en la cancha, su carrera evolucionó en muy poco tiempo. Pasó a la Sampdoria, fue convocado por Tabárez a la selección, se destacó en la Copa del Mundo y llegó al Arsenal de Londres.

“A Pescara llegué como atacante y tuve los primeros meses jugando de delantero. Después, tuve la suerte de conocer a un entrenador como Massimo Oddo. Una decisión de él cambió totalmente mi vida. Fue muy directo conmigo, me sentó un día antes de un entrenamiento y me dijo ‘por tus características tienes que jugar de mediocampista y no donde estás jugando, porque si juegas ahí, máximo vas a llegar a la serie C’. Y bueno, es una persona que ha logrado muchísimas cosas como jugador, que ha ganado un Mundial, que jugó en varios equipos importantes y yo lo escuché, porque soy una persona que trata de escuchar a los más grandes, de aprender todos los días. Y fue así, faltaba una semana para iniciar el campeonato en el Primavera y me puso adelante de la defensa”, cuenta Torreira sobre cómo pasó a jugar en la posición que lo llevó al primer nivel del fútbol europeo.

El fútbol italiano le sirvió para crecer tácticamente y entender las necesidades de su nuevo puesto. Tras muy buenas actuaciones en la Sampdoria, con goles y destaques ante grandes equipos, fue convocado a la selección uruguaya por primera vez en marzo de 2018, a pocos meses de la Copa del Mundo. Su forma de jugar, la aplicación, su sacrificio y entrega, transmiten mucho y con menos de 90 minutos vestido de celeste se ganó un lugar en el Mundial de Rusia. Allí fue titular ante los locales, Portugal y Francia, destacándose particularmente ante los lusos, donde dejó su marca en una recuperación que terminó con Cristiano Ronaldo en el piso y sin la pelota. Ese día Uruguay se clasificó para los octavos de final de la competición, y Torreira se presentó como el nuevo volante de marca de la renovación celeste. 

El uruguayo llega cedido al equipo colchonero, tras jugar 39 partidos en los Gunners la temporada pasada, donde convirtió dos goles –ambos ante el Liverpool– y se consagró campeón de la FA Cup y la Community Shield (no participó), jugando siempre como mediocentro defensivo, tanto con Unai Emery como con Mikel Arteta en el banquillo.

Ahora arriba en el Atlético, un equipo con un estilo que, con la propuesta de Simeone, está muy asociado al de la selección uruguaya y calza justo para la entrega, la disciplina táctica y el juego de Torreira. Junto a Giménez y Luis Suárez, el Atleti va adoptando nuevos tonos celestes, y más hinchas del otro lado del océano.

El futbolista vuelve a la carga, se tira al suelo y recupera una vez más, pero esta vez hace un regate y remata de larga distancia. Desde sus casas, los hinchas se levantan del sillón, alzan los brazos y buscan con quien abrazarse. Ojalá que, dentro de muy poco, ese mismo jugador pueda hacer levantar a la afición colchonera en el estadio Metropolitano.

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