¡Señorías, par favar!
Siete veces ETA
Sé que cuando a alguien no le beneficia hablar de un determinado tema basta con sacar otro, o simplemente atacar al que tienes enfrente
Marina Lobo 18/11/2020
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Ha llegado el invierno al Congreso de los diputados. No, no es una metáfora sobre el ambiente en el hemiciclo ni es un comentario mordaz sobre el desfile de abrigos que parecen pesar más que la persona que los lleva. Ha llegado el invierno porque lo que antes eran metros y metros de mármol, ahora es una sucesión de alfombras de colores otoñales cada cual más gruesa que la anterior.
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Hay sesión en el Congreso sobre los presupuestos, lo que quiere decir que se va a hablar mucho de ETA. Hago una porra en mi cuaderno con las palabras que seguramente se repetirán más:
ETA
VIOLENCIA
TERRORISTAS
FILOTERRORISTAS
“Estamos a 18 de noviembre de 2020 y Bildu todavía no ha condenado el terrorismo. Mientras, casi 400 atentados mortales de ETA siguen sin resolverse, y mientras tanto tenemos que aguantar homenajes a terroristas”. Menos mal que no he prometido tomarme un chupito después de cada una de las palabras, porque sólo con dos frases más de la portavoz del PP, Cuca Gamarra, iría ya a estas horas de la mañana peor que la noche en la que a Pablo Motos le tuvo que llevar a casa el Cigala –real story–.
A la media hora, la palabra “ETA” ya ha salido siete veces desde la oposición; la palabra “terroristas” otras cinco. Términos que han acompañado a otros como “asesinos”, “crímenes”, “bilduetarras”, “secuestro” y “Otegi” y algún otro más nostálgico como “bolivarianos” (Venezuela, como los pantalones de campana, siempre vuelve).
Si se hubieran lanzado acusaciones así por parte de los partidos de izquierdas a PP/Vox/Ciudadanos habrían tenido que evacuar el hemiciclo. Sin embargo, Mertxe Aizpurua y Oskar Matute (diputad@s de Bildu) miran directamente a la tribuna; Aizpurua, inclinada hacia adelante, muy atenta a lo que se dice; Matute se lleva los dedos a los ojos de vez en cuando y asiente irónicamente. Quién sabe si se estará riendo debajo de la mascarilla.
A Ana Belén Vázquez poco le importa que a las personas migrantes se les haga una PCR. Lo que realmente la preocupa es que “estén por las calles, libres”
También a la media hora, Abascal ya se ha ido del hemiciclo. Porque él es de la España que madruga, pero para sacar a pasear al perro y volverse a acostar –que, para quien no lo haya experimentado, lo recomiendo muchísimo–. Continúa Inés Arrimadas, que presiona a Sánchez para elegir bando en los presupuestos “con los independentistas o con nosotros”. Arrimadas es la amiga que te prohíbe merendar con otras amigas en el colegio. Y las circunstancias hacen que esa amiga, con el tiempo, deje de ser tu amiga.
De amistades tóxicas hay mucho en esta sesión: una de ellas es, claramente, Ana Oramas, la diputada de Coalición Canaria que lo mismo vota “no” a la moción de censura de Vox acusándoles de mentir cuando dicen que los inmigrantes nos quitan los puestos de trabajo, que te hace hoy un discurso “desgarrador” –según ABC– aplaudido al terminar por diferentes diputad@s del PP y de Vox.
Es lógico que desde el PP aplaudan. Su diputada Ana Belén Vázquez Blanco ha llevado hoy al hemiciclo un discurso completamente racista, amparado en esa falsa condescendencia que últimamente se utiliza mucho desde ciertos sectores de la derecha. Un discurso basado en el “queremos ayudar, pero ya lo haremos cuando estemos mejor”, sabiendo que el “mejor” es un término muy abstracto y que –spoiler– nunca llega. Dice la diputada que en Canarias se tiene a los inmigrantes recién llegados “hacinados como ganado” e intenta maquillar con esta falsa empatía el comentario xenófobo que añade justamente después: “están libres por las calles, sin PCR”.
A mi edad sé pocas cosas, pero sé alguna: sé que la repetición de cierto vocabulario para referirte a alguien o a algo no es casual, sino que busca generar una etiqueta
Evidentemente, a Ana Belén Vázquez poco le importa que a las personas migrantes que llegan a nuestro país se les haga una PCR –que, por cierto, ni a mí ni a mucha gente le han hecho y, que yo sepa, se nos permite hacer vida normal–. Lo que realmente preocupa a la diputada popular es que “estén por las calles, libres”. Le ha faltado añadir un “por nuestras calles” para acabar de rematar. La libertad no es para las personas que llegan en patera a España. No está bien visto que una persona sin nada pueda tener una segunda oportunidad y pueda compartir contigo la calle, el bus, el metro o, incluso –qué locura–, pisar la misma alfombra que tú. La libertad es suya, terriblemente suya, hasta el punto de creerse con el derecho a decidir sobre la libertad del resto y, encima, estructurar un discurso que les haga no parecer tan crueles como realmente son. Ana Belén Vázquez, por cierto, lleva desde los 20 años ocupando cargos públicos y, si buscan en internet su nombre, lo primero que sale de ella es un artículo titulado: “Ana Belén Vázquez: ¿la Aguirre de Ourense?”.
Sale Vox, momento de ir al baño. Por el camino voy diciendo “hola” a todo el mundo que me cruzo (no sé si es educación o intolerancia a los silencios). Una persona no me devuelve el “hola”. Miro. Es Javier Negre. No hay invierno sin caminantes blancos.
A la vuelta sigue Vox. Concretamente, Manuel Mariscal, el hijo perfecto con el que Santiago Abascal podría jugar al béisbol en el jardín mientras le grita “¡así se hace, muchacho!” (si ven su foto, sabrán de lo que hablo). En esa ensoñación me hallo hasta que el diputado acusa al Gobierno porque, según él, “imponen a los españoles el toque de queda y les obligan a llevar mascarilla aunque estén en un descampado”. Si hubiera parado ahí, ya hubiera sido suficiente, pero continúa: “Podría decir más cosas de la desinformación que han lanzado durante la pandemia, de las mascarillas, pero no lo voy a decir, no sea que Youtube me bloquee por incluir contenido ‘negacionista’ como dicen ustedes”. Manuel Mariscal tiene un gran futuro en Cuarto Milenio.
A mi edad (que, por cierto, es la misma que la de Mariscal) sé pocas cosas, pero sé alguna: sé identificar el racismo, el clasismo, los bulos. Sé que hay personas que entienden la libertad como un privilegio exclusivamente cuando la ejercen ellos y no para todo el mundo. Sé que la repetición de cierto vocabulario para referirte a alguien o a algo no es casual, sino que casi siempre busca generar una etiqueta. Sé que cuando a alguien no le beneficia hablar de un determinado tema basta con sacar otro, o simplemente atacar al que tienes enfrente, y también sé que la porra de hoy me va a servir para las sesiones que quedan hasta 2022.
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Ha llegado el invierno al Congreso de los diputados. No, no es una metáfora sobre el ambiente en el hemiciclo ni es un comentario mordaz sobre el desfile de abrigos que parecen pesar más que la persona que los lleva. Ha llegado el invierno porque lo que antes eran metros y metros de mármol, ahora es una sucesión...
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Marina Lobo
Periodista, aunque en mi casa siempre me han dicho que soy un poco payasina. Soy de León, escucho trap y dicen que soy guapa para no ser votante de Ciudadanos.
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