DESIGUALDAD
Los impuestos especiales, regresivos y más costosos para la población más pobre
Las personas con menos recursos pagan un tipo medio equivalente al 8% de su renta en bienes y servicios como los carburantes, la electricidad o el tabaco y el alcohol. En en el caso de la población más rica este porcentaje apenas llega al 3%
CTXT / Observatorio Social ´la Caixa’ 9/09/2020
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Ahora que la dentellada económica de la crisis del coronavirus comienza a notarse con fuerza en la población, el debate sobre una reforma fiscal que rebaje los efectos de la recesión que ya anuncian organismos e instituciones comienza a tomar forma en los ámbitos políticos y de representación. En el caso de España, la reforma se antoja aún más acuciante si se tiene en cuenta que el país no solo arrastra una presión fiscal cinco puntos inferior al resto de socios comunitarios, sino que además una parte de la política fiscal se ha demostrado regresiva y poco equitativa. Así sucede con tributos como las cotizaciones sociales, pero también con impuestos indirectos como los que gravan los combustibles, la electricidad o el tabaco y el alcohol, tal y como asegura un reciente informe publicado por el catedrático de la UNED José M. Labeaga.
El documento, donde se analiza la evolución de la recaudación por impuestos especiales y sus efectos redistributivos, concluye que la gravación de estos bienes y servicios ha terminado por convertirse en un herramienta exclusivamente de recaudación –equivalente a un 6,4% del PIB–, olvidándose de la función disuasoria de los mismos y de la posibilidad de que fomenten una mayor redistribución en el país.
Como resultado, los hogares con menos recursos terminan pagando en impuestos especiales un tipo medio equivalente al 8% de su renta, mientras que en el decil de población más acomodado este porcentaje no llega al 3%. Esta inequidad, apunta el estudio, fue aún más acusada en los años de la crisis, cuando la recesión “contribuyó al incremento de los tipos medios, fundamentalmente entre los más pobres”.
Tal y como detalla la investigación, los impuestos especiales se aplican sobre el consumo y están destinados a paliar las externalidades negativas que determinados bienes y servicios provocan en la sociedad, como el impacto medioambiental que se deriva de la contaminación de los carburantes o los problemas de salud asociados al tabaco. Sin embargo, tanto el reducido efecto que tienen los precios sobre el consumo de la población como la poca capacidad disuasoria que han demostrado estos tributos han terminado por provocar que sean los hogares más pobres y con más miembros los que soportan la presión fiscal más elevada cuando hacen uso de estos bienes.
Así se puede comprobar en las cifras desagregadas por tipo de consumo y hogar. En todos ellos, la carga impositiva media es decreciente con la renta, hasta el punto de que los hogares más pobres con miembros fumadores dedican un 12% de su renta equivalente al pago de impuestos especiales, mientras que en el decil más rico el porcentaje apenas se mueve en torno al 5%. En el caso de los hogares con o sin vehículo, la diferencia en la presión fiscal es del 10% frente al 4%, respectivamente.
En última instancia, el informe elabora varias simulaciones de reformas en los impuestos especiales que demuestran que se podría mejorar su capacidad redistributiva a la vez que se afrontan problemas estructurales como la pobreza energética o el cambio climático.
Es el caso del impuesto especial a la electricidad, los cálculos del documento indican que si se eliminasen los costes de apoyo a renovables, cogeneración y residuos el precio de la electricidad se reduciría hasta un 27%, así como la recaudación por IVA e impuestos especiales. Si bien esta medida también aumentaría la demanda un 5,5% y las emisiones de CO2 en un 0,46%, la bajada en los gastos asociados a la electricidad sería tres veces más beneficiosa en los hogares más pobres que en los más ricos.
Por su parte, la simulación sobre el impuesto a los carburantes equipara el tipo impositivo del diesel al de la gasolina, e introduce mecanismo de compensación para los hogares de menor renta. El resultado es un impuesto mucho más progresivo donde además se aumenta la recaudación y se reducen las emisiones de CO2.
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Este artículo ha sido elaborado a partir de lo expuesto en el texto Los efectos redistributivos de los impuestos especiales, de José M. Labeaga, catedrático de la UNED, publicado en el Observatorio Social de ‘la Caixa’.