Encarna Hernández, una pionera en llevar la igualdad a las canchas
A sus 103 años, “la niña del gancho” ha recibido la Medalla de Oro del Mérito Deportivo por su contribución a la entrada de la mujer en el baloncesto. Ella fue jugadora, entrenadora y árbitra
Ricardo Uribarri 1/10/2020
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Su afición por el deporte la llevó desde muy joven a salirse de los cánones que estaban establecidos para la mujer en las primeras décadas del siglo XX. Eso la convirtió en una de las pioneras del baloncesto femenino en España, protagonizando una larga trayectoria en la que fue jugadora, entrenadora y hasta árbitra. Ahora, a sus 103 años, Encarna Hernández, conocida como “la niña del gancho”, ve reconocida su labor con la entrega de la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo por merecer “la gratitud pública e institucional de quien a contra corriente de los tiempos, ya quiso poner las bases de la igualdad en nuestro país”.
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Lleva desde los 10 años viviendo en Barcelona, pero presume de sus orígenes murcianos, ya que nació en Lorca en enero de 1917. Una oferta para que el padre trabajara en la exposición universal que celebró la ciudad condal en 1929 motivó el traslado de la extensa –tuvo diez hermanos– y, en algunos casos, longeva familia. Una de sus hermanas vivió hasta los 106 años. Establecidos en una vivienda de la calle Entença, la joven Encarna siempre sacó tiempo para compaginar los estudios con la práctica deportiva, algo que fue posible por el pensamiento liberal de su padre, que defendía los beneficios de la actividad física. El ciclismo, la natación o el patinaje estaban entre sus aficiones, pero pronto el destino le iba a enseñar un camino que marcó su vida. Enfrente de su casa había un terreno que unos jóvenes, entre los que se encontraba el que se convertiría en su futuro marido, Jesús Planelles, y un hermano de este, acondicionaron con dos canastas de madera para jugar al baloncesto. Ella no tardó mucho en sumarse al grupo; empezó a jugar a los 13 años. Allí se tiraban varias horas al día, llamando la atención de los vecinos, que los veían desde las ventanas. De hecho, el baloncesto se convirtió en esos años en el deporte de equipo femenino más popular en Cataluña.
Poco después empezó a jugar en el Atlas Club, que estaba muy cerca de su casa y en cuya creación colaboró. En 1932 llegó a ser la máxima anotadora de la entidad –incluyendo a los hombres–, con un promedio de 13,88 puntos por partido. A pesar de no tener una gran estatura –mide 1,54–, se movía con rapidez por todo el campo y destacaba por su agilidad y reflejos. En aquella época, donde la técnica no era muy depurada, ella empleó el recurso de lanzar a canasta de gancho, lo que le valió el sobrenombre con el que es conocida. Hay que tener en cuenta que las pelotas que utilizaban eran de un cuero que se deformaba y que era difícil de manejar en la superficie de tierra en la que jugaban. La historia del Atlas Club terminó cuando vendieron sus terrenos para construir pisos, pero Encarna y otras compañeras se fueron a jugar al Layetano. Allí la entrenó Fernando Muscat, que era internacional con la selección española y que poco después, en el Europeo de 1935, ganó la medalla de plata. Junto a otras destacadas jugadoras de la época, como María ‘Mery’ Morros o Carmen Sugrañes, que llegaron del conocido Club Femení, lograron ser campeonas de Cataluña en 1936, superando, entre otros, al Barcelona.
Su estancia en el Layetano le servía como preparación para la Olimpiada Popular de Barcelona, en la que iba a participar en las pruebas de atletismo, pero el estallido de la guerra civil española canceló el evento. La contienda le trae muy malos recuerdos a Encarna porque su marido fue de primer reemplazo con apenas 20 años y tras ser hecho prisionero estuvo tres años sin saber nada de él. Además, perdió a tres de sus hermanos. Una vez finalizada la batalla, la sección femenina de la Falange se hizo cargo del deporte de mujeres y la eligieron entre varias candidatas para que fuera la entrenadora de su equipo de baloncesto. “Si te querías sacar el carnet de conducir (fue una de las primeras mujeres en tenerlo en España) tenías que pasar por ahí y hacer seis meses de trabajo”, recordaba hace unos años en Mundo Deportivo. De la blusa y la falda con la que jugaban antes de la guerra, pasaron a tener que vestir falda-pantalón o bombachos. Solo en aquella etapa en la que entrenó a la Sección Femenina recibió una módica cantidad de dinero. Con ese equipo llegaron a disputar partidos en el norte de África, que fueron sus únicos viajes al extranjero. Al no permitirse en aquella época en España que las mujeres compitieran en ciclismo o el atletismo, el baloncesto se convirtió en el gran deporte femenino en las décadas de los 40 y los 50 del siglo pasado.
Una de sus aficiones es recortar todas aquellas noticias relacionadas con los éxitos del deporte femenino que ve en los periódicos para plastificarlas y guardarlas
En 1944 recibió una oferta para jugar en el FC Barcelona, en el que estaría hasta 1953. Se retiró a los 36 años por su deseo de ser madre. Tiempo antes había sufrido un aborto al tirarse del trampolín de las piscinas Picornell sin saber que estaba embarazada. A lo largo de sus casi 20 años de trayectoria deportiva pasó por equipos como el Cottet, con el que ganó el Campeonato de España, el Moix Llambes (a los que además entrenó) el Fabra y el Coats, entrenando también al Peña García. En algunos de ellos coincidió con su hermana Maruja, que jugó entre 1941 y 1950. Encarna tuvo un ofrecimiento del SEU italiano para ir al país transalpino, pero no se concretó. Después de lamentar que el Barcelona no tuviera recuerdos de aquel equipo en el que militó en su museo, donde apenas encontró una fotografía en una visita que hizo, recibió en marzo de 2019 un homenaje por parte del club culé con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Encarna se define “como una mujer liberal, más que la Duquesa de Alba”, según ha confesado en alguna entrevista, y tiene como referentes a Victoria Kent, Clara Campoamor y Federica Montseny “por su integridad y valor”. Defensora a ultranza de que se valore como se merece el deporte femenino, se indigna cuando ve que algún resultado destacado de alguna deportista española apenas merece un pequeño espacio en los medios de comunicación. Una de sus aficiones es recortar todas aquellas noticias relacionadas con los éxitos del deporte femenino que ve en los periódicos para plastificarlas y guardarlas. Después de estar mucho tiempo en el olvido, su nombre y su contribución volvió al primer plano tras ser objeto de un homenaje por parte de la Federación Española de Baloncesto. En los últimos años, ha recibido en su casa la visita de grandes jugadoras de la época reciente, como Amaya Valdemoro, Elisa Aguilar o Laia Palau, a las que ha mostrado los recuerdos que guarda de su vida deportiva. A ellas, como a todos los que han ido a verla en estos últimos años, no ha dudado en darles consejos a través de sus famosos pareados: “Si quieres ser optimista, tienes que ser deportista”; “si de salud quieres gozar, deporte has de practicar”; o “si quieres llegar a centenario, toma un poco de miel a diario”.
“Cada noche sueño lo mismo. Un campo de baloncesto de arena con las rayas pintadas con cal. Una pelota de cuero. Vestida de blanco o azul (…) Me pasa la pelota Mery Morros. Tiro un gancho. Y como es mi sueño, lo marco y ganamos el Campeonato de España”. Así habla Encarna en el documental La niña del gancho, que realizó Raquel Barrera en 2016 y que repasa toda la vida de la exjugadora. Una persona que reconoce “haber luchado mucho”, que “volvería a hacer todo lo que he hecho” y que ha sido “muy feliz”.
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Su afición por el deporte la llevó desde muy joven a salirse de los cánones que estaban establecidos para la mujer en las primeras décadas del siglo XX. Eso la convirtió en una de las pioneras del baloncesto femenino en España, protagonizando una larga trayectoria en la que fue jugadora, entrenadora y hasta...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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